COFRADÍA
DE LA SANTA VERA CRUZ DE VILLARDOMPARDO
150
AÑOS ORGANIZANDO LA SEMANA SANTA (1623-1773)
Las
antiguas Hermandades Penitenciales (hermandades que practicaban el
castigo corporal) surgen como fruto de una serie de circunstancias
adversas propias de finales de la Edad Media: guerras, epidemias,
hambres, etc. La práctica de la penitencia para ganar indulgencias y
pedir perdón a Dios era muy antigua. Congregaciones como
Franciscanos y Dominicos practicaron el castigo corporal mediante la
flagelación y lo propagaron entre los laicos, como ejemplos tenemos
a San Francisco de Asís o San Antonio de Padua. De esta forma surgen
las primeras asociaciones y cofradías de flagelantes o
disciplinantes en los siglos XIII, XIV y XV.
El
Concilio de Trento (1545-1563) impulsó y favoreció la penitencia
pública, el culto a las imágenes y los desfiles procesionales.
Todas estas circunstancias contribuyeron a la aparición de las
Hermandades de la Santa Vera Cruz en ciudades y pueblos, entre
ellos Villardompardo.
En
general, las Hermandades de la Vera Cruz en el siglo XV,
procesionaban en la noche del Jueves Santo con una simple cruz que
llevaba un clérigo, acompañada por un grupo de hermanos de “sangre”
(que se iban flagelando) y otro grupo de hermanos de “luz” (que
iban alumbrando con antorchas). Eran procesiones muy serias y
austeras en las que los hermanos vestían con unas túnicas de
lienzo, y al volver a las ermitas, donde tenían sus sedes, eran
curados de las heridas con pócimas o ungüentos. Las procesiones
carecían de música, sólo iban acompañadas con una trompeta de
“dolor” que tocaba para indicar cuando el cortejo tenía que
detenerse o debería continuar.
Todo
lo que hemos descrito, se ve reflejado perfectamente en el “Libro
de la Cofradía” de la Santa Vera Cruz fundada en Villardompardo.
Dicho
documento lo guarda un vecino de nuestra localidad y se encuentra en
muy buen estado de conservación. Este libro comienza en 1625, pero
se ve claramente que es continuación de otro anterior que se ha
perdido, así que desconocemos la fecha exacta de la fundación de
dicha hermandad (en el libro se dice indistintamente “hermandad”
o “cofradía”). La cofradía tenía su sede en una ermita de este
municipio bajo la advocación de San Antonio de Padua. El edificio
pertenecía a la iglesia y se encontraba extramuros de
Villardompardo, a unos 250 metros al norte del pueblo, al borde del
camino con su mismo nombre. Debemos tener en cuenta que no existía
el actual barrio de la zona del pilar, así que estaba algo alejada
de la localidad (en la foto podéis ver esa magnífica
recreación realizada por Javier Contreras)
La
cofradía tenía en este lugar sus enseres y se encargaba de cuidarla
y mantenerla. Allí celebraban sus reuniones de cabildo para
organizar la procesión del Jueves Santo de todos los años, y la
fiesta de la “Invención de la Cruz” cada tres de Mayo.
La
procesión del Jueves Santo salía de esta ermita por la noche,
llevando sus insignias (imágenes) acompañadas por los hermanos de
“sangre” y de “luz”, además de muchos vecinos del pueblo.
Transcurría por un camino de unos 250 metros que pasaba por el
pilar, hasta que entraba en la localidad, y desde allí hacía su
recorrido por las calles acostumbradas (posiblemente subiría por la
Esperilla, calle los Molinos, el Parral...y a partir de ahí lo
desconocemos) por último volvía a la ermita donde parece ser que
los disciplinantes eran curados de sus heridas por personas nombradas
para ello. Todo viene muy bien especificado en las actas de cabildo
que se hacían año tras año y que ahora veremos detenidamente. El
libro abarca un extenso periodo de 150 años, desde 1623 hasta 1773.
