sábado, 29 de septiembre de 2012

HISTORIA DE VILLARDOMPARDO Y DE SUS PERSONAJES DURANTE EL SIGLO XVIII
                                       Capítulo VII

    En el capítulo publicado en las fiestas de Octubre de 2010, hablábamos de lo ocurrido en Villardompardo hasta 1732, pero hemos hecho un paréntesis de tres capítulos para contar los orígenes y época medieval de nuestro pueblo. A partir de ahora retomamos el siglo XVIII sin interrupciones. Comenzamos en 1733
En las actas capitulares de estos años, podemos observar como el concejo de Villardompardo, mandaba cada año al corregidor de esta villa y administrador del conde, una propuesta de personas que ocuparían los diferentes cargos del ayuntamiento, para que su “merced” eligiera a los que creyera más adecuados. Al decir “su merced” podría referirse al conde en persona o al mismo corregidor, que elegiría a los candidatos en su nombre, veo más probable la segunda opción puesto que el conde se encontraba en Madrid y seguramente delegaría en el corregidor todos estos trámites.
El corregidor y administrador de los bienes del conde en Jaén era Don Francisco Vallés, donde también residía. Había otro administrador para sus bienes en Villardompardo, que era Don Alfonso Joseph de Baldelomar.
La propuesta se mandaba con personal duplicado, es decir, si había que nombrar a dos nuevos alcaldes ordinarios, se proponían a cuatro personas, y así con todos los demás puestos. Como el corregidor no conocía personalmente a los vecinos del pueblo, nombraba a los dos primeros que se proponían y así sucesivamente. Por tal motivo el ayuntamiento tenía especial cuidado con las primeras personas propuestas.
A lo largo de todos estos años se puede ver como los diferentes puestos del ayuntamiento siempre estaban ocupados por un escaso círculo de personas, pero iban cambiando de cargo, es decir, si un vecino era regidor durante un año, al siguiente podía ser alcalde ordinario y al contrario. Por ejemplo, Manuel de Moya y Alfonso de Baldelomar (ahora ese apellido se escribe con “V”) fueron personajes importantes del pueblo, ya que ocuparon diferentes cargos durante muchos años. Algo curioso es que los dos alcaldes ordinarios solían firmar las actas con un sello que reflejaba su nombre.
Como vemos en la foto, los alcaldes ordinarios: Manuel de Moya y Pedro de Murcia firmaban con un sello (aunque en la foto no lo parezca), pero los demás lo hacían de su puño y letra, y así ocurre en años sucesivos con varios alcaldes.

Los cargos que se renovaban anualmente eran:

-Dos alcaldes ordinarios; por lo tanto se proponían cuatro candidatos.
-Tres regidores; por lo que se proponían seis.
-Dos alcaldes de Hermandad; se proponían a cuatro.
-Un Padre de Menores; se proponía sólo uno.
-Dos Apreciadores del Concejo; se proponían directamente a los dos.
-Algunos cargos como Alguacil Mayor duraban mucho más tiempo.
-Había otro cargo que lo nombraba el concejo directamente que era el de “Depositario del Concejo”.
Durante muchos años fue escribano del ayuntamiento D. Juan Alonso Ponce Ubal nombrado directamente por la anterior condesa que ya había fallecido hacía tiempo.
El relevo de los cargos concejiles, a mediados de este siglo XVIII, se llevaba a cabo alrededor del mes de marzo, abril o mayo de cada año.

Algunos acontecimientos ocurridos en el Villardompardo de aquellos tiempos fueron:

El 13 de Abril de 1733 se reúne el concejo de Villardompardo formado por:
Alcaldes ordinarios: Manuel de Moya y Pedro de Murcia.
Alguacil mayor: Alfonso de Baldelomar.
Regidores: Tomás de la Chica, Baltasar de Mena y Bartolomé Jiménez.
Acordaron llamar al maestro relojero Melchor de los Reyes, vecino de Arjonilla, para arreglar el reloj de la villa, por ser muy necesario para el buen gobierno del pueblo. El precio del arreglo fue de ciento ochenta reales de vellón.

