martes, 5 de agosto de 2014

HISTORIA DE VILLARDOMPARDO Y DE SUS PERSONAJES. CAPÍTULO X

CONTEXTO HISTÓRICO

   En este capítulo contaremos la historia de Villardompardo en los últimos veinticinco años del siglo XVIII (1775-1800). En el anterior, comentamos el contexto histórico de este período, así que no lo repetiremos de nuevo, sólo recordaremos que los dos reyes que gobernaron durante estos veinticinco años fueron Carlos III (1759-1788) y su hijo Carlos IV (1788-1808).
   Sí hablaremos del gran acontecimiento de esta época, la Revolución Francesa, que se inició con la autoproclamación en París del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789, y finalizó con el golpe de
estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
   Sus consecuencias fueron de tal magnitud que, el período histórico comprendido entre dicha revolución y el presente, es conocido como Edad Contemporánea.
   Las ideas revolucionarias se extendieron por toda Europa (ayudadas por las conquistas de Napoleón), y también por América.
   Poco a poco, durante el siglo XIX, se va desmoronando el Antiguo Régimen y aparece la Sociedad Moderna, no sin antes padecer diversas revoluciones en distintos países y en diferentes épocas de aquel siglo.

HERENCIA DEL TÍTULO DE CONDE DE VILLARDOMPARDO

   Según dijimos en el anterior capítulo, dos son los Condes que gobiernan Villardompardo en este último cuarto de siglo:
   D. Pascual Benito Belvis de Moncada e Ibáñez de Segovia (Valencia, 1727 - Madrid, 1781) fue nombrado caballero de la Orden de Carlos III en 1771 y del Toisón de Oro en 1780, se casó en 1745 con Florencia Pizarro y Herrera (1727-1794), marquesa de San Juan de Piedras Albas y Dama de la Orden de María Luisa, teniendo cuatro hijos, entre ellos a D. Juan de la Cruz Belvís de Moncada y Pizarro, que nació el 4 de diciembre de 1756  en Madrid y murió el 20 de octubre de 1835 también en Madrid, con 78 años de edad. Este señor sería el XI Conde de Villardompardo, además de una larguísima lista de títulos que heredó de sus padres.
   Fue un absolutista convencido que estuvo en Cádiz durante la Regencia en la guerra contra Napoleón, fue depuesto de sus cargos en el Trienio Liberal y repuesto al volver Fernando VII, jubilándose de sus cargos en 1833, poco antes de la muerte del rey.
ACTAS CAPITULARES
   Las actas capitulares desde 1775 a 1785 presentan poca variedad. Casi todas se refieren a los nombramientos y tomas de posesión de los diferentes oficios del Ayuntamiento de Villardompardo, y muy pocas a otros acontecimientos que nos den idea de la vida cotidiana en la localidad. A partir de 1785 todo cambiará, como más adelante veremos. El primer escrito de finales de 1775 hace referencia a una carta enviada por el Conde de Villardompardo (D. Pascual Benito Belvis de Moncada), dando las gracias al pueblo por las felicitaciones navideñas que le envió el Concejo. También los tranquiliza sobre el rumor de que la localidad sería arrendada a un tal Don Juan Cobo Calleja; todo era falso.
   El número de oficios del ayuntamiento había aumentado respecto a años anteriores.
   En1776, los elegidos por el Marqués de Bélgida y Conde de Villardompardo para desempeñar los diferentes oficios del municipio fueron:
-          Alcaldes Ordinarios: Antonio de Murcia y Miguel de Molina.
-          Regidores: Alfonso Gómez, Manuel de Jesús García y Carlos Morillas.
-          Alcaldes del Campo: Juan León Fernández y Juan Gay.
-          Apreciadores del Campo: Sebastián de Torres y Manuel “Gerónimo” de Gámez.
-          Padre General de Menores: Cristóbal Morillas Colomo.
-          Ministro Ordinario: Lucas de la Parra.
-          Depositario del Pósito: Diego Ortega Carrión. Este oficio era muy importante ya que esta persona controlaba la entrada y salida de grano del pósito, además del dinero depositado en un arca del ayuntamiento (arca del pósito)
-          Depositario de Caudales de Propios: Julián Becerra.
-          Repartidores de cientos, millones (eran impuestos), jabón, paja y utensilios con los que cada vecino debería contribuir a su Majestad. Fueron nombrados: Juan de Molina y Manuel de Zafra. Estas personas deberían recoger todos esos impuestos a los vecinos, previa información de lo que a cada uno le tocaba contribuir.
-          Cobrador de la Bula de la Santa Cruzada: Cristóbal García. Como ya hemos comentado en otros capítulos, este oficio tenía su complicación. Este señor recibió el 16 de Febrero de 1776 las siguiente Bulas: 410 Bulas para vivos, 50 Bulas de Difuntos, 4 Bulas de Composición y 2 de Laticinios; posteriormente las debería repartir a los vecinos del pueblo, cobrarlas y, finalmente, todo lo recaudado debería ser entregado el día de Santa María de Agosto a D. Juan Antonio de Castro, vecino de Jaén. De no ser así, debería responder con sus bienes.
   No volveremos a hacer más referencia a este tipo de actas con nombres propios, a no ser que ocurra algo diferente a las demás o aparezca algún nombre significativo. Las personas nombradas anteriormente aparecen muchos años consecutivos para ocupar cargos diferentes al que ejercían el año anterior. Debemos tener en cuenta que, por aquella época, Villardompardo debería tener unos 400 o 500 habitantes y eran muy pocas las personas dispuestas y adecuadas para ocupar cargos, así que era muy normal la repetición, pero esto les causará problemas como más adelante veremos.
 
