Capítulo VI
Contexto Histórico
A partir de este capítulo hablaremos de lo ocurrido durante el siglo XVIII en nuestro pueblo (desde 1701 al 1800) pero antes comentaremos que pasaba en España a lo largo de la primera mitad de esta centuria.
Recordemos que tras la muerte sin descendencia de Carlos II surgen dos aspirantes al trono: el archiduque Carlos de Austria y el príncipe Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Carlos II nombró heredero a Felipe de Anjou pero muchos países europeos, recelosos de una fuerte alianza entre España y Francia, declararon la guerra a esta última en 1702. Algo más tarde, en 1705, se produjo una rebelión en los reinos de la Corona de Aragón (Cataluña, Valencia, Mallorca y Aragón) contra Felipe de Anjou, ya convertido en Felipe V (foto del margen), porque temían perder sus fueros ya que el nuevo rey seguiría el modelo de estado francés, mucho más centralista que el español.
La Guerra de Sucesión duró hasta 1713 con la Paz de Utrecht y con los Acuerdos de Rastatt (1714) por los que España perdió casi todas sus posesiones en Europa y se vio obligada a entregar a Gran Bretaña los enclaves estratégicos de Gibraltar y Menorca, así como el control del comercio con América. El nuevo rey aplicó Los Decretos de Nueva Planta por los que abolió los fueros de Cataluña, Valencia, Aragón y Mallorca por no haber sido fieles a él, en cambio conservó los de vascos y navarros por el motivo contrario. En definitiva España se convierte en un estado mucho más centralista que con el gobierno de los Austrias, siguiendo el modelo francés de Luis XIV.
En 1724 Felipe V abdicó por motivos de salud a favor de su hijo Luis I que murió de viruela a los pocos meses de ocupar el trono, así que de nuevo Felipe V vuelve a ser proclamado rey hasta su muerte en 1746.
En 1746 ocupa el trono Fernando VI (foto del margen) hijo de Felipe V y María Luisa de Saboya (su primera esposa). Este rey pasará a la historia como un hombre pacífico y preocupado por la cultura. Tuvo problemas con la segunda esposa de su padre fallecido (Isabel de Farnesio) por sus continuas injerencias en la política de la monarquía. Fernando VI murió en 1759
SUCESIÓN DEL TÍTULO DE CONDE DE VILLARDOMPARDO A LO LARGO DEL SIGLO XVIII
En el capítulo III vimos las sucesivas herencias del Título de “Conde de Villardompardo” a lo largo del Siglo XVII. En este nuevo capítulo continuaremos con la sucesión de dicho título durante el siglo XVIII, que es mucho menos complicada por ser todos los condes mucho más longevos.
El título lo poseía desde 1694 Dña. Francisca María Exarch de Belvís Córdoba y Portugal que se convertiría en la VIII Condesa de Villardompardo.
Esta señora se había casado en 1690 con su primo D. Francisco Belvís de Moncada Escrivá Zapata y Mendoza que fue nombrado por Fernando VI I Marqués de Bélgida*, luego Dña. Francisca María también tendría el título de Marquesa por su esposo. De esta forma el título de Marqueses de Bélgida se antepone al de Condes de Villardompardo por su mayor rango, perdiendo protagonismo el título de Conde.
*Bélgida es una pequeña localidad al sur de la provincia de Valencia, con algo más de 700 habitantes.
Del matrimonio anterior nació en 1690 D. José Vicente Bellvís de Moncada y Exarch que se convertiría en el IX Conde de Villardompardo, este señor se casó con Dª Catalina Ibáñez de Segovia y Mendoza y de este matrimonio nació en 1727, en Valencia, su único hijo: D. Pascual Benito Bellvís de Moncada e Ibáñez de Segovia, que sería el X Conde de Villardompardo y que murió en 1781 en Madrid.
D. Pascual Benito se casó en 1754 con Dª Florencia Pizarro y Herrera y tuvieron a D. Juan de la Cruz Bellvís de Moncada y Pizarro que nació el 4 de Diciembre de 1756 en Madrid y murió el 20 de Octubre de 1835 también en Madrid con 78 años de edad. Este señor sería el XI Conde de Villardompardo, además de una larguísima lista de títulos que heredó de sus padres (en el margen su escudo de armas).
