jueves, 24 de noviembre de 2022

 

COMPRA DE LOS ALMACENES DEL PÓSITO PARA EDIFICAR LAS ESCUELAS. VILLARDOMPARDO 1909

El 4 de marzo de 1909, la Delegación Regia de Pósitos, publica una circular (primera foto) ordenando que todos los bienes inmuebles de los Pósitos deberían ser vendidos, puesto que ya habían cumplido la función para la que habían sido creados hace siglos: prestar y almacenar grano para las poblaciones. En dicha circular se dice que, en primer lugar, esos inmuebles deberían ser inscritos en el Registro de la Propiedad a favor del Pósito en el plazo de dos meses. Una vez realizado el trámite, estos bienes tenían que ser puestos a la venta en pública subasta.

En Villardompardo existía un almacén de grano perteneciente al Pósito en la misma plaza del pueblo, en el lugar donde ahora se sitúa el Edificio de Usos Múltiples y que era conocido como “Casas Paneras”. En aquel año de 1909, el ayuntamiento de Villardompardo siguió de forma escrupulosa todos los trámites que aparecían en la circular anterior. Su intención era comprar dicho edificio para construir las escuelas del pueblo, ya que las clases se impartían en casas particulares que el mismo ayuntamiento alquilaba y que suponían un gasto anual importante.

Todo el proceso viene perfectamente descrito en los documentos del ayuntamiento. Por aquellos años


era secretario D. José Gómez Fernández (segunda foto, bisabuelo de Pedro el carpintero y Mari Pepa) y alcalde D. José Calvache Armenteros (tercera foto, bisabuelo de Mari Pepa). Primero se procedió a la enajenación del edificio y a su inscripción en el Registro de la Propiedad. Para el 27 de mayo ya se había registrado, y es cuando la corporación decide comprarlo para la construcción de las escuelas públicas e incluso algunas habitaciones para los maestros.

Quizá lo más interesante del documento es que durante el proceso de compra, el secretario revisó el archivo municipal buscando posibles propietarios del edificio, y de alguna forma nos cuenta la historia del inmueble. Resulta que, en el Catastro de 1752, las casas paneras de la plaza no existían como tal, y el
trigo del pósito se guardaba en el Castillo del Conde, concretamente en las estancias que servían como cárcel. En 1909, el castillo ya se encontraba en ruinas y pertenecía a Juan Armenteros Gay. Parece ser que en 1862, el Subdelegado de Pósitos ordenó el traslado de grano desde el castillo al edificio de la plaza, que hasta entonces había estado destinado a escuela de niños. En 1868 ya aparecen las “casas paneras” como propiedad del pósito y valoradas en 3500 pesetas, pero no estarían registradas como de su propiedad. Sus medidas eran 23,50 m de ancho por 12,50 m de profundidad. El ayuntamiento pide al maestro de obras Diego Gay Garrido que valore el edificio, y éste le calcula el mismo valor anterior de 3500 ptas. Esta cantidad es la que propone la corporación municipal al Subdelegado de Pósitos de Jaén para su compra, y este señor contesta en octubre de 1909 aceptando dicha cantidad.

Es así como el inmueble que todos hemos conocido como escuelas y actualmente Usos Múltiples, pasó a propiedad municipal. Posteriormente sería derribado con la intención de construir las nuevas escuelas, pero las obras se prolongaron durante décadas por falta de presupuesto. Sabemos que durante la década de los 40 y 50 las obras estuvieron paradas, y el edificio, a medio construir, se utilizaba para meter los toros en las capeas durante las fiestas patronales. El colegio donde muchos hemos recibido clases, fue terminado entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, y además con bastantes deficiencias. Durante los años ochenta se construyen los nuevos colegios en el solar frente al castillo, y en la década de los noventa, el edificio de la plaza es desalojado definitivamente y comenzará el proceso para edificar el de usos múltiples, actualmente el más utilizado del municipio.