   La carta que envía el Señor Conde en Diciembre de 1777 para nombrar los cargos concejiles de 1778, va por primera vez impresa. También va impreso su escudo de armas. En todos los años anteriores, las cartas eran manuscritas y el escudo de armas estaba marcado sobre oblea. En las fotos anteriores tenéis la diferencia.
 CEREMONIA DE TOMA DE POSESIÓN DEL “CONDE DE VILLARDOMPARDO”
   D. Pascual Benito Bellvís de Moncada e Ibáñez de Segovia (X Conde de Villardompardo) murió en 1781 en Madrid con 54 años, así que le sucede su longevo hijo D. Juan de la Cruz Bellvis de Moncada, heredando todos los títulos y mayorazgos, entre ellos el de XI Conde de Villardompardo. A la toma de posesión del Condado no asistió el mismo D. Juan de la Cruz, pues eran muchos los títulos de los que tenía que tomarla; así que el 4 de Agosto de 1781, se personó en nuestra localidad su administrador, D. Miguel Francisco Montero, residente en Jaén. A la ceremonia, además del administrador, acudieron los dos alcaldes ordinarios de la villa: D. Antonio de Murcia y D. Francisco “Giménez” Morillas, además del resto de cargos concejiles. El acto consistió en la entrada de D. Miguel en el palacio del Conde (el castillo) abriendo y cerrando puertas y ventanas, igualmente hizo en los dos molinos de aceite que tenía en el pilar. El mismo D. Miguel también tomó posesión de sus campos y lo hizo rompiendo algunos terrones de la huerta que el Conde poseía en el pilar. Con todo ello se simbolizaba la “pacífica y quieta” toma de posesión de sus propiedades.
CASO DE CORRUPCIÓN EN EL AYUNTAMIENTO
   Me extrañó no encontrar ningún acta capitular de los años 1782, 1783 y 1784, todo se aclaró al leer las de 1785. Como sabéis, había una ley que impedía la ocupación del mismo cargo en el ayuntamiento durante años consecutivos, ni tampoco por familiares directos como hermanos o padres.
   Resulta que José de Cuenca, vecino de Villardompardo, comunicó a las autoridades superiores la ocupación del cargo de Alcalde Ordinario por parte de Miguel de Molina, durante varios años seguidos. Así que su majestad Carlos III, mandó provisión para que se declarase nulo el nombramiento de los cargos concejiles durante el presente 1785 y los dos años anteriores. También ordenó que se mandasen las actas capitulares de dichos años a la Real Chancillería de Granada para su investigación, pero las actas no se encontraban, alguien las hizo desaparecer deliberadamente (por eso no están en el libro).
   Como sabemos, a finales de año se enviaba al conde una propuesta de cargos concejiles y éste elegía a los que le parecían más idóneos para el año siguiente. El conde no hubiera consentido la repetición de cargos en años consecutivos, así que con toda probabilidad las propuestas que se le enviaron estaban manipuladas, por eso se hicieron desaparecer las actas del ayuntamiento, para eliminar las pruebas del delito. Pero lo peor no fue eso. Miguel de Molina, con el consentimiento del “Fiel de Fechos” Francisco José Carrión, cometió excesos en las cuentas del Pósito y también en algunas escrituras y testamentos, así que fue citado, junto con Carrión, a comparecer ante un tribunal en la Real Chancillería de Granada.
   No sabemos cómo transcurrió el juicio, pero podemos afirmar que ambos fueron a prisión, porque el 1 de Agosto de 1786, los jueces de la Chancillería ordenaron su puesta en libertad bajo fianza, pero al pasar el plazo de 15 días y no ser depositada, se ordenó de nuevo auto de prisión contra ellos. Además, se exigió el traslado al ayuntamiento de ciertos documentos que tenía Francisco José de Carrión en su casa, para que estuvieran a vista de todos.
  Este caso tuvo una gran repercusión, pues en las actas de 1785 y siguientes, se recogen con todo lujo de detalles los acuerdos tomados en el ayuntamiento. Sería muy largo reflejarlos todos en este capítulo, así que sólo hablaremos de lo más curioso.