En él se describe la organización y evolución de la Semana Santa
con gran detalle, además de algunas costumbres de la localidad, lo
que lo convierte en un magnífico documento etnográfico.
LIBRO
DE LA COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ
El
libro comienza con las cuentas de la cofradía. Aparece el nombre del
primer prioste conocido (hoy lo podríamos comparar con el
presidente): Alonso Gutiérrez. Las cuentas pertenecen a los años
1623 y 1624, mientras estuvo al mando dicha persona. Aparecen los
ingresos y gastos en ese periodo con el fin de entregárselos al
prioste entrante: Ambrosio Gómez. Tenemos datos curiosos sobre la
organización de la Semana Santa y la Cruz de Mayo en aquellos años,
como por ejemplo: los gastos en cera, pez y resina para las antorchas
que deberían alumbrar en la procesión la noche del Jueves Santo,
gastos en la fiesta de la Cruz de Mayo, o la cantidad de dinero
recogida en la limosna que se pedía en dicha procesión (22 reales
en 1623 y 20 reales en 1624) y otros muchos conceptos.
En
marzo de 1627 viene el “visitador” D. Gabriel de Saru, siguiendo
las ordenes del obispo Don Baltasar Moscoso y Sandobal, cuya
intención era precisamente revisar esas cuentas.
El
29 de marzo 1626 se lleva a cabo el primer cabildo conocido de la
cofradía para organizar la Semana Santa de ese año. Se reúnen en
la ermita de San Antonio de Padua el Prioste Ambrosio Gómez, los dos
mayordomos y los hermanos que pudieron acudir a dicha convocatoria.
Entre todos ordenaron lo siguiente:
-Que
la procesión salga el Jueves Santo por la noche y haga el recorrido
acostumbrado.
-Que
los cofrades vayan confesados y comulgados so pena de una libra de
cera.
-Que
el prior predique en dicha iglesia (San Antonio) o dé licencia para
que lo haga otro clérigo, y se le pague la limosna de la hacienda de
esta cofradía.
-Que
los cofrades vayan con su túnica de anjeo*
sin divisa alguna (sin distintivo) so pena de una libra de cera.
*
anjeo: tipo de lienzo muy
basto parecido a la arpillera.
-Que
el prioste traiga pez*
y resina para mojar las antorchas y alumbrar en la noche.
*
la pez: es una
sustancia oscura y pegajosa que se obtiene al cocer los tocones y
raíces de los pinos cortados, se utilizaba para impermeabilizar
botas de vino, barcos y como combustible.
-Se
nombra a una persona para llevar el estandarte, otras cuatro para
llevar a la Virgen, con dos cofrades más a los lados, cuatro para
llevar el Santo Cristo y los mayordomos a los lados, y uno sólo para
llevar la Santa Cruz.
-El
prioste y Alonso de Contreras se encargarían de regir la procesión
y dos más para pedir limosna durante el recorrido de la misma, uno
de ellos la pediría desde “Los Malos” al Parral (el Parral era
la actual calle San Francisco de Asís, y los Malos podría ser la
Esperilla) y el otro cofrade pediría en el resto del recorrido.
-Se
nombra a otro hermano para “detener” (parar) a las mujeres y dos
más para guardar el monumento de la iglesia.
-Se
nombra a dos cofrades para curar a los hermanos y a otros dos para
que cuezan el vino en la casa del prioste y en la de Julián García.
Supongo que el vino cocido se utilizaría en la elaboración de algún
remedio para curar las heridas.
-Para
que “taña” (toque) la trompeta a Juan Lombardo, y se le pague lo
acostumbrado.
-Que
los alcaldes ordinarios ronden y guarden la villa mientras “anda”
la procesión.
Como
vemos, en Villardompardo se organizaba la procesión del Jueves Santo
como hemos descrito al principio, aunque deberíamos hacer algunas
aclaraciones:
Este
modelo de acta se repite durante muchos años, así que lógicamente
no haremos referencia a ellas a no ser que aparezca alguna novedad
importante.