Aquí dejaremos el tema de la herencia del título puesto que hemos pasado al siglo XIX
Las Actas Capitulares
Son muchas las actas que componen esta primera mitad del siglo XVIII, aunque faltan algunos años. Por eso sólo comentaremos aquellos acuerdos más curiosos y que nos puedan llamar la atención.
Comienzan en 1706. Eran alcaldes ordinarios: D. Rodrigo Ponce Ubal y Francisco Antonio Gómez. Regidores: Pedro de Moya, Antonio Sabalete y Cristóbal de Molina González.
En la primera acta, con fecha del 20 de Abril de 1706, se toma el acuerdo de hablar con el prior para traer a la Virgen de Atocha desde su ermita hasta la iglesia y hacerle un novenario de fiestas por el temporal que amenazaba campos y cosechas, además del novenario que la villa le hacía cada año por voto que le tenía prometido.
En todos los capítulos anteriores se ha hecho referencia al gran fervor que le profesaba el pueblo a Nuestra Señora de Atocha, aún no he encontrado ninguna información sobre los Santos Patronos actuales.
Por el mismo motivo del temporal, el 4 de Mayo, se decide hacer una procesión general a Jesús Nazareno y otro novenario de fiestas. Aquella pobre gente buscaba un milagro a su desesperación, ya sabían muy bien lo que era el hambre y las enfermedades.
En la foto del margen tenéis la imagen de Nuestro Padre Jesús de los años veinte, se trataba de una talla de madera, de la que desconocemos su autor, que fue quemada el 21 de Agosto de 1936, en la guerra civil. No he encontrado referencias de ninguna otra destrucción de imágenes desde el 1700 hasta dicha guerra por lo que esta talla pudo ser la misma que se nombra en el escrito de 1706.
El 30 de Mayo del mismo año se acuerda nombrar a Pedro de Moya y Cristóbal de Molina, comisarios para la Fiesta del Corpus, que se pretendía hacer con mayor pompa que la de otros años. Se libran 400 reales y se compran siete libras de cera para el altar, seis docenas de cohetes y más ruedas que de costumbre (ahora nos extrañaría esa forma de celebrar el Corpus).
El 10 de Agosto se recibe un despacho de la junta de la ciudad de Jaén para que se echen suertes entre los mozos del pueblo para cubrir los veinte soldados de infantería y un jinete, además de un caballo, que le correspondía a Villardompardo y que debían incorporarse al Regimiento de Andujar. Al día siguiente se presentaron 44 mozos en la plaza pública, y en presencia de un notario y del prior de la iglesia, D. Juan Francisco de Dios Sánchez, metieron sus nombres en una vasija, los removieron y se fueron sacando uno a uno los nombres de los soldados elegidos, primero el jinete y luego los veinte de infantería. Sólo se necesitaban con brevedad a cuatro soldados, así que se volvieron a sortear los cuatro que debían alistarse de inmediato entre los veinte anteriores. Recordemos que España se encontraba en plena guerra de Sucesión.
Pero había un problema, y es que el ayuntamiento tenía que pagar a los cuatro soldados durante los cuatro meses que duraba el servicio y comprarles las armas necesarias. Como no había dinero, en el cabildo del 14 de Agosto, se decidió arrendar la mitad de la hierba del Monte a Alonso de la Chica y la otra mitad a Pedro Molina y con el dinero sacado poder hacer frente al gasto de los soldados.
La cosa se agrava cuando el 23 de Agosto vino el capitán D. Manuel Pérez Vargas desde Andújar requiriendo el caballo con el que debía contribuir Villardompardo al ejército de su majestad Felipe V. El concejo le comunica a dicho capitán la imposibilidad de comprar el caballo por haberse quedado sin dinero ya que acababan de mandar a cuatro soldados al regimiento, pero no había excusas, el pueblo estaba obligado a comprarlo, así que en el cabildo del 15 de Septiembre se decide vender parte de la tierra del Egido Alto y un haza en la Fuente para poder comprar el caballo, la silla de montar y los demás pertrechos. Otra vez las tierras comunales sacan al pueblo de apuros.
El 6 de Octubre se acuerda poner edictos para vender la bellota del Monte de propios.