ALOJAMIENTO DE SOLDADOS EN CASAS PARTICULARES
   El 28 de Febrero de 1786, D. Joseph de Ávalos, asistente en Sevilla, mandó una carta impresa para aprobar que se remunerase con dinero a los vecinos de los pueblos de Jaén que se vieran obligados a alojar soldados de las tropas transeúntes. La remuneración era de 16 maravedís para el vecino que alojase a un soldado con caballería y de 12 para el que alojase a un soldado de infantería. Para que todo se llevara a efecto con eficacia, el Síndico Personero de cada pueblo, que en Villardompardo era D. Rodrigo Ponce Ubal, debería anotar en una “Boleta de Alojamiento” el nombre del soldado alojado y el vecino que lo aposentaba, y lógicamente si era de caballería o de infantería.
 EPIDEMIA DE FIEBRES TERCIANAS
   A finales del verano de 1786, se toman medidas contra una epidemia de Fiebres Tercianas (también llamadas Paludismo o Malaria) que afectaba a toda Andalucía y a otras zonas del país, y lógicamente a Villardompardo.
   El nombre de “tercianas” se debe a que el enfermo sufría episodios de fiebre muy alta cada tres días, y lo dejaba tan postrado en cama que le impedía trabajar e incluso le podía provocar la muerte.
   En aquella época no se sabía que la enfermedad era transmitida por la picadura del mosquito Anopheles. Pensaban que era provocada por las aguas estancadas y en putrefacción de lagunas y arroyos. No iban tan descaminados, ya que precisamente es donde se reproducen los mosquitos.
   El 7 de Septiembre de 1786, su Majestad Carlos III, le manda una carta al Intendente de Jaén para que reparta entre todos los pueblos de la provincia un total de 16 arrobas de Quina procedentes de la Real Botica. A cada localidad le correspondería una cantidad determinada según la población enferma. Esta sustancia se utilizaba para combatir la enfermedad y se obtenía de la corteza de un árbol del mismo nombre (foto del margen). Su sabor era muy amargo, de ahí el famoso dicho: “Más malo que la quina”. El medicamento lo recibiría el párroco de cada pueblo (D. Alonso Valenzuela y López en el caso de Villardompardo), y lo repartiría entre los enfermos a los que un médico titulado se lo hubiera recetado. En nuestra localidad no había facultativo, así que se llamó a D. Jacinto Perales, médico de Torredonjimeno, para que asistiera a los afectados. Los gastos de los enfermos pobres correrían a cargo de las arcas públicas.
ALGUNOS ACUERDOS DE 1787
   ● El 30 de Enero de 1787, Villardompardo es visitado por D. Felipe Soprani (Capitán del Regimiento de Dragones) para realizar un registro de dehesas, yeguas y caballos padres de este término. Encontró 25 yeguas de buena calidad, dehesas, abrevaderos y abrigos (refugios para animales en el campo) además de suficientes caudales de propios (fondos en el ayuntamiento) para poder comprar un Caballo Padre para la monta de las yeguas. El Concejo y los criadores de potros se reunieron para deliberar la decisión de D. Felipe y llegaron a la conclusión de que no era rentable la compra, ya que no había más de 8 yeguas que eran “montadas” al año.
   ● El caso de corrupción de 1785 en el ayuntamiento, tuvo sus consecuencias. En Septiembre de 1787 el Conde decide nombrar directamente y por primera vez a un escribano fiel para las villas de Villardompardo y San Pedro de Escañuela. El Conde buscaba que no fuese del pueblo, para que estuviese fuera de cualquier interés e influencias de otras personas. Nombra a D. Bernardo de Domingo Arranz, procedente de la villa de Fuentecén en “Castilla la Vieja”. El nombramiento no estuvo exento de polémica, ya que los alcaldes ordinarios y sobre todo el anterior escribano, D. Rodrigo Fernando Ubal, mostraron su disconformidad  (éste último se hallaba suspenso del cargo por su “errada conducta”). Al final todos terminaron aceptando al nuevo escribano.
   Debo decir que desde que esta persona toma la escribanía del ayuntamiento, se anotan todos los acuerdos y la letra es perfectamente legible.
   Hay más actas de 1787 pero son menos relevantes. No existen actas de 1788 y 1789 así que pasaremos a 1790.