Hasta
ahora, no se menciona el lugar ni la hora exacta a la que salía la
procesión, pero más adelante sí aparece. Tampoco se habla de forma
explícita de que algunos cofrades fuesen flagelándose, pero en
otras actas se habla de ello. De todas formas, las personas nombradas
para curar y otras para cocer el vino ya nos dan una pista.
También
en 1626 aparece la primera acta sobre la organización del día de la
Cruz a primeros de Mayo. Esta fiesta se celebraba todos los años en
la ermita, incluso hasta 1887 (aunque ya no existía la ermita), pero
no hablaremos de ello en este artículo.
El
acta de 1627 es igual, quizá con menos detalle, pero aparece
la novedad de que la Cruz es llevada en andas entre cuatro cofrades y
otros dos a los lados. Así que a partir de este año la procesión
estaba compuesta por tres pasos: la Santa Cruz, el Santo Cristo y
la Virgen (a veces llamada de la Soledad o de las Angustias).
Todos llevados por cuatro hombres y dos más a los lados, elegidos
con nombres y apellidos en la reunión del cabildo de cada año.
Hasta
1631 no tenemos otra novedad, se dice que ningún cofrade se
destape la cara. Así que ya sabemos como iban los penitentes: con su
túnica de anjeo y la cara tapada.
En
1632 tenemos varias novedades curiosas: se nombra la calle
“balhondo” como lugar por donde pasaba la procesión (seguramente
la calle Los Molinos). Se “aderezó” (arregló) la lámpara de la
ermita de San Antonio (lógicamente sería de aceite) y se puso una
cruz en el campanario. Tambien se anota que se hizo obra en la ermita
con una duración de unos seis dias.
A
partir de este año aparecen dos monumentos en Semana Santa: el de la
iglesia y el de Nuestra Señora de Atocha.
El
10 de marzo de 1632, se hace un inventario de la cofradía de
la Santa Vera Cruz para entregarlo al nuevo prioste Alonso de
Armenteros, ya que cesaba Antonio Guijosa. Entre sus bienes se
describen sobre todo ropas para vestir a las imágenes, túnicas para
los cofrades, diferentes piezas de tela para el altar de la ermita y
adornar las andas de la Virgen (se habla mucho de tejidos de tafetán,
seda, terciopelo, tiradizo...), tambien poseían un estandarte , dos
libros de la cofradía (éste sería el segundo de ellos) y dos
estatutos, unos viejos y otros nuevos.
En
1633 se aclara que la procesion del Jueves Santo salga a media
noche de San Antonio y que los dos mayordomos vayan a los lados del
Santo Cristo. Todo lo demás es igual a las actas anteriores.
A
partir de 1635 no se dice nada de curar a los hermanos ni de
cocer vino para ello.
En
1638 el prioste era Alonso Guijosa, este año se dice que los
mayordomos deben ir a los lados de la Virgen, también que se le
preste una túnica al que toque la trompeta y que no falte nadie a la
procesión so pena de una libra de cera. Se hace hincapié en que se
guarden los estatutos de la cofradía.
En
este año de 1638 entra un nuevo prioste, por lo que se hace
una revisión de cuentas (entradas y gastos) para ser entregadas al
entrante. En este documento encontramos novedades: aparecen los
gastos por la obra que se hizo en una de las paredes de la ermita de
San Antonio, también se vuelve a retejar el tejado y
se
hace una chimenea en la misma. Se pintaron paredes y altares:
“cuarenta y nueve reales de gasto en pintar unos
altares (lo dice claramente en plural) el púlpito y otras cosas
de la dicha ermita”, (foto) así
que la ermita debería de ser más grande de lo que se imaginaba en
un principio ya que poseía varios altares.
