domingo, 21 de marzo de 2010

Historia de Villardompardo y sus personajes durante el siglo XVII.Capítulo IV

Contexto histórico

Comenzamos este año de 1600 con el reinado de Felipe III (foto de abajo) que ya ocupaba el trono desde septiembre de 1598, después de la muerte de su padre Felipe II.

Desde joven dio muestras de su poca capacidad para gobernar, este motivo, unido a su gran afición por la caza, hizo que no dudara en ceder el gobierno a su valido (especie de primer ministro) el duque de Lerma, quien utilizó su poder para enriquecer a sus familiares y a él mismo. En 1618 será sustituido por su hijo, el duque de Uceda, a quien se le recortaron los poderes para evitar la corrupción.
Durante el reinado de Felipe III, España sigue siendo la primera potencia europea, sus posesiones son enormes: España, Portugal y una gran cantidad de territorios de ultramar, pero el mal gobierno y otras circunstancias provocaron la lenta caída económica del país que se prolongará durante todo el siglo XVII
Fue un periodo de relativa paz, debido a los diferentes tratados que se firmaron. Como hecho destacable cabría señalar la expulsión de los moriscos en 1609 del que se vieron muy afectadas las comunidades de Aragón y Valencia por la gran cantidad de ellos que vivían en estas tierras. Se dedicaban al cultivo, sobre todo de hortalizas (huertas). Hubo pueblos valencianos que quedaron totalmente vacíos. En las actas capitulares de Villardompardo de ese año no he podido comprobar que viviera ninguna familia morisca en nuestro pueblo, no se dice nada de ello.

Felipe III murió en marzo de 1621 con sólo cuarenta y tres años de edad y veintidós años de reinado.

Veamos lo que pasaba en aquellos años en nuestro pueblo.

Para ello nos ayudaremos de las actas capitulares existentes en el archivo del ayuntamiento de Villardompardo. La letra aún es difícil de entender, gracias a la transcripción que hizo en su día D. Mariano Sáez, el trabajo es mucho más fácil.

Empezaremos con el cabildo del 8 de enero de 1600 en el que se llegaron a varios acuerdos bastante curiosos, por ejemplo: se ordenó que la puerta del hospital, que se había puesto en la Calancha (así viene escrito en los archivos), sea devuelta a su lugar por haber cesado el motivo que provocó el cambio, recordemos que el hospital (hospedería) se encontraba con toda probabilidad en la calle Atocha.

También se ordenó que se reparase la alberca salada ya que era muy útil para los vecinos porque allí lavaban sus lienzos y también el lavadero (no se especifica en qué lugar se encontraba pero posiblemente ocuparía el mismo sitio que el conocido por todos).

La gran salinidad del agua de la “alberca salada” hace imposible lavar la ropa con jabón puesto que no hace espuma, pero en aquella época se lavaba con greda, tanto la ropa como los utensilios de cocina. La greda es un tipo de arcilla de color blanco grisáceo muy abundante en todo el término, se recogía de zonas cerca del depósito (pozo de los terreros) y cerca de San Roque. Su capacidad de disolver la grasa se debe a su contenido en carbonato de calcio.

El manantial de la alberca salada salía a través de una especie de pequeño túnel abovedado de piedra. Hoy en día se encuentra en un estado lamentable (foto superior).

Otro acuerdo fue el arreglo del puente del camino del Berrueco ya que los estribos estaban siendo carcomidos por el agua.
Por último se nombraron panaderos para que amasaran pan para los vecinos. Parece que no empezó mal el siglo para Villardompardo.
El 19 de Marzo del mismo año se hizo una subasta para las carnicerías del pueblo pero al no haber “posturas” se ordenó que se tomaran 100 ducados para comprar carneros y abastecer al pueblo de carne. Para hacer la compra se nombró a Antón Guijosa por ser hombre hábil en los tratos.

El 28 de Mayo había una plaga de gusano que estaba provocando mucho daño en las encinas de la dehesa, así que se llamó al Licenciado Ortega, Clérigo de Torredonjimeno, para que la conjurase, ya que la dehesa suponía un medio de subsistencia para los vecinos, de ella obtenían leña, caza, y alimento para su ganado que era muy abundante.