El 14 de Diciembre se acuerda poner edictos para arrendar la taberna durante todo el año de 1707. La taberna pertenecía al ayuntamiento y cada año se arrendaba al mejor postor, estaba en la calle larga.
El 28 de Diciembre se sortea un nuevo soldado de los veinte elegidos en Agosto para que se aliste. Este mismo día se acuerda arreglar la “Fuente de las Pilas” que estaba en el camino de Escañuela y que se había hundido. Era muy necesario su arreglo por el gran servicio que prestaba ya que se trataba de un camino Real muy transitado por las personas.
Algunas personas mayores del pueblo me han comentado que había un pilar con su abrevadero muy cerca del cementerio actual, concretamente en el margen derecho del camino que baja hacia el arroyo “La Maestra”. Ese pilar desapareció en la segunda mitad del siglo XIX y con sus piedras se construyó un gran pozo que hoy en día está prácticamente perdido, como vemos en la foto, el agua del manantial fue canalizada hacia dicho pozo y sus restos se pueden ver junto al camino, ocultos por la maleza. Podría tratarse del mismo pilar que se cita en el escrito. También se decide arreglar el Pilar del Egido, del que no he podido averiguar su ubicación.
■ Hay un salto de 16 años en las Actas Capitulares. La siguiente data del 1722, no se especifica la fecha exacta pero es muy interesante porque viene una lista de todos los vecinos del pueblo, ordenados por calles y la contribución que debía pagar cada uno según varios conceptos:
En milicias.
En sisas.
En servicio ordinario.
En nuevos impuestos.
En celemines de sal consumida.
En cientos.
En la última página de este capitulo tenéis una lista de todos los vecinos que vivían en el pueblo en 1722 ordenados por calles, con la contribución que pagaba cada uno expresada en reales. Pagaba más el que más capital tenía. Sorprende D. Juan de Periche, que superaba en más del doble a cualquier contribuyente del pueblo.
Aparecen sólo las calles principales, parece ser que los vecinos de las callejuelas los agregarían a las calles importantes más cercanas.
Las calles son:
C/ Arrabal: calle larga actual, era la más habitada con diferencia. 53 vecinos.
C/ Ancha: conserva el mismo nombre en la actualidad. 14 vecinos.
C/ Balondo: actual calle los Molinos. 9 vecinos.
C/ del Llano: actual Virgen de la Cabeza. 26 vecinos.
C/ del Parral: actual San Francisco de Asís. 8 vecinos.
C/ de la Carnicería: no sé cuál puede ser, tal vez Virgen de Atocha, Capitan Ortega
Gallo o alguna callejuela (poco probable). 13 vecinos.
En total 123 vecinos, que si multiplicamos por 4 sabríamos de manera aproximada el número de habitantes reales: unos 492
Si recordamos el documento publicado en el capítulo anterior en el que sólo venía íntegro el vecindario de la calle Arrabal con 21 vecinos en 1693 y comparamos con éste de 1722 con 53 vecinos en la misma calle, veremos como el aumento es enorme en sólo veinte años. Esta calle debió crecer más del doble en longitud durante estos años.
La población del municipio que apenas superaba los 300 habitantes a finales del siglo pasado, aumentó hasta casi los 500 habitantes en apenas 20 años. Las condiciones agrícolas y sanitarias mejoraron mucho, ya no se habla de pestes ni epidemias parecidas.
Como dato curioso diremos que de los 123 vecinos censados en 1722, más de cincuenta poseen apellidos que hoy en día no se conservan en el pueblo, como “de la Chica” “Arquillo” “Colomo” etc. Otros como “García” “Gómez” “Moya” “Armenteros” etc, siguen siendo abundantes, y otros tan característicos en Villardompardo como “Gay” “Calvache”, “Perea” etc, aún no han aparecido, pero lo harán durante este siglo XVIII, ya hablaremos de ello en otros capítulos.
Pasamos directamente a 1726 donde sólo hay un acta en la que se nombran a las personas que debían ocupar los diferentes cargos en 1727.
El 17 de Enero de 1727 hay una reunión importante y curiosa. Eran alcaldes ordinarios: Cristóbal Malo de Molina y Alonso Molina.
Regidores: Alonso Ruiz, Diego de la Chica y Juan Colomo.