Os dejo algunas fotos de toda esta historia.






domingo, 25 de septiembre de 2022

 

CAPÍTULO XXI

ACONTECIMIENTOS OCURRIDOS EN VILLARDOMPARDO DESDE 1864 a 1868

    En este capítulo hablaremos de los últimos cinco años del reinado de Isabel II. El país entra en una fase muy complicada. El ferrocarril deja de ser rentable, provocando una grave crisis financiera. El algodón sube de precio por la Guerra de Secesión americana, los impuestos eran muy altos y, además, hay una sucesión de malas cosechas (sobre todo la de 1868) que causarán una crisis de subsistencias y un malestar general en todo el país. La expulsión de algunos profesores universitarios con ideas republicanas como: Castelar, Salmerón o Sanz del Río, provocaron revueltas estudiantiles. Algunos pronunciamientos militares alentados por el general Prim fueron reprimidos con mucha dureza. Ante esta situación, un grupo de políticos progresistas se reunieron en la ciudad belga de Ostente con la intención de destronar a la reina y crear Juntas Revolucionarias en las provincias.

    En septiembre de 1868, el almirante Topete (foto[1]) se subleva en Cádiz. La revolución, conocida
como “La Gloriosa”, se extiende por Cataluña, Andalucía, Valencia… y se crean Juntas Revolucionarias en las principales capitales de provincia. Tras la batalla de Alcolea (28 de septiembre) donde triunfan las tropas sublevadas al mando del general Serrano, la reina Isabel II se ve obligada a abandonar su veraneo en Lekeitio y exiliarse en París durante el resto de su vida. El 8 de octubre se forma un gobierno provisional presidido por el general Serrano.

   En una localidad como Villardompardo, cuya población rondaba los mil habitantes, las cosas transcurrían con mayor tranquilidad, pero los impuestos asfixiaban a los vecinos y la mala cosecha de 1868 se dejará sentir en el pueblo. Las actas capitulares de estos años son muy repetitivas y apenas hablan de novedades, están muy orientadas al tema monetario: pago de impuestos, aprobación de presupuestos, sueldos de maestros, secretario, médico…

¿CÓMO SE CONSTITUÍAN LOS AYUNTAMIENTOS EN AQUELLOS AÑOS?

La duración de las corporaciones municipales era bianual, por esa razón el alcalde para el año 1864 era el mismo que el nombrado en 1863: D. Alonso García Ortega. La misma corporación municipal elegía quienes deberían formar parte del ayuntamiento para los dos años siguientes, y el Gobernador Civil era quien lo aprobaba.

    EL 20 de diciembre de 1864 se pide juramento a D. Pedro Becerra Murcia como Juez de Paz y se nombran a dos personas más como suplentes. La fórmula del juramento era: “¿Juráis por Dios y los Santos Evangelios guardar y hacer guardar la Constitución de la monarquía y las leyes, ser fiel a su majestad Isabel II y conduciros bien y lealmente en el desempeño de vuestro cargo?   Sí juro; si así lo hicieseis, Dios os lo premie, y si no, os lo demande”. 

El 1 de enero 1865 tocaba renovar el ayuntamiento. Se reúne la corporación municipal saliente: Alonso García Ortega (alcalde), Atanasio Medina (teniente de alcalde), Pedro Ruiz, Ildefonso Zafra, José Manuel Hernández, Juan García Ortega, Francisco Fernández Rísquez y Antonio Moya Jiménez como regidores. El señor gobernador reelige a todos ellos, pero cambiando de cargo a algunos de ellos, de tal forma que la nueva corporación queda como sigue: Ildefonso Zafra como alcalde y José Manuel Hernández como teniente de alcalde. Estos dos últimos juran el cargo con la fórmula acostumbrado, toman sus varas de mando y ocupan sus asientos. Los seis nuevos regidores son por este orden: Atanasio Medina, Alonso García, Juan García, Francisco Fernández, Antonio de Moya y Pedro Ruiz. El síndico será Atanasio Medina, los peritos apreciadores de casas y fincas serán: Bonoso Gay Amor y José María Sánchez, el depositario del pósito Francisco Hernández y clavero el señor alcalde (tenía las llaves del pósito)

    También se nombra la Junta Local de Instrucción Primaria y se fijan los sábados como día para las reuniones de la corporación municipal.

    Manuel Águila Gay era guarda municipal, y el 25 de enero comunica al ayuntamiento no poder realizar su función por problemas de salud. Se nombra como suplente a Fernando Águila. Si Manuel Águila mejora, Fernando dejará su puesto, si no es así, este último ocupará el cargo.

