Durante la dominación musulmana, una buena parte de las aldeas de Jaén se dedicaban al cultivo de la seda, así que aquella pequeña alquería, que luego se llamaría Villardompardo, se dedicaría a este menester y algunos de nuestros campos estarían sembrados de moreras, además de olivos y cereales.
La primera referencia que tenemos sobre el término de Villardompardo es muy antigua, data de 1251, en ella se menciona la intervención del mismo rey Fernando III en la delimitación entre el término de nuestro pueblo y el de la Torre de Benzalá, que en aquellos tiempos sería una población habitada parecida a la nuestra. El texto redactado en primera persona dice lo siguiente:….”al fito que es entre las torres de AuenÇala et el villar de don Pardo, et este fito fiz yo fincar en tal logar, que mandé partir el término ques de la primera casa del villar de don Pardo contra las torres de AuenÇala….” En aquellos tiempos la delimitación de los términos se solía hacer respetando los que ya estaban establecidos en época musulmana, para ello, después de la conquista, se pedía ayuda a los musulmanes viejos “omes buenos y fieles, que fuesen sabedores de los términos por do eran”, como sucedió en Baena, Luque, Porcuna, Alcaudete, etc.
Tras la conquista de nuestro pueblo en 1246, fueron expulsados todos los musulmanes de la alquería, y de otras muchas, para evitar revueltas, así que tras su repoblación por los cristianos en 1251 ellos mismos tenían que hacer el reparto y a veces surgían tensiones entre pueblos vecinos, como fue el caso de Villardompardo y la Torre de Benzalá, por lo que era necesaria la intervención directa del mismo rey para evitar males mayores.
Hay muchas dudas sobre la variación del término municipal a lo largo de la historia. Las personas mayores aseguran que durante la Segunda República hubo un cambio en sus delimitaciones, según el cual el cortijo de la “Rata”, antes perteneciente al término de Villardompardo, pasaría al de Torredelcampo, pero por más que miro los mapas del término de nuestro pueblo en épocas pasadas no encuentro ninguna variación con respecto al actual.
El primer mapa de esta página corresponde al Catastro del Marqués de la Ensenada (1751) y su forma es prácticamente igual que la de los dos siguientes, pero está dibujado al revés. El segundo es de 1870 y el tercero, de 1903 (el del margen), es exactamente igual que el actual. Si lo pudiéramos ver ampliado observaríamos como sus limites corresponden a los de hoy en día.
El Catastro del Marqués de la Ensenada
Es un documento de 1751 con un valor incalculable, ya que en él se hace una relación detallada de la calidad de las tierras del término, qué productos se sembraban en ellas y el rendimiento por fanega según el fruto que se cultivase. Para hacer el catastro se valieron de la declaración de personas del pueblo conocedoras del campo y supuestamente honestas. La clasificación de las tierras y su producción fue la siguiente:
DE REGADÍO
■ Había dos huertezuelas de regadío (las únicas de la Villa) situadas en el Mampuesto que producían frutos todos los años, sin intermisión. Los frutos que daban eran hortalizas y “Alcalcer” (se refiere a cebada verde, en hierba, para alimentar al ganado, lo que llamamos “verde”) que sólo servían para el consumo de quienes las labraban.
DE SECANO
■ Las de Ruedo: Se situaban en los alrededores del pueblo, también se consideraban de ruedo los corrales de las casas. Eran las más apreciadas y las que más producían. Las había de primera y segunda calidad y daban frutos todos los años sin intermisión. Las especies que se cultivaban en ellas eran: trigo, cebada, matalahúga, habas y garbanzos. En el catastro se da una información muy detallada de la producción de cada especie por fanega de tierra, lógicamente producían más cantidad de frutos las tierras de primera calidad que las de segunda.
■ Las de Campiña: Se situaban más lejos del pueblo y las había de primera, segunda y tercera calidad. Las de primera y segunda daban frutos con dos años de intermisión y las de tercera con cinco o seis años de descanso. Las especies que se cultivaban en la campiña eran: trigo, cebada, garbanzos, yeros y escaña. Aquí también se detalla la producción por fanega según la especie que se sembrara. El rendimiento era menor conforme bajábamos en la calidad de la tierra, en cualquier caso siempre producían menos que las de ruedo.