LA ESCUELA DE NIÑOS

   Este acta no tiene desperdicio. Se recibe una carta enviada con fecha 6 de Mayo de 1790 que contenía una Orden Real y Supremo Consejo de Castilla en la que se preguntaba sobre la presencia en el pueblo de dotaciones de escuelas y maestros formales. El Concejo, cuyos alcaldes eran Juan de Aguilar y Juan Gay, se reúne el 28 de Junio para responder a la misma. Se dice lo siguiente: En Villardompardo hay unos 120 vecinos (unos 480 habitantes)* y unos 34 niños de entre 5 y 12 años que podrían recibir instrucción de primeras letras. No hay maestro cualificado, así que la persona que se considere más idónea dará una corta instrucción a los niños. Recibe una dotación de 99 Reales anuales pagados del Fondo de Propios, como no es suficiente, los padres deben pagar la manutención del maestro. Aquí estaba el problema, muchos padres se llevaban a sus hijos de corta edad al campo y otros no tenían para pagar la manutención del maestro, así que eran muy pocos los que acudían a la escuela. El cura párroco también les podría dar Instrucción Cristiana, pero los niños no acudían a recibirla ni iban a misa.
De escuela de niñas apenas se habla, sólo se dice que una maestra se dedicaba a su educación pero no recibía dotación alguna, “todo por amor al arte”.
   Para pagar a un maestro de calidad harían falta unos 100 ducados anuales, parece ser que había suficientes fondos para ello, además los padres también deberían implicarse. El informe es muy largo, se ve que era un tema que le preocupaba mucho al escribano D. Bernardo de Domingo Arranz.
*La población no había cambiado prácticamente nada respecto al Catastro del Marqués de la Ensenada, casi 40 años antes.

CONSTRUCCIÓN DEL “PILARILLO DEL BOLA”

   El 2 de Septiembre de 1791, se reúne el concejo para aprobar la construcción de un nuevo pilar en el Camino Jaén (no puede ser otro que el conocido y ya desaparecido “Pilarillo del Bola”) ya que era muy beneficioso para el pueblo. Debemos tener en cuenta que por dicho camino se accedía a las dos dehesas: “La Rasa” y “La Carnicería” y también al Monte, así que el tránsito de animales para apacentarlos era abundante. Se decidió aprovechar la piedra que había en un antiguo pilar situado en el Arroyo del Pozo y que no tenía agua, para construir el nuevo del Camino Jaén.

OTRO CASO DE CORRUPCIÓN

   El 3 de Febrero de 1792 se reúne el concejo para resolver el siguiente problema: resulta que en la noche del 28 de Julio de 1789 fueron robados los fondos del Arca de los Caudales de Propios. El acusado del robo, que era el Depositario de dichos fondos en aquel año (se da nombre y apellido), se estaba pagando el largo juicio (gastos de asesorías, Promotor Fiscal, Peones, etc) de los Caudales Públicos, así que era necesario nombrar a un comisionado para controlar esos gastos “con la debida cuenta y razón”. El nombrado para ello fue Ramón Guijosa, uno de los regidores del ayuntamiento.