En aquella época se conjuraban las plagas, las epidemias y todos los males posibles, no se conocía otro remedio.

En el cabildo del 29 de Junio se declara una epidemia de peste por lo que se endurecen las penas a aquellas personas que no cumplan las medidas que el ayuntamiento había dictaminado. Sólo se deja la puerta del castillo para la entrada y salida de las personas del pueblo.
No debemos entender como “puerta del castillo” la de la fortaleza, sino alguna otra que existiría y serviría de entrada al pueblo, eso sí, muy cerca del castillo. Sin duda el conde no querría tener cerca de su residencia la entrada de posibles enfermos, así que en el cabildo del 20 de agosto se ordena el cierre de esa puerta y en su lugar se abre la de la Calancha, a la cual se le pone un guarda para que vigile cuáles son las personas que entran y salen del pueblo. La casa del presbítero, que estaba en la “plaza del palacio” (seguramente se refiere a la actual Plaza del Castillo) había quedado fuera de la cerca por lo que se ordenó levantar una tapia para que dicha casa quedara dentro.

En aquella época eran muy frecuentes los brotes de peste, de hecho hubo varios durante el siglo XVII, la medida más común era cercar los pueblos que carecían de murallas como el nuestro, y dejar algunas puertas para controlar la circulación de personas. Un pueblo pequeño y pobre, como era Villardompardo, no podía permitirse el lujo de levantar murallas de piedra, así que la cerca se reducía a unas tapias que cerraban las calles que daban al campo y se colocaban puertas en ellas, las tapias de los corrales que daban a las afueras servían asimismo de cerca, y se penalizaba a los vecinos que permitían el paso de personas forasteras saltando las paredes de dichas casas.

En el cabildo del 19 de Septiembre se ordena la reparación del camino que va a la villa de Escañuela por encontrarse intransitable debido a los atascaderos, sobre todo por la pasada del salado, así que se decide “adobar “ (arreglar) dicho camino en el tramo que va desde el arroyo de las Pilas (posiblemente se refiera al arroyo la Maestra) hasta el término de Escañuela y que se aderecen las pasadas del Salado repartiendo peones entre los vecinos. En los archivos de esta época se hacen muchas referencias a los problemas causados por las lluvias en los caminos y en el salado.
Me ha extrañado que se hable de la pasada del salado para ir a Escañuela, tal vez se utilizara el camino del Conde para ir al pueblo vecino en lugar de la carretera actual.

El 1 de noviembre se hace mención por primera vez a un maestro de primera enseñanza. Se nombra a Diego González Hidalgo por ser hombre ”hábil y de buena pluma” para que enseñe a leer y escribir a los hijos de los vecinos de la villa. El cabildo acuerda pagarle 100 realas anuales que se les abonarían de forma repartida cada cuatro meses (ya sabéis quién fue el primer maestro de Villardompardo).

En Diciembre de 1600 vuelve a haber problemas con los puentes del Salado y del Tarahal y se ordena su arreglo. El puente del tarahal, después de consultar algunas fuentes, he llagado a la conclusión de que era el puente “Del Villar” el de la fábrica vieja (foto del margen). En aquella época no era de piedra como el que conocemos actualmente que se construyó en el siglo XIX, para evitar precisamente los problemas con las riadas.

Algo muy curioso que ocurre en este mes es la compra de dos casas en la plaza para hacer las “casas del Cabildo” (el ayuntamiento), la Cárcel y el Pósito. El Conde ofreció cuatro rollizos (palos) muy apropiados para la obra.

El cabildo (ayuntamiento) y la cárcel ocupaban el mismo solar que en la actualidad y el Pósito ocupaba el mismo lugar que el actual edificio de usos múltiples (consultorio). Ya veremos en otros capítulos como el ayuntamiento sufre continuas reformas por encontrarse en mal estado o por diferentes derrumbes, por ejemplo, alrededor de 1750 se encontraba sin tejados.

En enero de 1601 se había sacado piedra de la “Hoya Marta y Cantero, junto a San Sebastian” (no he podido averiguar dónde está ese lugar) y mandaron que dicha piedra se trajera a la plaza de la villa y se subaste la obra de la casa consistorial para que la hiciera el que más bajo pujara.