■ Los olivares: estaban plantados en Ruimesa (también llamada Palanco), Valdespeja (alrededor del pozo de los Olivares o Valdespeja, de ahí su nombre), La Corona y San Antonio. Como podemos comprobar los olivos formaban una línea casi continua de Oeste a Este aproximadamente, ocupando las laderas orientadas más o menos hacia el norte y noroeste. A cada fanega de tierra plantada de olivar le cabían setenta olivos. Las tierras de primera calidad eran las de San Antonio, que producían ocho arrobas de aceite por fanega. Los sitios de Ruimesa, Valdespeja y la Corona, producían por cada fanega de primera calidad, unas siete arrobas, las de segunda calidad cinco arrobas y las de tercera cuatro arrobas. Actualmente podemos observar como los olivos más viejos del término están en esos lugares (el de la foto es de la Corona), sabemos que en 1751 ya estaban allí, pero ignoramos desde cuando. Si hacemos cálculos, una fanega de olivos actual puede producir de media unos 500 kg de aceite (tirando por lo bajo), es decir algo más de 43 arrobas (una arroba son 11,5 kg). Entendemos que en aquella época la producción por fanega sería menor, pero no tanto como para ser sólo de 8 arrobas, así que seguramente en la declaración del catastro se mintiera deliberadamente para pagar menos impuestos. Suponemos que se hizo igual en todos los demás frutos.
■ Había dos dehesas, una llamada “La Rasa” donde pastaba el ganado de labor (bueyes) y abasto de carne, era utilizada durante ocho meses conjuntamente con los vecinos de Jaén y Escañuela, los cuatro meses restantes era utilizada por el conde. Esta dehesa distaba de la Villa 200 varas y ocuparía el cerro San Cristóbal, campo de futbol actual, las pilas, hasta llegar a los Montecillos. La otra dehesa se llamaba de “la Carnicería” que comprendía los sitios de Picayuelo, Barranco Rodrigo y Cerro de la Zahúrda, poblada de encinas, con 379 fanegas de tierra de tercera calidad y que distaba de la Villa un cuarto de legua. Estaba destinada a las yeguas en una tercera parte y las dos terceras partes restantes se dedicaban a la producción de bellotas.
■ Por último diremos que en el Catastro se nombran muchos parajes del campo que después de más de dos siglos y medio se siguen llamando igual, otros nombres los recuerdan sólo los mayores y muy pocos han desaparecido (en negrita). Aquí presentamos algunos de ellos. Los que están en paréntesis son los nombres que se le dan actualmente:
Arroyo la Maestra, Arroyo del Pozo (tal vez Haza del Pozo) Camino del Dulce (Camino del Du), Cañada Lucía Gámez (La Cañá), Cerrillo Billana (1ª parte del cerro Fernandico), Cerrillo de Vega, Cerro Blanco, Cerro San Cristóbal, Cerro Valdespeja (2ª parte del cerro Fernandico), Cerro de las Zahúrdas, Cortijo Capiscol, Cruz de Arjona, El Búho (El Buhíllo), El Cercado (El cercaíllo), El Cortijuelo, El Jetal, El Rejano, Ejido alto, Estacar del Agua, Fuente “Umbrís”, Hoya Locaria, La Almagrilla, La Cantera, La Corona, La Peña, Las pilas, Los Montecillos, Los Pechos, Mampuesto, Mermejal (Los Mermejales), Peña del Cambrón, Pozo Carrión, Pradillo de la Carreta, Prado Andino (hoy ha degenerado el nombre a “Plaondino”) Puente Vieja, Puerta de las Viñas, Ruimesa, San Antonio, Santa Rosalía, Valdespeja, Yesezuelo, etc, etc.
Sería interesante que la gente más joven y sobre todo los agricultores, siguieran utilizando estos nombres ya que representan parte de la herencia de nuestro pasado.
OS DESEO FELIZ ROMERÍA Y ¡VIVA SAN ISIDRO!
Carlos Ramírez Perea