LAS CUENTAS DEL PÓSITO

   El 28 de Mayo de 1793, se reúnen los miembros del Concejo de esta localidad para responder a una carta procedente del Real y Supremo Consejo de Castilla. En ella se preguntaba cuál era el número de fanegas de trigo y de maravedís, que debía tener de fondo el Real Pósito de Villardompardo. Contestaron lo siguiente:
-          El fondo de grano de este pósito es de 2200 fanegas de trigo, cuyo destino es:
-          Unas 1000 fanegas para el repartimiento de la sementera.
-          Unas 300 fanegas para el repartimiento de escarda o barbechera.
-          Unas 400 fanegas para el abasto del “panadeo” (para hacer el pan)
-          Unas 500 fanegas que deben quedar en el pósito para prevenir años estériles.
-          Respecto al fondo de maravedís, debería haber unos 12000 maravedís para el repartimiento de recolección y demás gastos que ocurran.
-          Se dice que el Pósito está situado en la Plaza Pública, recordemos que en 1752 estaba situado en algunas estancias del castillo, y que necesitaba la construcción de una pared de once varas de largo, cuatro de alto y dos pies y medio de grueso para evitar la humedad. La obra costaría unos 1300 reales.
-          Contestaron que a día de hoy, lo que realmente había en el fondo del pósito era: 3566 fanegas, de las cuales 501 estaban depositadas en grano y el resto prestada a los agricultores. Y el fondo de dinero era de 3323 reales y 21 maravedís.

APARECE EL APELLIDO CALVACHE EN VILLARDOMPARDO

   El apellido Calvache es muy escaso a nivel nacional, mucho más que Gay o Perea, que son los otros dos apellidos de los que estamos haciendo un especial seguimiento. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), en toda España hay un total de 1051 (0,022 ‰) personas que lo tienen como primer apellido,  857 (0,018 ‰) personas que lo tienen como segundo y sólo 5 con los dos apellidos. Jaén es la segunda provincia, después de Almería, en abundancia del mismo, con  96 (0,144‰) personas que lo tienen en primer lugar y 69 (0,104 ‰) que lo tienen en segundo, muchos de ellos se encuentran en Villardompardo, así que su abundancia relativa es muy alta en esta localidad.
   El origen del apellido en Villardompardo, se debe al matrimonio celebrado el 27 de Abril de 1795 entre Francisco de Sales José Calvache Vegara y María Josefa de la Cámara. La ceremonia se celebró en la casa del padre de la novia: Diego de la Cámara, no sabemos el motivo. Diego era hijo de Juan de la Cámara, que en 1752 vivía en la calle Arrabal (Avda. de Andalucía) en una casa que ocupaba los actuales números 35 y 37, curiosamente, en las dos casas siguen viviendo personas con el apellido Calvache. Una de ellas afirma que su casa fue herencia de sus abuelos y bisabuelos, así que es muy probable que sean descendientes directos de aquel primer Calvache.
   El esposo, Francisco de Sales José Calvache, nació el 29 de Enero de 1765 en Torredonjimeno y fue bautizado en la iglesia de Santa María el 31 del mismo mes. Era hijo de Pedro Calvache Ortega y María Vegara Arquillo, ambos vecinos de Torredonjimeno. El origen del apellido en el pueblo tosiriano se debe a dos hermanos: Gabriel y Alonso Calvache, que se instalaron en dicha localidad en la segunda mitad del siglo XVI, pero ignoramos su procedencia. Ambos se casaron y tuvieron un total de 13 hijos.
   La esposa, María Josefa de la Cámara, era hija de Diego de la Cámara y María Josefa Pariente, ambos vecinos de Villardompardo.
   Dicho apellido se extendió mucho en la localidad, en un censo de 1894 (un siglo más tarde) había ocho personas con el apellido en primera posición y cuatro en segundo, pero en dicho censo sólo se inscribían varones y viudas de más de veinticinco años. La verdadera extensión del apellido se produjo en el siglo XX. Hay personas de Villardompardo y fuera de la localidad que están elaborando árboles genealógicos del mismo.
El resto de las actas, hasta 1800, ha sido imposible meterlas en este capítulo.
FUENTES CONSULTADAS
● Actas Capitulares Originales de esos años.
● Algunas páginas de Internet sobre casas nobiliarias e historia, también la del INE
● Actas Bautismales de la Iglesia de Santa María en Torredonjimeno.
● Actas Matrimoniales de la Iglesia Nuestra Señora de Gracia de Villardompardo.
● Agradezco al ayuntamiento su colaboración en la realización de este trabajo.

                                                                                       Carlos Ramírez Perea



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