El 1 de enero de 1867 toca renovar el ayuntamiento, así que se reúne la corporación municipal saliente para ser sustituida por la nueva, que fue nombrada por el gobernador el día 7 de diciembre del año anterior. Sus componentes son: D. Atanasio Medina y D. Juan García (entiendo que el primero sería el alcalde y el segundo teniente de alcalde). Los regidores son: Ildefonso de Zafra, Francisco Fernández, Fernando Moya, Miguel Ortega Torres y Juan Peragón. Todos reunidos en las salas capitulares asisten al juramento del nuevo alcalde con la fórmula de costumbre. Seguidamente todos juraron su cargo. Se nombra Síndico* a Fernando Moya Jiménez, y se eligen los sábados como día para las reuniones.

Síndico*: el concejal síndico tenía como función defender los derechos de los vecinos.

El 1 de enero de 1868 tocaba continuar con la misma corporación, pero debió de haber alguna baja porque comparecieron los señores: José María Sánchez Zafra, José Alcalá Higuero y el juez de paz Francisco Medina Moya. Los dos primeros son suplentes, pero no se dice de quiénes.  Prestan su juramento para formar parte de la corporación municipal, y el 2 de enero se acuerda la continuación de
los mismos cargos del año pasado (foto[2])

A partir de la “Revolución Gloriosa” en septiembre de 1868, los ayuntamientos serán renovados inmediatamente, pero eso lo veremos cuando tratemos este año de forma específica.

REPARTO DE TIERRAS COMUNALES

    Durante este año de 1864 y los siguientes, se hace referencia de forma indirecta a la Desamortización de Madoz. Muchos vecinos habían recibido tierras que antes eran del municipio (Bienes de Propios) y se habían convertido en propietarios de las mismas, pagando unos cómodos plazos anuales. Por eso se apresuraban en registrarlas lo antes posible. Tenemos muchos ejemplos:

Ana Josefa Gay Morales adquirió unos terrenos por el repartimiento de bienes de propios y manifiesta ante el juez de paz y el secretario del pueblo, D. Manuel Chamorro Serrano, su deseo de que estas fincas sean inscritas en el registro de la propiedad, ya que pagaba los seis reales anuales y la contribución de dichas propiedades.

Manuel García Cámara pidió que se anotara en el registro de la propiedad la parcela de una fanega que había adquirido, ya que pagaba sus doce reales anuales de rédito y la contribución territorial desde hacía algunos años.

Ildefonso Zafra y Juan José Hernández piden ante el juez de paz que se inscriban en el registro algunas de sus propiedades, y que se les facilite el título de propiedad de las fincas de propios que adquirieron en el repartimiento, gracias a la ley de mayo de 1855. Se nombran diferentes fincas en el Hueco Molino, Mampuesto, Pilar Nuevo y en la ladera del castillo, así como dos casas en la calle del Parral.

El 21 de agosto de 1865 Pedro Ruiz Gay pide ante el juez de paz que se inscriba en el registro dos fincas de su propiedad.

El 30 de septiembre Juan Ruiz Gómez, en nombre de su difunta esposa, presenta varias fincas para que se inscriban en el registro, pagaba por ellas tres escudos y setecientas milésimas.

El 10 de enero de 1866 Francisco Moya Peinado pide ante el juez de paz sea inscrita una finca en el registro. Se encontraba en la ladera del castillo (siempre pone reservando a esta corporación el dominio directo representado por una cantidad que se pagaba como rédito)

El 20 de enero de 1866 se habla del cambio del dominio de las fincas en Villardompardo y también los cambios en la ganadería, se sacarán edictos para que cada vecino compruebe su amillaramiento.

El 7 de abril de 1866 María García Molina y Miguel Anguita Ruiz piden la inscripción en el registro de media fanega de tierra, cada uno de ellos, en el lugar de Picayuelo (foto[3]) reservando a la
corporación el dominio directo representado por seiscientas milésimas de escudo que gravitan cada una.

El 9 de abril Juana Rodríguez Calahorro desea que se inscriba en el registro una finca de tres celemines en el “Gatunar” se suscribirá en el registro reservando a la corporación el dominio directo, representado por las seiscientas noventa milésimas que gravita sobre la finca.

El 25 de agosto de 1866 María Francisca Delgado pide sea inscrita en el registro una finca por la que paga de censo 6 escudos y 820 milésimas, y el 26 de agosto Juana de Mata Moya, pide se registre una finca que tiene en la Esperilla por la que paga 690 milésimas de escudo.