En
1640 el prioste era Gabriel Hidalgo y los dos mayordomos
Alonso Gutierrez Sabalete y Francisco de Arquillo. Se especifica que
la hora de salida de la procesión del Jueves Santo es a las doce
de la noche (la una de la madrugada de nuestro horario de
invierno). Se dice de poner a tres personas para que guarden los tres
monumentos mientras se celebra la procesión, “por si se vuelca
alguna vela” (ya aparecen tres monumentos: en San Antonio, la
Virgen de Atocha y en la Iglesia Parroquial)
El
acta del 17 de marzo de 1641, se redacta muy bien y es
perfectamente legible, hay pocas novedades pero se confirma todo lo
que hemos dicho anteriormente. Se pide lino y estopa para hacer las
antorchas. Por lo tanto sabemos que los materiales para elaborarlas
eran: lino, estopa, pez y resina (las dos últimas para mojarlas).
En
1642 se dice por
primera vez de forma explícita que “algunos cofrades se azotan
en la procesión” y en 1644
aparece el siguiente texto: “el
que no se fuere azotando (recordemos lo de hermanos de sangre y
de luz) lleve una luz encendida en la dicha procesión” (foto)
En
1645 se deja claro que ningún hermano lleve la “careta”
alzada so pena de una libra de cera. A partir de este año no se
vuelve a mencionar nada de cofrades flagelándose, ni de traer pez y
resina para las antorchas.
En
1649 la reunión para organizar la procesión no se hace en
San Antonio, sino en la casa del prioste por llover mucho. Todo es
igual que en actas anteriores y se especifica que tocará la trompeta
Antonio el Portugués.
PRIMER
CAMBIO EN LA SEMANA SANTA DE VILLARDOMPARDO
En
junio de 1656 aparece una importantísima novedad, se ordena
desde el obispado que la procesión del Jueves Santo se haga por
la tarde, por los graves inconvenientes que conlleva el que sea
por la noche. La procesión debería estar de vuelta antes de la
hora de la oración (hora de las “Vísperas”) y que “no coja la
noche”. De este modo la procesión debió perder ese aspecto
medieval y tétrico que tendría hasta ahora, pero debió de ahorrar
gastos en pez y resina para alumbrar.
Como
hemos comentado al principio, antes de la procesión se dirigía un
sermón a los cofrades. Durante los primeros años lo pronunciaba el
prior de Villardompardo, pero después siempre se buscaba a un
clérigo de algún convento de Jaén para que lo hiciese, por
ejemplo, en 1663 fue Fray Francisco del Convento de los
Carmelitas. En este año de 1663 también se decide pedir limosna en
agosto para hacer un nuevo estandarte. Debió tardarse en recaudar
dinero para hacerlo, porque en 1669 se vuelve a nombrar a dos
personas para que pidiesen limosna otra vez en agosto.
Debemos
tener en cuenta que era en este mes cuando el vecindario se
encontraba más desahogado después de haber rocogido la cosecha.
UNA
NUEVA ETAPA EN LA SEMANA SANTA DE VILLARDOMPARDO
Hasta
1673 las actas son prácticamente iguales: se habla de tres
monumentos y tres pasos en la procesión. Ya hace años que no se
dice nada de antorchas ni de curar heridas. Se aprecia dejadez a la
hora de redactar las actas y de organizar la Semana Santa. Por este
motivo, este año significa un punto de inflexión en la celebración
de la Semana Santa en la localidad.
El
26 de Marzo, Domingo de Ramos de 1673, hubo una importante
reunión en la ermita de San Antonio de Padua de Villardompardo. A
ella acudieron Juan Sabalete, Hermano Mayor de la cofradía de la
Vera Cruz, Bartolomé de la Cámara, Hermano Mayor de la cofradía
del Santo Cristo y Bernabé de Molina, Hermano Mayor de la cofradía
de Nuestra Señora de la Soledad, además de un nutrido grupo de
hermanos de las tres hermandades (36 en total). El motivo de la
reunión era refundar de nuevo las dos últimas cofradías,
que desde hacía bastantes años habían mostrado “poca devoción y
afecto” en la procesión del Jueves Santo. Según aparece en el
documento, estas dos cofradías existían desde hacía tiempo,
incluso tenían sus antiguos estatutos, pero presentaban muy poca
actividad (en este libro no aparece nada de ellas hasta ahora).