El 19 de Noviembre de 1733 siendo Alcaldes Ordinarios: Alonso Malo de Molina y Vicente de Periche.
Alguacil mayor: Alfonso de Baldelomar.
Regidores: Diego de la Chica, Manuel de Contreras y Diego de Godoy. Se acuerda, como en años anteriores, dar dos fanegas y media de tierra en las Moratillas Altas y sin cobrar renta alguna, al presbítero D. Lorenzo de Zafra, para decir misa de Alba durante todo el año.

El 23 de Febrero de 1734 se decide romper un pedazo de tierra en el Monte y repartirlo en suertes como ayuda a los vecinos más necesitados. Fue un mal año.

El 1 de diciembre de 1735 ocurre algo parecido. Resulta que muchos vecinos debían mucho trigo al pósito, allá por 460 fanegas, pero no podían pagarlo por las malas cosechas que habían tenido, así que el concejo decidió repartir una parte del Monte, que era terreno comunal, en suertes y arrendarlo “al cuarto” a aquellas personas que lo debían, para que con la cosecha del presente año pudiesen pagarlo.

Algo curioso ocurre en un acta traspapelada de la Villa de San Pedro de Escañuela que data del 5 de Abril de 1734, en la que el concejo del pueblo vecino estaba formado por un alcalde ordinario y dos regidores, además de alcalde de hermandad y otros puestos. Compartíamos al escribano: Ponce Ubal y el Alguacil Mayor: Alfonso de Baldelomar, algo fácil de comprender si tenemos en cuenta que pertenecíamos al mismo condado. Algunos apellidos tan abundantes en Escañuela como Jiménez, Cuesta o Peramo, ya aparecen en el acta.

El 7 de Junio de 1737, la situación de muchas personas del pueblo era desesperada.
Eran alcaldes ordinarios: Pedro de Murcia y Vicente Periche.
Alguacil mayor: Alonso José de Baldelomar.
Regidores: Baltasar de Mena, Alonso García de Armenteros y Alonso Silvestre.
El motivo era que se habían acabado las reservas de trigo y cebada para el abasto del Común (del pueblo), y fue preciso comprarlo de fuera al siguiente precio: a siete cuartos la fanega de trigo y a cinco cuartos la de cebada. Debido a la suma pobreza del vecindario, les era imposible comprar el pan a dichos precios y por ese motivo muchas personas estaban abandonando el pueblo a toda prisa. Esto agravaba aún más la situación, porque los que se quedaban aquí, tenían que pagar más dinero en el repartimiento de las contribuciones reales.

Explicamos esto último: Cada pueblo tenía que pagar una cantidad fijada e invariable desde hacía tiempo, en concepto de Contribución Real. Si una localidad perdía habitantes, estos tendrían que pagar más dinero por cabeza, en cambio si ganaba habitantes saldrían a menor cantidad. El ayuntamiento de nuestra localidad, sacaba parte de ese dinero arrendando y vendiendo los productos de las tierras comunales que poseía, y el resto lo pagaban los vecinos dividiendo entre los que hubiera en el pueblo ese año (repartimiento). Cuantos menos vecinos quedaran en la localidad más dinero tendría que pagar cada uno, de ahí la preocupación del concejo por no perder gente de Villardompardo. Para colmo de males, si una localidad no podía pagar la Contribución Real, los componentes del concejo (alcaldes y regidores) eran encarcelados en el pueblo que fuera cabeza de partido judicial (Martos en nuestro caso) en turnos de 15 días cada uno hasta que fuera pagado el impuesto en su totalidad. Así que los miembros del concejo deberían estar muy preocupados en años de malas cosechas.
Por todo ello y para remediar la complicada situación de 1737, el concejo escribió una carta al señor D. Francisco Vallés, administrador del Conde, para que hablara con él y concediera al pueblo la cantidad de 200 fanegas de trigo y otras 200 de cebada. No se aclara si fueron concedidas.
Como vemos, hubo una serie de años con malas cosechas. Como consecuencia de ello muchos vecinos pasaron penalidades, algunos murieron y otros se fueron del pueblo.
El prior de la iglesia de Santa María (Torredonjimeno), curioso observador de la vida tosiriana, nos ha dejado escritas unas interesantes noticias sobre las cosechas de este período. Suponemos que el tiempo y las penalidades en Villardompardo debieron ser las mismas, por la proximidad de ambos pueblos. El prior destaca como años malos y lógicamente de hambre y muertes: 1734, 1736 (demasiado lluvioso), 1737, 1750 (muy malo)
Fijaos como coincide lo que dice el prior sobre el año 1734 y 1737 con lo ocurrido en nuestra localidad en esos mismos años. Sólo podemos comparar estos dos años porque ya no aparecen actas escritas en Villardompardo hasta 1754.

EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA

El Catastro del Marqués de Ensenada de 1751, es sin duda el documento que aporta más información sobre cualquier población de aquella época. Por sí solo daría para escribir un libro, pero aquí intentaremos resumirlo en este capítulo y el siguiente.
Como hemos dicho antes, cada población tenía asignada desde hacía años una cantidad fija que debía pagar a la Contribución Real, otras veces se habla de Rentas Provinciales. No se contemplaba que el pueblo en cuestión aumentara o disminuyera en su número de vecinos. Esta injusticia fue reconocida por los monarcas, que se dieron cuenta que la mayor parte de los impuestos eran pagados por los más humildes, los llamados pecheros. Hacía falta una gran reforma, que la llevaría a cabo Zenón de Somodevilla y Bengoechea ( Marqués de la Ensenada, foto del margen) secretario de Hacienda durante el reinado de Fernando VI. Este inteligente político ilustrado se dispuso a catastrar las propiedades (casas, tierras, ganado, etc) de los habitantes de todos los pueblos de Castilla, uno a uno, con el fin de que cada cabeza de familia contribuyera a la hacienda pública con arreglo a sus posesiones (lo que se llamó Contribución Única), y no con la misma cantidad para todos, fueran ricos o pobres. El Rey Fernando VI firmó el Decreto el 10 de Octubre de 1749 e inmediatamente una enorme cantidad de funcionarios se pusieron manos a la obra para catastrar todo el reino de Castilla, al que pertenecía Andalucía (casi 15000 poblaciones en total).
Al final el catastro no sirvió para nada por la oposición de la nobleza e iglesia que querían seguir con el privilegio de no pagar impuestos, pero sí ha servido para que conozcamos la realidad socioeconómica de cada población española a mediados del siglo XVIII, entre ellas Villardompardo.

El catastro se llevó a cabo en dos fases:

• La primera consistía en responder a cuarenta Preguntas Generales que se hacían a una comisión de personas del pueblo, nombradas a tal efecto. Esas preguntas reflejaban la economía general y otros aspectos de la localidad en cuestión.
• La segunda fase, mucho más interesante, consistía en una entrevista personal con cada cabeza de familia en la cual se declaraban todas sus posesiones: casas (se decía la calle donde estaban ubicadas), tierras (se decía en qué lugar estaban, su extensión, de qué estaban sembradas, producción, etc), el ganado que poseían, y otras cosas interesantes. Así que podemos saber cuáles eran los habitantes de Villardompardo a mediados del siglo XVIII con nombres y apellidos, dónde vivían, que posesiones tenían, etc. En el siguiente capítulo se publicará una lista con todos ellos.  En éste sólo tenemos espacio para publicar las conclusiones más destacadas de las cuarenta preguntas generales. Se hizo a partir del 30 de Julio de 1751 en la posada del pueblo y debió ser un gran acontecimiento para sus habitantes.