El 23 de Noviembre de ese mismo año se hace referencia al fallecimiento de Doña Isabel Osorio de Carvajal, esposa del Conde de aquel momento, D. Juan de Torres y Portugal, se acuerda en el cabildo de ese mismo día se hicieran las diligencias necesarias para disponer sus exequias en la iglesia parroquial de esta villa.

No se hace referencia a que Doña Isabel fuera enterrada en Villardompardo, tal vez se trate de un funeral hecho en la iglesia del pueblo, pero no de cuerpo presente. El nueve de diciembre se tiene noticia de un nuevo brote de peste en Córdoba por lo que se toman todas las medidas oportunas. Aunque el pueblo ya estaba cercado, se ordena el cierre de algunos portillos que se habían hecho para la salida y entrada de gente.

En muchos cabildos de principios de este siglo encontramos la firma del conde, que lo hacía como “Conde del Villar” (foto del margen) no como D. Juan de Torres y Portugal, tras su muerte no se observa ninguna firma de sus descendientes. Por ello debemos entender que debería presidir muchos cabildos y tal vez fueran muy frecuentes las estancias en el castillo, cosa que no harían sus descendientes.


En los cabildos de 1602 no se toman acuerdos importantes o que nos llamen la atención, sólo se nombran algunos cargos como el de alguacil menor, a Alonso González Lombardo, nombrado directamente por el conde. Otro nombramiento era el de “Cogedor de la Bula de la Santa Cruzada”. La bula era un impreso de origen pontificial (papal) y que todos los años era vendido a los habitantes del pueblo que lo deseaban, la compra de la bula ayudaba a la obtención de la Gracia Divina, es decir, comprando la bula era más fácil conseguir la vida eterna cerca de Dios. Todos los años se nombraba a una persona del pueblo para vender la bula, el dinero recaudado era enviado a la diócesis para ser utilizado en la evangelización de los indios de América.

Otro cargo era el de “Veedor de los panes del campo” que se dedicaba a revisar las tierras que se habían sembrado de trigo, otro era el de guarda del ganado, etc.

Algo que sí nos llama la atención es un acuerdo por el que se fijan los salarios de las diferentes categorías profesionales en Villardompardo. Estos serían:

- Los gañanes de manijería ganarían doce reales al mes y no más.
- Los que araren a jornal han de ganar un real cada día y no más.
- Las demás personas que fueran a hacer otros trabajos como cavar, escardar u otra cosa, desde mediados de septiembre hasta mediados de marzo, ganarán real y medio cada día, y a partir de esta fecha hasta mediados de junio ganarán dos reales diarios, y desde mediados de junio hasta mediados de septiembre ganarán tres reales al día y no más.
- Desde mediados de junio hasta mediados de septiembre, los salarios para otras profesiones y categorías fueron los siguientes:
- El carretero, catorce ducados y no más (no se especifica si es al mes o toda la temporada de tres meses)
- Los mozos menores de 16 años ganarán tres ducados por toda la temporada y no más.
- Los maestros de almiares tres reales cada día.
- La persona que “trujere” un par de mulas desde mediados de septiembre hasta mediados de junio, ganará 16 reales cada mes.
- El maestro de albañil o yesería, dos reales y medio cada día y de comer.
- El cirujano Miguel Lombardo debería llevar por cada sangría seca medio real, y la de agua un real. Por cada ventosa sajada, medio real y por cada ventosa cerrada un cuarto. Por sacar cada quijar (muela o dientes) medio real. Además de todo ello el ayuntamiento le pagaba su salario anual. ¡Lo que deberían doler todas esas cosas sin anestesia! Y encima se le pagaba.

●Equivalencia monetaria: un ducado valía once reales de vellón, y un real de vellón equivalía a treinta y cuatro maravedís, y para entendernos, un real de vellón equivalía a veinticinco céntimos de peseta. Y una peseta a menos de un céntimo de Euro. Si trasladásemos aquellos sueldos a la moneda actual serían auténticas miserias, por ejemplo, un sueldo diario de tres reales de vellón seria algo menos de medio céntimo de Euro, pero claro, estamos hablando de hace cuatro siglos.