Debido a ello, la cofradía de la Santa Vera Cruz decide dar un
impulso y refundarlas utilizando como base sus propios estatutos.
Estos estatutos aparecen en este libro (foto de la primera página;
son seis páginas en total) y casi todos sus puntos se refieren a la
obligación de asistir a la procesión, y a las sanciones que
sufrirían los cofrades si faltaban sin motivo justificado. El
castigo más duro era la ausencia de velas y Cruz de Guía en el
entierro del sancionado, el de su mujer o sus hijos, en caso de que
muriese alguno de ellos en ese mismo año, ya que el castigo se
prolongaba durante ese año completo.
Sin
duda lo más importante para un cofrade y su familia era tener un
entierro digno, acompañado por sus hermanos de la hermandad
alumbrando con velas y la cruz, que lo acompañarían desde su
domicilio hasta la iglesia donde sería enterrado en el mismo lugar
que los demás hermanos cofrades. La muerte estaba muy presente en
aquellos tiempos.
Es
en 1673 cuando de repente se habla de procesiones. Se elige al
padre Pedro de Valenzuela para que “predique los sermones antes de
las procesiones”. Se nombran a cuatro cofrades para llevar la Santa
Cruz, cuatro para el Santo Cristo y otros cuatro para Nuestra Señora
de la Soledad. Se habla de guardar un sólo monumento pero no se dice
dónde. No se especifica nada de si es una sola procesión con
diferentes pasos, como lo había sido hasta ahora, o estaban
separadas en varios días a lo largo de la Semana Santa. Pero en
1675, por primera vez, se habla de procesiones del Jueves y
Viernes Santo y se
nombran a los que llevarán cada imagen. Se dice literalmente que
serán los “hermanos de dicha cofradía” los
que llevarán cada “insignia”
En
1678 se dice que la reunión celebrada todos los años en San
Antonio se hace en Domingo de Ramos, llamados por su campana.
Durante
los años 1683, 1684 y 1685, los Santos Sacramentos se
encontraban en la ermita de Nuestra Señora de Atocha (no en la
Iglesia Parroquial) y alli se hace el monumento, además de en San
Antonio de Padua. En las actas capitulares del ayuntamiento también
se dice que la iglesia estuvo en obras durante esos años. Debió de
ser una obra importante para durar tres o cuatro años.
Un
dato curioso: desde 1691 hasta 1696, el monumento de la Virgen de
Atocha fue vigilado por su ermitaño: Alonso Montes.
En
1697 el predicador de los
sermones vendrá de Nuestra Señora de la Merced de
Jaén y el Alferez Mayor llevará el pendón en las procesiones, ya
que el nombramiento de Alférez Mayor le pertenecía a la Hermandad
de la Vera Cruz.
COMIENZA
UN NUEVO SIGLO (1700-1773)
A
principios del siglo XVIII ya comienza a perfilarse una Semana Santa
semejante a la actual, pero también se mantienen costumbres muy
antiguas, por ejemplo: se sigue convocando a los hermanos de las tres
cofradías en la ermita de San Antonio de Padua el Domingo de Ramos,
tras el toque de campana y después de la hora de “Vísperas” .
Continúa nombrándose a un clérigo de algún convento de Jaén para
que predique antes de cada procesión.
En
1702 el nuevo Prioste de la Cofradía de la Vera Cruz, recauda
dinero de todo el vecindario para hacer obras en la ermita de San
Antonio. Se le advierte de que debe anotar fielmente cada una de las
reformas que se acometan en el templo.