1ª FASE: PREGUNTAS GENERALES

Las personas que se relacionan a continuación comparecieron en la posada (no se especifica el lugar donde estaba la posada, tal vez se refiera al lugar donde se hospedaba, que podría ser una casa particular) aquí se hallaba el representante del rey: D. Joseph Gómez Cumplido, abogado de los Reales Consejos, Alcalde Mayor y Capitán General de la Villa de Torredonjimeno, para responder a las 40 preguntas generales con el fin de elaborar el catastro de la Villa. Estas personas y sus cargos en el pueblo fueron:
- D. Bartolomé Luis de Moraga, que era el prior de la Iglesia Parroquial de Santa María de la Concepción de Villardompardo (este era el nombre de la actual Iglesia de Nuestra Señora de Gracia).
- D. Alfonso Joseph de Baldelomar, alcalde Mayor de esta Villa, nombrado por el Marqués de Bélgida.
- D. Pedro de Murcia y Pedro de Contreras, alcaldes ordinarios.
- Juan de Pancorbo, alguacil mayor.
- Francisco de Armenteros, Alonso Gómez de Porcuna y Pedro de Moya, regidores.
- Juan Alonso Ponce Ubal, escribano de la Villa.
- Vicente Periche y Cristóbal de Morillas, alcaldes de la Santa Hermandad.
- Lázaro de Zafra y Juan Mateo Hernández, fieles peritos e inteligentes (estas dos personas se implicaron mucho en las declaraciones, también es verdad que cobraron)
- Juan de Molina, agrimensor de Torredonjimeno.
Las 40 preguntas que se hacían eran de muy diversa índole. Las más interesantes versaban sobre la extensión del término, calidades de las tierras y cultivos que se sembraban, número de casas y de vecinos, trabajos de los vecinos, cantidad de ganado, impuestos que se pagaban, si el pueblo era de realengo o señorío, etc, etc. Con sus respuestas nos hacemos una idea de las características generales del pueblo. Veamos algunas conclusiones:

CASAS Y POBLACIÓN

En esta villa había 124 casas con el palacio del Señor Marqués de Bélgida, Conde de esta villa (se refiere al castillo), de ellas, veinticinco estaban arruinadas, inhabitables. Algunas eran solares cercados donde los vecinos sembraban. Debemos aclarar que aquellas casas eran de una extensión superior a las actuales, a veces muy superior.
En esta villa no se pagaba por razón del suelo cantidad alguna al referido Señor Conde. Antiguamente recibía pensión por vivir en ella, pero se le dio por cuatro meses de invernadero los pastos de la dehesa Rasa, que arrendaba durante esos meses y percibía cuatrocientos reales anuales.
La población la componían 114 vecinos. Debemos entender como vecinos a los cabezas de familia, fueran hombres o mujeres (viudas). El número real de habitantes era de 387 personas. Sin duda Villardompardo había conocido épocas mejores.

CALIDADES DE LAS TIERRAS DEL TÉRMINO

El término de Villardompardo lo componían unas 2800 fanegas de a doce celemines cada una. Cada celemín  estaba formado por 55 estadales y medio, y cada estadal por tres varas y dos tercias castellanas, según el marco de Ávila que es el que se practicaba en esta Villa. Si cada fanega son 0,6262 hectáreas, resulta que el término tenía una extensión de 1753,36 hectáreas, es decir, unos 17,5 Kilómetros cuadrados, la misma extensión que tiene hoy en día.
Las calidades de las tierras eran las siguientes:

DE RUEDO: estaban alrededor del pueblo y eran las más fértiles. Producían fruto todos los años, ellos decían “sin intermisión”. Las había:
- 1 F (fanega) y 10 cel (celemines) de regadío, producían alcarcel (cebada verde para el ganado) y hortalizas. Estaban en el pilar, hoy sigue habiendo huertas en ese lugar.
- 149 F y 1 cel de secano. Un año se sembraban de trigo, otro de cebada y otro de matalahúga, habas o garbanzos. Las había:
- 119 F y 10 cel de 1ª calidad.
- 29 F y 3 cel de 2ª calidad.