El 18 de abril de 1868 Vicente del Pino Martínez pide se registren dos fincas de su propiedad y queden amillaradas a su nombre. Y así muchos más ejemplos.

¿CÓMO SE FINANCIABAN LOS AYUNTAMIENTOS EN AQUELLA ÉPOCA?

    En la actualidad los ayuntamientos se financian mediante la dotación que les envía el Estado según su población, y mediante los impuestos que, en el caso de Villardompardo, recauda la Diputación y luego son remitidos al municipio. En aquellos años (1864-68) la situación era muy distinta. El ayuntamiento calculaba un presupuesto para un año, pero no necesariamente desde enero a diciembre, y luego buscaba la forma de recaudar esa cantidad a base de impuestos a la

población. Como normalmente el presupuesto se quedaba corto, siempre se recurría a un presupuesto adicional. Esto suponía una situación asfixiante para una población con pocos recursos como Villardompardo. Veamos el presupuesto de algunos años:

En febrero de 1864 se dice que el presupuesto para este año, y parte de 1865, ascendía a 21.976 reales y 75 cent. y los ingresos naturales del ayuntamiento eran de 6.901 reales, así que el déficit era de 15.075 reales y 75 cent. Se cubriría con la contribución territorial, los subsidios y los consumos.

El 24 de diciembre de 1864 se habla de la aprobación de un presupuesto adicional para este año de 1864 y 65 que asciende a 3.077 reales y 34 cent. Pero faltan 1.090 reales que se cubrirán con las “economías del ordinario”

El 11 de marzo de 1865 se reúne la corporación y el doble número de mayores contribuyentes para aprobar el presupuesto municipal para 1865-66 que ascendía a 21.570 reales, pero los ingresos naturales del municipio eran de 7.108 reales, así que el déficit a cubrir era de 14.462 que se cubrirían de la misma forma que seguidamente especificamos para 1866.

El 11 de abril de 1866 se presenta el presupuesto ordinario del año 66 al 67 ascendiendo los gastos a 23.416 reales y los ingresos naturales a 741 escudos (se habla indistintamente en reales y en escudos), así que el déficit ascendía a 1.600 escudos con 562 milésimas. Para cubrirlo lo harían con el 10% de la contribución territorial, que supondrían 265 escudos, el 15% del industrial, importando 32 escudos, y el 45 % de las especies de consumos que serían 511 escudos; pero aún faltarían 781 escudos, por lo que se haría un recargo extraordinario del 20% de la contribución territorial, con la quinta parte de los municipales, y haciendo economía.

El 15 de febrero de 1868 el señor alcalde-presidente presenta las cuentas municipales correspondientes a los años 1866-67. Son 2.375 escudos los ingresos y los gastos fueron de 2.265 escudos, así que había un remanente en depósito de 110 escudos. El caballero síndico encontraba arregladas las cuentas, así que el alcalde y la corporación las aprobaron. Luego se expusieron al público y se remitieron al gobernador.

    En 1864 se impuso una nueva unidad monetaria, el Escudo en lugar del Real. Su equivalencia era:  1 Escudo = 10 Reales (foto[4]) En el siglo XIX hubo varios cambios en el sistema monetario, el
problema era que las monedas de los sistemas anteriores no se retiraban de la circulación, con lo cual había un auténtico caos monetario y era muy difícil calcular equivalencias.

LA RECAUDACIÓN DE IMPUESTOS

    El primer paso para su recaudación era saber lo que le correspondía pagar a todo el pueblo por los impuestos de contribución y consumos. Esas cantidades estaban ligadas al número de habitantes de la localidad. Dichos impuestos eran recaudados directamente por los ayuntamientos, así que se nombraba a una Junta Pericial que tenía la importantísima función de repartir las cantidades a pagar de forma proporcional a la riqueza de cada vecino. Esta Junta estaba formada por unas ocho personas del pueblo, que conocían muy bien las posesiones de cada uno y su valor. Lógicamente tendrían buenas habilidades matemáticas porque habría que hacer muchos cálculos. Una vez que se hacía el reparto vecinal del impuesto en cuestión, también llamado “derrama”, se publicaba un listado que se exponía al público durante unos días para posibles reclamaciones. Veamos algunos ejemplos:

En agosto de 1864 se hace el repartimiento del impuesto de consumos que ascendía en su conjunto a 15.015 reales. La lista se pondría al público para posibles reclamaciones.