En
1704 se llegó al acuerdo de no pagarle al predicador más de
20 reales por sermón. Si no se conseguía recaudarlo, los cofrades
tendrían que ponerlo de su bolsillo, o si algún hermano en
particular quería darle una propina extra, era muy libre de hacerlo.
Durante
los primeros años del siglo se habla de dos procesiones, pero en
1705 se habla de tres, y en 1709 se nombra por primera
vez las procesiónes de la madrugada y la tarde del Viernes Santo
(foto subrayada)
Durante
los primeros años del siglo, cambia el número de monumentos de
Semana Santa. Variaba en uno, dos o tres dependiendo del año, pero a
partir de 1712 ya se
levanta sólo uno en la Iglesia Parroquial y desaparecen
definitivamente los de las dos ermitas. También en 1712 deja de
nombrarse, con nombres y apellidos, los anderos que llevarán cada
paso y lo harán las hermandades en privado.
Se
aclara de nuevo que dos hermanos pedirán limosna, normalmente
pertenecían a la hermandad que procesionaba en ese momento, pero no
necesariamente. A partir de estos años ya sabemos que el Jueves
Santo por la tarde procesionaba la Hermandad de la Vera Cruz, el
Viernes de madrugada la del Santo Cristo y el Viernes por la tarde
Nuestra Señora de la Soledad. El dinero recaudado en cada
procesión era entregado al Hermano Mayor de cada cofradía y lo
emplearía en pagarle al predicador.
El
2 de abril se 1719 tenemos una novedad importante, el
mayordomo toma posesión de los enseres de la cofradía de la Vera
Cruz: dos libros de cofradía (éste sería el segundo), un bufete de
pino (mesa escritorio) con su cajón y su llave, una trompeta con su
arca de pino y otro arca de pino sin cerradura ni llave.
Las
actas de 1722 y 1723 están muy bien detalladas. La
iglesia del pueblo es nombrada como de “La Concepción de María
Santísima”, pero en 1734 y 1735 se nombra como de
“Santa María de Gracia”. No se vuelve a llamar por su nombre en
el resto de actas, sólo como “Iglesia Parroquial” .
En
1735 la Cofradía del Santo Cristo es mencionada como de
“Jesús Nazareno”, y se
nombra por primera vez la procesión del Viernes Santo por la tarde
como “procesión del Santo Sepulcro” y no como de
Nuestra Señora de la Soledad como hasta ahora se había hecho.
En
las actas de los siguientes años se deja claro que esos nombres
fueron un error del escribano, pero dicho error nos sirve para saber
que la Cofradía del Santo Cristo procesionaba a la imagen de Jesús
Nazareno de madrugada, y el Viernes Santo por la tarde, la Cofradía
de Nuestra Señora de la Soledad, sacaba al menos dos pasos: el Santo
Entierro y la Virgen de la Soledad.
La
verdadera incógnita es saber qué imagen procesionaba la Cofradía
de la Vera Cruz el Jueves Santo por la tarde, sabemos que era una
cruz, pero ¿cómo era? más adelante parece que se aclara algo.
En
1750 se advierte a las diferentes cofradías que reduzcan los
gastos superfluos en las procesiones por los graves inconvenientes
que ésto había tenido años atrás, pero no se dice nada de cuáles
fueron esos inconvenientes, además parece ser que se envió esa
advertencia desde el mismo obispado.
INVENTARIO DE LA ERMITA DE SAN
ANTONIO 1757
El
28 de Julio de 1757, en presencia del Prior D. Salvador Mateo
Rubio, se hace un inventario de todos los bienes y alhajas de la
ermita de San Antonio de Padua extramuros de esta Villa (no lo
confundamos con el inventario de la cofradía). Este inventario será
entregado al Hermano Mayor Pablo Zafra, de la cofradía de la Vera
Cruz, y a su mujer Juana de Úbeda, ambos se encargarán de
custodiarlo. Algunos bienes de la ermita eran:
-Ropas
y alhajas de San Antonio, la Virgen y el Santo Cristo, algunas las
tenía el prior para que no las robasen.