DE CAMPIÑA: estaban más alejadas del pueblo, eran de secano y se sembraban de cultivos herbáceos. En total eran 1575 F y 10 cel, divididas en las siguientes calidades:
- 25 F y 6 cel de 1ª calidad. Producían con dos años de intermisión (dos años de descanso) el 1º año de trigo, el 4º año de cebada y 7º año de escaña, garbanzos o yeros.
- 329 F y 3 cel de 2ª calidad. Con los mismos productos e intermisión que la anterior pero con menor producción.
- 992 F y 1 cel de 3ª calidad. Producían con cinco años de intermisión.

OLIVARES: Se encontraban en los siguientes lugares:
- 13F y 4 cel en San Antonio, eran los mejor considerados, de 1ª calidad.
- 172 F y 2 cel en La Corona, Ruimesa (Palanco) y Baldespeja**, repartidos de la siguiente forma: 31 F y 2 cel de 1ª calidad, 78 F y 8 cel de 2ª calidad, 62 F y 4 cel de 3ª calidad.
Sólo el 6,62% del término estaba sembrada de olivos. Todos sabemos que los olivos más antiguos del pueblo están en esos lugares, no hay más que ver sus troncos. (Foto de un olivo de la Corona)

**BALDESPEJA ocupaba todo el terreno comprendido entre el Arroyo la Maestra y el camino del depósito, empezando en la Cruz de Arjona y terminando en el término de Torredonjimeno, se dividía en muchos parajes: Prado Andino (Plaondino), La Cañá, Santa Rosalía, El Jetal...

DEHESAS

- 104 F en la dehesa de La Rasa (era boyal, para apacentar los bueyes) y estaba poblada por unas 300 encinas. Una parte era infructífera por ser peñascales. Se extendía desde la Huerta Salada hacia arriba, pasando por “las Quebrás” (foto del margen) hasta llegar a Las Pilas y Santa Gema
- Dehesa de la Carnicería: con 379 fanegas poblada con 2400 encinas, la componían: Picayuelo, Barranco Rodrigo y Cerro de la Zahurda. Se dividía en:
- 126 F y 4 cel (la tercera parte) en la dehesa de yeguas, para apacentar a estos animales.
- 252 F y 8 cel se conocía como dehesa del Concejo y se utilizaba para vender sus frutos: la bellota, y para alimentar a los cerdos con las que quedaban.

RESTO DE TIERRAS

- 148 F de tierras yermas que son peñascales.
- 177 F y 7 cel de terreno que ocupan los caminos, arroyos, veredas y las madres de los dos salados.
- 24 F que ocupa el asiento del pueblo. Hoy ocupa unas 44 fanegas (27,7 Ha). Ahora es casi el doble.

GANADO

Las especies de ganado que había en este pueblo y su término eran:
- Catorce yeguas y un lechuzo (muleto que aún no tiene el año) y cuatro caballos capones.
- Cincuenta y una cabezas de ganado vacuno de trabajo (bueyes), doce cerriles y cuatro mamones, que pastan en este término y son propios de varios vecinos.
- Más de seiscientas noventa y seis ovejas (las ovejas sufrían ataques de lobos)
- Veintisiete cabras.
- Doscientas dieciséis cabezas de ganado de cerda.
- Sesenta y una de ganado asnal (no había mulos)
- Siete colmenas.
Debía haber muchas aves de corral pero no constan en las declaraciones.
El ganado se alimentaba en las dos dehesas y en las tierras que se encontraban en barbecho, que eran muchas, por sembrarse casi todas con dos o cinco años de intermisión. En general, las tierras estaban muy mal aprovechadas.