El 8 de abril de 1865 se forma la Junta Pericial formada por: Benito de Cañas, Manuel Pérez Peinado, Manuel Villar Sevilla, Pedro Padilla Parras, Francisco Gómez López, Juan Ruiz Gómez, Juan Benigno Morillas y Juan Ramón Gay. El 1 de mayo se reúne la junta pericial para el reparto de la contribución territorial y el 16 de mayo se publica en edictos el reparto de la contribución.

Otro ejemplo lo tenemos el 25 de marzo de 1867 que se reclama a los hacendados vecinos y forasteros, las relaciones de las variaciones que hayan tenido sus riquezas para que la Junta Pericial pueda rectificar el amillaramiento. El 20 de abril de 1867 se nombra a ocho personas para que hagan el reparto de la contribución y el 4 de mayo se presenta la rectificación del amillaramiento que debe servir de base para la contribución territorial del próximo año. Se anunciará al público en la forma acostumbrada. El 18 de mayo se reparte la contribución territorial para el 1867-68, y el 19 de junio se reparte la contribución a consumos* para el 67-68. Se ponen edictos en los lugares de costumbre para posibles reclamaciones.

El 15 de febrero de 1868 se nombra una junta pericial para hacer el reparto de la contribución territorial: Juan García Cámara, Pascual Béjar, Francisco Medina Ortega, Alonso García Ortega, Antonio Moya Peinado, Miguel Anguita Ruiz. Pedro Becerra Murcia, y Juan Moya Cámara.

* Impuesto de Consumos: este impuesto se estableció a partir de 1845, era el más impopular de todos porque gravaba a los artículos de primera necesidad (bienes de comer, beber y arder)

LA SUBASTAS DEL VINO, AGUARDIENTE Y PESAS Y MEDIDAS

    Todos los años se subastaba la venta del vino y el aguardiente, aunque algunos años también se subastaba la venta de otros productos como el aceite, vinagre o la carne de hebra (borrego). La persona que ganaba la subasta tenía la exclusiva para vender esos productos en el pueblo.

    El caso de las pesas y medidas era muy curioso. El ayuntamiento poseía diferentes instrumentos de


medida que se consideraban los correctos (cuartillas, romana, pesas…foto[5]) cada año esos instrumentos eran subastados a una persona que se encargada de comprobar si las tiendas vendían las cantidades correctas, y los vecinos también podían confrontar el peso de lo que habían comprado con esas medidas que poseía esta persona, tras pagarle un porcentaje.

Por ejemplo, en 1864 se subasta el uso voluntario de pesos y medidas para el presente año y se sacan edictos para ello. Igualmente se subasta la venta del vino, aguardiente, aceite y carne de hebra, en cambio se deja en venta libre el vinagre, el jabón y el tocino.

El 6 de marzo de 1865 se reúne la corporación municipal y el mismo número de mayores contribuyentes para subastar la venta de vino, aguardiente, aceite y carne de hebra. El vinagre, jabón y tocino es de venta libre por ser más útil para el vecindario

El diez de febrero de 1866 se subastan los pesos y medidas por 1.941 reales. Habrá dos plazos en la subasta, en marzo y en abril.

El 5 de abril de 1866 salen a la subasta el vino y el aguardiente, y de venta libre el vinagre y el jabón blando; los consumos se cubrirán por reparto vecinal. También se subastará la carne de hebra. Todo se remitirá a la Diputación Provincial, pero el 23 de junio desde la administración, se comunica la desaprobación de la subasta de consumos, así que de nuevo se subastan los ramos del vino, aguardiente y vinagre para el 29 de este mes.

El 14 de enero de 1867 se subastan los pesos y medidas para el año 67-68 bajo el tipo de 216 escudos, y que se anuncie la subasta para el 17 y 24 de febrero en los sitios de costumbre.

El 16 de marzo de 1867 se hace efectiva la cuota de consumos y acordaron subastar con exclusiva los ramos de vino y aguardiente, pero el vinagre con libertad de venta. Y los demás ramos por repartimiento vecinal, y el abasto del jabón y carne de hebra correrá a cargo de una o más personas.

El 4 de abril de 1868 se reúne la corporación e igual número de mayores contribuyentes para subastar los ramos de vino, aguardiente y carne de hebra. El vinagre será de venta libre y las demás especies de consumo se repartirán entre los vecinos.