Pasamos directamente a 1606, así que hay un salto de cuatro años en las actas capitulares, cuatro años en los que no sabemos nada de lo que pasaba en el pueblo. A partir de esta fecha no vemos la firma del Conde de Villardompardo en las actas capitulares.

El primer acuerdo al que se llega en este año fue una serie de normas que dio el mismo conde para que los caudales del pósito de las villas de Villardompardo y Escañuela estuvieran bien gobernadas. También se da la orden para que se reparase una pequeña casa cerca del corral del concejo ya que era inhabitable.

Se fija el salario del pregonero en 12 ducados anuales, es decir, más que al maestro porque al transformar el sueldo a reales resulta que el maestro cobraba 100 reales y el pregonero 132.
En este mismo año vino al pueblo una compañía del ejército capitaneada por el Capitán Escobar, el concejo tuvo que pagar los gastos de cebada que consumieron las cabalgaduras y que ascendió a doce reales por la fanega y media que comieron.

En aquella época también era muy importante medir el tiempo. Había un reloj, supongo que en la torre de la iglesia, que había que cuidar y tañer (tocar) a la hora de la queda. Se nombró al sacristán Alonso Guijosa para cuidarlo. Su salario quedó fijado en 12 ducados anuales por su cuidado y 3 ducados por tocar en la queda.

También se acordó pagar al sacristán 19 reales que se le debían por las fiestas que el concejo organizó en honor de San Roque y de San Cosme y San Damián. Estos festejos se realizaban todos los años por promesa del Concejo, está claro que las de San Cosme y San Damián terminaron desapareciendo de Villardompardo pero no en Torredonjimeno donde aún se celebran. Hasta ahora no he podido encontrar ninguna referencia a las fiestas patronales en honor a San Francisco de Asís y la Virgen del Rosario, seguramente se instauraron más tarde.
En este mismo año vinieron unos hombres de Arjonilla para ver si era posible fabricar tejas en esta villa, el concejo le pagó 17 reales por el gasto del viaje y manutención. No se hace referencia a si se montó el taller para la fabricación de tejas o no se hizo.

En el siguiente año de 1607 se toman pocos acuerdos de trascendencia. Además del nombramiento del cogedor de la Bula de la Santa Cruzada, como todos los años, se nombra al nuevo cirujano sangrador, cargo que recae en Miguel Lombardo y que cobrará 9 ducados anuales. También se nombra a Juan de Hoya como alcalde de la Santa Hermandad (recordemos que era una institución para guardar los caminos de maleantes) y a Bartolomé de Morillas (su firma al margen) como escribano de los cabildos del Villar y Escañuela. Desde que este señor entra a ocupar el cargo de escribano se aprecia una mejoría en la letra haciéndose mucho más legible.

En octubre de este año se decide repartir la tercera parte de los caudales del pósito entre los labradores de la villa para mejorar su situación.

En 1608 además del nombrar al cogedor de la bula y de obligar a Juan de Medina a tener bien abastecido el estanco del aceite, se hace mención a una gran sequía que se venía padeciendo desde hacía varios años por la cual muchas personas murieron de hambre, así que el cabildo acordó roturar parte de la Dehesa de la Carnicería, recordad que ocupaba la zona de Picayuelo (foto), Barrancón y Cerro la Zahúrda, y que se sortearan las parcelas entre los habitantes que las puedan labrar bien. También se pidió al señor conde que hiciera la merced de ayudar con 28 ducados de sus propios y rentas para guardar los ganados concejiles debido a la pobreza que este concejo tenía.

También se llegó a un acuerdo para mantener al pueblo abastecido de carne.

En 1609 hay muy poco que destacar, sólo el recibimiento de Juan López, vecino de Archidona, que desempeñará el oficio de pregonero.

En 1610 el Señor Conde prohíbe a los oficiales del concejo otorguen vecindad a las personas de otros pueblos que lo soliciten a no ser que sea con su consentimiento. Este año entra a formar parte del vecindario de nuestro pueblo D. Juan Galán Cañadilla del Castillo Locubín cuyo fiador fue Pedro Hernández Armenteros (el fiador era la persona que se hacía responsable del nuevo vecino dando garantías de su buena reputación).