-Había unas andas para San Antonio, otras para la
Virgen, otras para el Santo Cristo y una Cruz de madera sobre sus
andas que era la que salía en Semana Santa. También había un
dosel de damasco para las andas de la Virgen.
-Nuestra
Señora de la Soledad en su altar y un Cristo Crucificado en la
sacristía de la ermita.
-El
Santo Cristo (Nuestro Padre Jesús) no se encontraba en su altar de
la ermita, supongo que estaría en la iglesia.
-Había
mantos bordados, atriles y otros muchos enseres, pero sólo hemos
nombrado lo más significativo.
Además
de todo lo anterior, en la ermita vivía el ermitaño con su
familia. Según el inventario, sabemos que en el Jueves Santo la
Cruz que procesionaba debería de ser muy parecida a la de la foto,
pero sobre sus andas.
A
partir de 1768 se hace la reunión del Domingo de Ramos en la
casa del señor Prior, y no en San Antonio, y la Cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad comienza a nombrarse como de “Nuestra
Señora de los Dolores”, así hasta la última acta del
libro que es de 1773. Lo demás se sigue haciendo igual: las tres
procesiones, el nombramiento del eclesiástico que pronunciará los
tres sermones, el nombramiento de Alférez Mayor y las personas que
pedirán la limosna en dichas procesiones para pagar al predicador y
los derechos parroquiales.
A
partir de 1773 aparecen unas cuantas páginas en blanco, eso
nos indica que dejó de tomarse acta de forma deliberada ya que había
páginas suficientes. Pero la cofradía siguió existiendo al menos
hasta 1888, ya que en el libro aparecen dos trozos de papel escrito
metidos entre las hojas. En uno de ellos se reflejan los gastos en
vino y aguardiente en la Fiesta del día de la Cruz del 3 de mayo de
1887, y en el otro papel los gastos en la compostura de las andas de
la Santa Cruz en 1888, los carpinteros fueron Manuel Cortés y Juan
Ruiz. A partir de aquí no tenemos noticias de la cofradía de la
Santa Vera Cruz, sólo alguien recuerda haber oído algo de sus
abuelos, pero nada más.
También
parece claro que a partir de 1768 deja de utilizarse la ermita de San
Antonio de Padua, sede de la cofradía y donde se guardaban muchos
enseres de la misma. No sabemos si su abandono se debió a su estado
ruinoso o fue otra la causa. La verdad es que nadie de los mayores
del pueblo recuerda ni siquiera sus ruinas. Parece ser que sus
piedras fueron trasladadas al pueblo para construir una casa y aún
hoy podemos contemplar sus sillares bien labrados en las esquinas y
fachada de ella.
A
veces resulta inexplicable como un lugar tan emblemático para el
pueblo como fue la ermita de San Antonio, y que sabemos de su
existencia desde al menos 1577, pudo desaparecer sin más, sin
haberse hecho un esfuerzo por recuperarla. Al igual que la
desaparición de una cofradía que era la que cargaba con el peso de
la organización de la Semana Santa en Villardompardo, al menos
durante 150 años. La duración de dicha cofradía pudo prolongarse
como mínimo desde 1623 hasta 1888, y terminó desapareciendo para
siempre sin dejar rastro en la memoria de este pueblo.
Tal
vez el inicio de su declive fuese una
Real Cédula de Carlos III de 1777, que
prohibía las procesiones de flagelantes en Semana Santa por el mal
espectáculo público que daban. De todas formas en Villardompardo se
dejó de hablar de flagelantes desde hacía más de un siglo, pero no
podemos afirmar que en 1773 aún no existieran.
FUENTES: - Libro de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Villardompardo 1625.
-Algunas páginas
de internet sobre el tema.
-Agradezco la
colaboración de Javier Contreras Anguita.
Carlos Ramírez Perea