Padre de Menores: Manuel de Moya
Alguacil Mayor: Vicente Luis de Molina
Los nombrados anteriormente y algunos representantes de los labradores del pueblo se reunieron para arrendar el pasto de la dehesa “Rasa” que era propiedad del municipio y que ocupaba una amplia zona entre San Roque y los Montecillos. El arrendamiento duraría cuatro meses, desde el primero de Noviembre hasta últimos de Febrero del año siguiente, y fue otorgado a D. Sebastian Francisco de Medina, vecino y Veinticuatro (un cargo importante) de la ciudad de Jaén por 400 Reales de Vellón.
En la misma reunión se hace referencia a la necesidad de acabar las casas del Cabildo (Ayuntamiento) el Pósito y la Cárcel, ya que las reuniones del concejo había que hacerlas en casas particulares donde no había la intimidad necesaria para celebrarlas, así que cuando acabase el arrendamiento, se repartiría en suertes dicha dehesa entre los labradores del pueblo, para sembrarlas y pagar al cabildo con una cuarta parte del grano producido, con el fin de terminar las obras. Además la dehesa producía poca hierba y criaba mucha oruga. El 23 de marzo de este mismo año se vuelve a hacer una reunión para hablar del mismo tema.
Hemos podido comprobar, con recibos de contribución, como una suerte de tierra en el Monte, era algo más de una fanega, pero parece ser que la “suerte” no equivalía a una medida exacta de terreno. El ayuntamiento parcelaba la tierra como creía conveniente y luego se sorteaba entre los vecinos o la cedía a las personas con algún cargo en el municipio (les pagaba en especie) de ahí el nombre de “suertes”.
El 24 de febrero de 1727 se reúne el cabildo para acordar la prórroga del arrendamiento de un haza que el municipio le tenía hecho a D. Lorenzo López de Zafra, presbítero de la villa, por dicho arrendamiento no se le cobraba renta pero a cambio debía decir misa de Alba (se celebraba por la mañana temprano) durante todo el año.
Otro acuerdo curioso data del 2 de Septiembre de 1727 en el que el maestro aladrero del pueblo, llamado Lorenzo del Barrio, pidió al concejo el arrendamiento de dos suertes de tierra en el Ejido Alto. El motivo era la puntualidad con la que arreglaba los arados a todos los vecinos que requerían sus servicios. El concejo accedió a su petición y le arrendaron la 5ª y 6ª suerte de tierra empezando a contar desde la Cruz de Arjona.
Un aladrero era un carpintero que arreglaba los aperos de labranza fabricados en madera, sobre todo arados. En aquella época todavía se araba con “arados de palo” aunque la reja era metálica (foto del margen)
El 14 de Febrero de 1731, siendo alcalde ordinario D. Alonso Marcos de la Chica y Aguilar, se recibe un mandato del Real Justicia de Villardompardo, representado por D. Juan Alonso Ponce Ubal, por el que se dictan unas normas que todo el mundo debe cumplir, en algunas también se incluye el castigo en caso de incumplirlas. Hoy en día nos parecerían una barbaridad. Éstas son:
- Que ninguno ose jugar a naipes ni otros juegos prohibidos en día de fiesta ni de trabajo antes de la misa mayor. Pena de mil maravedís.
- Que ninguno traiga espadas ni armas de las prohibidas por las leyes.
- Que los vecinos de esta villa no anden de noche en cuadrillas de cuatro para arriba.
- Que nadie entre en la iglesia con el pelo atado so pena de cuatro reales.
- Que nadie sea osado de traer leña de encina, seca o verde. Pena de 5 ducados y diez días de cárcel.
- Dos reales de pena al dueño del animal que se encuentre fuera de su estancia cuando haya anochecido y el doble si ocurre la segunda vez.
- Que ninguno se siente en la taberna a conversar. Pena de dos ducados y cuatro días de cárcel.
- Que ninguna mujer ose lavar en el pilar. Pena de cuatro reales la primera vez y el doble la segunda.
- Que ninguno venga de arar en los olivares con las reses sueltas (se araba con bueyes) Pena de dos reales por cada res.
El 29 de Abril de 1731 se nombró al regidor Vicente de Molina como comisario para ajustar las cuentas que supondrían el arreglo de la calzada del pilar y echar la mojonera del término de Villardompardo (no se especifica por donde iba el término).