IMPUESTOS

Impuestos pagados a su Majestad:

Los declarantes dijeron que esta villa paga anualmente a su Majestad por el Real Servicio ordinario y extraordinario (Impuesto incluido en las Rentas Provinciales), 771 Reales y tres maravedís, que se reparten entre los vecinos de esta villa y hacendados de su término, pecheros y correspondientes al estado general.
Según los Peritos Lázaro de Zafra y Juan Mateo Hernández, este impuesto era injusto porque los vecinos pagaban el doble de lo que debían, ya que la cantidad anterior fue fijada en 1717, con arreglo a los vecinos de aquella época. En la actualidad (1751) el número de vecinos había bajado un tercio y además, desde aquel año hasta 1751, muchas parcelas habían pasado a instituciones eclesiásticas y el vecindario no disfrutaba de su producción, con lo cual era menor su liquidez.

Impuestos pagados a la Iglesia:

La población pagaba los siguientes impuestos por su producción agrícola y ganadera:
- El diezmo: era la décima parte de la cosecha. Se pagaba en la tercia del pan decimal, casa situada en la calle Capitán Ortega Gallo (por encima de la cooperativa) de ahí el nombre de la calle “La Tercia”
- La primicia: afectaba al trigo y cebada. Se pagaba media fanega si la cosecha superaba las seis fanegas.
- Voto de Santiago: se pagaba siempre que la cosecha superase las diez fanegas. Consistía en pagar tres celemines si se había cultivado con una yunta, o seis celemines si había sido con dos yuntas. Se pagaba en especie.
- Pie de Altar: sólo se pagaba sobre la hortaliza y lo cobraba directamente el prior.
- Diezmo de Minucias: se pagaba sobre la lana, queso, corderos, potros etc.
La medida del grano para el pago de los impuestos se realizaba con instrumentos que aún se conservan en muchas casas: Fanega, Cuartilla, Celemín (falta) y Medio Celemín








Impuestos pagados al Conde de la Villa:

El Conde cobraba los siguientes impuestos (la cantidad que figura es lo recaudado/año)
- La Alcabala Real: El conde cobraba anualmente 2000 R (reales) de Vellón por este concepto. Este impuesto lo pagaban los vendedores de productos y era un porcentaje (entre 5 y 10 %) del valor de dicho producto.
- Alcabala del viento: 100 Reales. Tributo que pagaba el forastero por lo que vendía en este pueblo.
- Por las posesiones que se venden: 50 Reales
- Por correduría: 100 Reales de vellón. Comisión por la compraventa.
- Por las penas de cámara: 12 Reales. Multas
- Por los pastos de la Dehesa: 400 Reales
En resumidas cuentas: el rey cobraba impuestos directos a los ciudadanos, la iglesia cobraba impuestos a la producción y el conde cobraba impuestos en las transacciones comerciales.

GASTOS ANUALES DEL CONCEJO (del Ayuntamiento)

Los gastos anuales del concejo eran los siguientes:
- Salario del “ministro ordinario”: 100 Reales
- Al relojero: 110 Reales
- Cera por la Fiesta del Corpus y su octava: 100 Reales
- Novenario a la Virgen de Atocha: 81 Reales
- Fiesta a San Roque: 26 Reales
- Fiesta de la Purificación o Candelaria: 60 Reales
- Salario del escribano: 300 Reales
- Daños de la Mesta mayor: 410 Reales
- Papel, despacho de veredas, reparo de calzadas, aderezo de fuentes, pontón, acopio de rentas: 400 Reales
No aparece por ningún lado gastos por las fiestas patronales que celebramos en la actualidad. Tampoco se habla de ningún cementerio ya que en aquellos años se enterraban a los difuntos en la “fábrica de la iglesia”, es decir, en su interior.

El próximo capítulo se dedicará íntegramente a las declaraciones individuales.

FUENTES CONSULTADAS

● Actas Capitulares originales de esta época, presentes en el archivo del ayuntamiento.
●“Libro maestro de legos” con signatura 7990. Presente en el Archivo Histórico Provincial de Jaén
●Torredonjimeno en 1752 publicado en Internet por Manuel Padilla Sánchez
●Cómo se hizo el Catastro del Marqués de Ensenada http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero2esp.pdf.
●Fotos del autor excepto la del Marqués de la Ensenada, bajada de Internet.

Carlos Ramírez Perea




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