• El 13 de junio de 1868 se subastan los pesos y medidas bajo el tipo de 249 escudos.

SOBRE LOS CAMINOS Y CARRETERAS

    A primeros de noviembre de 1864 se habla sobre la mejora de caminos vecinales por orden de la administración. En concreto se menciona el camino que va a la villa de Escañuela, Torredonjimeno, Porcuna, Fuerte del Rey y Jaén, todos se encontraban intransitables.

    Por primera vez se habla de la necesidad de construir un ramal que pasara por la Fuensomera y enlazara con la carretera Torredonjimeno-Andújar a través del cortijo de las “Casillas”. Se refiere a construir el tramo que transcurre entre la curva de los “Estacares Segundos” (flecha azul de la foto[6]) y
el “empalme”, ya que el cortijo que hay llegando al cruce se conocía como “Las Casillas”. Como vemos, la carretera que hoy en día es la más transitada, es relativamente reciente. De todas formas, aún faltarían bastantes años hasta construir dicho ramal. En la primavera de 1865 también se vuelve a hablar de la necesidad de construir este ramal e incluso se solicita a la Diputación.

    El 29 de julio de 1868 se nombra una comisión formada por dos regidores y dos de los mayores contribuyentes para que propongan de nuevo la vía que debe construirse; que salga de esta población y enlace por las casillas hasta la carretera de tercer orden Torredonjimeno- Andújar, y solicitar la autorización al gobernador civil. Aún habrá que esperar a 1913 para que se den los primeros pasos en su construcción.

COMO SE ARREGLABAN LOS CAMINOS

    El 7 de marzo de 1865 se acuerda que para el próximo otoño se proceda a repartir entre el vecindario la cantidad suficiente para reparar las entradas del pueblo. Si no se acabasen los arreglos, se volverá a hacer en el otoño del siguiente año, por ser la época menos “gravosa” para la población. Así que el 4 de septiembre de 1865 asisten a la sesión del ayuntamiento los mayores contribuyentes del pueblo para tratar sobre el arreglo de caminos vecinales, sólo hay unos 200 reales, por lo que se decide reparar los caminos con la prestación personal. Cada vecino debe contribuir con tres peonadas, también por cada uno de los hijos que tenga mayor de 18 años y por cada criado “doméstico”. Igualmente deberá contribuir con tres peonadas por cada carro, carreta o animal de labranza que posea. Las obras se realizarán desde el 15 de septiembre al 30 de noviembre de este año, y desde el 15 de abril al 30 de junio del año venidero. No se permitían peonadas en dinero, pero cada uno era libre de mandar a otra persona en su lugar. Tampoco se permitía poner gravamen a los criados por las peonadas que se den por ellos. Estos acuerdos se remitirán al señor gobernador para su aprobación.

EL CONTRATO PARA EL MÉDICO

    El 22 de febrero de 1866 se anuncia la muerte del médico titular de esta villa Francisco Morales (que fue muy bueno para el pueblo), y se le comunica al gobernador para que anuncie la vacante de médico en la Gaceta de Madrid (equivalente al actual B.O.E.). Las condiciones del contrato serían:

1º El contrato durará tres años.

2º Será obligatorio asistir a las operaciones (supongo que medir, pesar…) de quintas en el ayuntamiento, visitas diarias a los enfermos pobres hasta el número de 60 familias, número marcado por el reglamento. Los vecinos pudientes le pagarían dos reales por visita, si pagaban hasta cuatrocientos reales de contribución, y cuatro reales si sobrepasaban esa cantidad.

3º No puede faltar más de dos meses por licencia y más de cuatro por enfermedad justificada, a no ser que ponga algún sustituto de su categoría profesional.

 4º Cobrará dos mil reales del ayuntamiento, más veinte por cada enfermo pobre que visite. Se le pagará por trimestres. El médico es libre de cobrar igualas a los vecinos pudientes, con lo que podrá sacar hasta mil reales más.

SE CONTRATA A UN MÉDICO INTERINO

     El 23 de julio de 1867 D. Joaquín López Rus se interesa por la plaza de médico cirujano por la cantidad que se ha anunciado. Acepta la plaza, pero las condiciones son diferentes a las que puso anteriormente este ayuntamiento:

- Se le pagarían 800 escudos anuales repartidos en trimestres, 200 el ayuntamiento y 600 por reparto vecinal que recaudaría el ayuntamiento.