En el cabildo del 21 de Marzo de 1612 se comunica la muerte del Señor Conde D. Juan de Torres y Portugal (II Conde de Villardompardo) por lo que su hijo también llamado como él (recordemos que en algunos documentos viene como D. Juan Antonio de Torres y Portugal y Suárez de Mendoza) ordenó al cabildo que se saquen lutos por la muerte de su padre.

Luego, hay un par de cabildos más, uno del 20 de Agosto en el se recibió como vecino a Lázaro Sánchez y otro el 14 de octubre en el que se nombra al nuevo alcalde ordinario, regidores y alguacil mayor. Como curiosidad diré que entre los cargos más importantes del ayuntamiento de aquella época, abundaban mucho apellidos como: Moya, Molina, Soto y Armenteros (algunos de ellos ya no existen en el pueblo, otros aún siguen siendo abundantes).

A partir de aquí hay un enorme salto en las actas capitulares ya que la siguiente está fechada en 1674, es decir hay un salto de 64 años en los que no sabemos nada de lo que ocurrió en nuestro pueblo.
La falta de actas capitulares se podría deber a dos motivos: el primero sería simplemente la pérdida de las actas después de tantos años, y el segundo motivo podría ser la dejadez de aquella época, ya que resulta extraño que justo después de la muerte del II Conde de Villardompardo dejen de redactarse, debemos recordar que el III Conde vivía en Madrid y se desvinculó bastante de nuestro pueblo, no asistiendo a los cabildos, con lo cual se relajaron los deberes de los funcionarios del ayuntamiento. Por otro lado, las actas vuelven a redactarse cuando se hace obligatorio el papel sellado. Como se puede observar en la foto de arriba, el papel sellado era un folio con un encabezamiento ya impreso en el que se refleja el año, además había que pagarlo (arriba pone el precio) era algo parecido al papel del estado que utilizamos en la actualidad. El uso del papel sellado tenía dos fines: el primero darle oficialidad al documento que aparecía escrito en él y el segundo, mucho más importante, era una forma de recaudar impuestos para la maltrecha corona española.

En el próximo capítulo acabaremos con el siglo XVII y comenzaremos con el XVIII donde hay muchísima información de nuestro pueblo, gracias al Catastro del Marqués de la Ensenada.

CONTINUARÁ

Fuentes consultadas:

● Archivos Municipales (caja 507) :Actas Capitulares originales.
● Extractos de las Actas Capitulares, transcritas por D. Mariano Sáez Gámez.
● Algunas páginas de Internet sobre Historia de España.
● Algunas personas mayores del pueblo, que son los que más saben.
● Fotos del autor, excepto la del pilar con los mulos bebiendo agua, cedida por Mª Pepa Gómez.


Carlos Ramírez Perea
Copyright Carlos Ramírez Perea 2010.

sábado, 13 de marzo de 2010

Calvaches en la América del siglo XVI


En el Archivo General de Indias sito en la ciudad de Sevilla (España) nos encontramos a dos Diego Calvache (o Calbache) que vivieron en el siglo XVI y que viajaron a América.
El primero aparece en un documento fechado en 1535 y es una Real Cédula a los Oficiales de la Casa de la Contratación para que restituyan a Diego Calvache los tres esclavos indios que trajo de Guatemala con licencia del gobernador de aquella provincia.
(ES.41091.AGI/1.16403.15.2028//INDIFERENTE,1961,L.3,F.232V).
El segundo, de 1578, aparece en el Catálogo de pasajeros a Indias, volumen 6, y dice: Diego de Calbache, natural de Sevilla, soltero, hijo de Melchor de Calvache y de Isabel Núñez, viaja a Nueva Galicia como criado del doctor Juan de Pareja.
(ES.41091.AGI/1.16419//PASAJEROS,L.6,E.742)
¿Será alguno de estos dos el Diego Calvache que aparece en el libro “El carnero” de Juan Rodríguez Freyle?
Saludos.