En la foto del margen tenéis la única calle que aún sigue empedrada en Villardompardo, seguramente no se trata de la misma de la que habla el escrito, puesto que en aquella época no existían calles por la zona del pilar, pero si merecería la pena restaurarla y conservarla. Son muchas cosas antiguas las que ya han desaparecido en nuestro pueblo.
También se toma el acuerdo de contratar un caballo “padre” de pelo negro y cinco años de edad a Bernardo de Aguilar, para cubrir las yeguas del pueblo. En la misma reunión se decide vender la leña de algunas encinas derribadas en el Monte y en los Montecillos.
El 26 de Marzo de 1732, siendo alcaldes ordinarios: Manuel de Moya y Pedro de Murcia. Alguacil Mayor: Alfonso José de Baldelomar. Regidores: Tomás de la Chica, Baltasar de Mena y Bartolomé Jiménez, se decide nombrar maestro para “enseñar a los muchachos” a Atanasio de Medina, como pago se le dan dos fanegas y media de tierra en el Haza la Vereda sin que se le cobrase renta alguna (es el segundo maestro del que tenemos referencia). También se decide arrendar al “cuarto” seis fanegas de tierra en “El Romeral” a los alcaldes de Hermandad (hoy en día el Romeral no pertenece al término de Villardompardo).
El 23 de Junio de 1732 se nombra como depositarios del Pósito a Diego de la Chica y Cristóbal (apellido ilegible). Los depositarios realizaban la importante función de recibir el trigo de los arrendamientos (se arrendaba al cuarto) o comprarlo si era necesario y almacenarlo en el pósito. Ese grano era vendido o prestado a los labradores para la sementera. En los años malos, parte de ese grano se vendía a los panaderos por un precio módico, para que cocieran pan y lo vendieran a bajo precio y evitar de esta forma el hambre entre los vecinos y la subida excesiva del precio del trigo. En este año el clima fue generoso y para evitar la acumulación excesiva de grano, se vendió a los panaderos el que había almacenado en el pósito por 15 reales la fanega, con la condición de que el pan lo vendiesen al módico precio de 12 maravedís la pieza.
También se fija el precio del vino (once reales la arroba) y del vinagre (nueve reales la arroba) que se vendía sólo en la taberna, que como dijimos antes estaba en la calle larga.
Recordemos:
Equivalencia monetaria: un ducado valía once reales, y un real equivalía a treinta y cuatro maravedís.
El 16 de Noviembre de 1732, se nombra como cirujano sangrador al mismo alguacil: D. Alfonso José de Baldelomar, a cambio se le da una suerte de tierra del concejo. También se le da una suerte a D. Francisco de los Ríos, médico de Torredonjimeno, para que venga a asistir a los enfermos dos veces en semana, y se le pague “dos reales de plata” por cada visita a domicilio.
Como vemos en este capítulo y en otros pasados, el pueblo funcionaba como un pequeño estado. Fijaba precios, ponía sus normas y castigos, pagaba a los maestros, curas, soldados, médicos, cargos del ayuntamiento, etc, y para afrontar todo ello poseía sus tierras comunales, que las arrendaba, cedía y vendía sus productos, y por supuesto el pósito, con el que se amortiguaban las hambrunas de los malos años, siempre y cuando no fueran demasiado malos. Luego la responsabilidad de los cargos del Concejo, que eran nombrados por el conde, era muy alta.
CONTINUARÁ
Fuentes consultadas:
● Archivos Municipales (caja 507) :Actas Capitulares originales.
● Extractos de las Actas Capitulares, transcritas por D. Mariano Sáez Gámez.
● Algunas páginas de Internet y libros sobre Historia de España.
● Página de Internet sobre genealogía: Geneall.es
●Agradezco la colaboración de algunas personas mayores del pueblo como: Juan Cámara Armenteros, Juan Mozas Ruiz, Ramón Arjona Serrano, Manuel Armenteros Domínguez, Juan Calahorro y Antonio Mozas Armenteros.
● Las fotos que ilustran el capítulo son sacadas de Internet, otras del autor y las antiguas han sido cedidas por algunas personas del pueblo.
Carlos Ramírez Perea