- El contrato durará seis meses y continuará por tiempo ilimitado. Si se decide su despido debe ser tres meses antes de concluir el trabajo y sin poder abandonar el pueblo.

- Si se ausenta o se pone enfermo debe poner un sustituto pagado de su bolsillo.

- Además de los 200 escudos, se le han de abonar dos escudos por cada mujer que lo necesite (entiendo que se trata del parto, foto[7]), y los derechos que le correspondan por casos de heridas, vendas, brazos
o piernas rotas…. El ayuntamiento y el facultativo están de acuerdo con las condiciones y firman el contrato, enviando copia al gobernador.

- El 25 de enero de 1868, el médico cirujano D. Joaquín López Rus renuncia a su plaza que ocupaba como interino. Parece ser que el ayuntamiento modificó algunos puntos del contrato inicial y de ahí la renuncia del médico, pero al final llegaron a un nuevo acuerdo para seguir como interino.

CONTRATO A LOS MAESTR0S DE INSTRUCCIÓN PRIMARIA

    El 28 de julio de 1866 comparecen en el ayuntamiento los profesores de instrucción primaria D. Bartolomé Vacas y Dª Rita Teodora Agenjos (era de Jabalquinto) para comunicarles que en el presupuesto del ayuntamiento se incluiría la cantidad que los niños pudientes pagaban a los maestros. La del profesor ascendía a 360 reales y la de la profesora ascendía a 160. Además, el ayuntamiento acuerda pagarles 450 y 200 reales respectivamente mientras el consistorio no disponga otra cosa, ambos estuvieron conformes. Como vemos, la diferencia entre los dos sueldos era tremenda.

    En 1868 la maestra de Instrucción Primaria, Dª Rita Teodora Agenjos, renuncia a su plaza, pero continuará hasta fin de mes y entonces hará cuentas con el ayuntamiento, sin embargo, el 20 de octubre se ve que cambia de opinión y pide seguir tres meses más como maestra de la clase de niñas, y el ayuntamiento se lo concede. Esta señora sufrirá durante los años siguientes, diferentes acusaciones por presuntas relaciones con algunos hombres del pueblo y por sus ideas republicanas, y pasará un verdadero calvario con las críticas, de todas formas, no abandonó la localidad y murió a principios del siglo XX a edad bastante avanzada y con un hijo adoptivo.

RECONSTRUCCIÓN DE LA ERMITA DE SAN ROQUE EN 1866

    En noviembre se reconstruye la ermita de San Roque. La referencia más antigua de su existencia data de 1589. También se habla de ella en las actas capitulares de 1593, pero ya no encontramos nada de ella hasta el hecho ocurrido en noviembre de 1866.

    Parece ser que dos hermanos, José y Manuel García Ortega (respectivamente el más bajo y el más alto en la foto siguiente), antepasados de algunas familias que hoy llevan el apellido García, venían del campo por el camino de Fuensomera con los animales de labor (antes se utilizaban los bueyes) y les sorprendió una fuerte tormenta. A partir de aquí hay dos versiones: la primera dice que se refugiaron en una oquedad de piedra que había en una pequeña cantera cercana a la actual ermita, y la otra versión habla de que se refugiaron en lo poco que quedaba de sus ruinas.  Lo debieron pasar tan mal que prometieron reconstruirla si no les ocurría nada.

    A partir de aquí ya tenemos documentación clarísima de su reconstrucción. El 5 de noviembre de 1866, se presentan en la notaría de Torredonjimeno, por una parte D. Francisco Zurita Puetra, párroco de Villardompardo, y por otra D. Manuel García Ortega (uno de los sorprendidos por la tormenta, niño
más alto de la foto[8]) representando a su madre Dª María Dolores Ortega Cámara (viuda, mujer sentada de riguroso luto). Esta señora propone al obispado que le conceda la gracia de reedificar la ermita que “se encuentra completamente destruida” a condición de que se la declare en propiedad una vez terminada la obra. Al mismo tiempo se compromete a mantener el edificio y a sostener el culto divino en ella. Ese compromiso se hacía extensivo a todos sus descendientes.

    Es seguro que en 1890 ya estaba reconstruida, porque aparece en un plano del pueblo de ese año. Lo más lógico es que se utilizaran los mismos cimientos y la piedra que había en el lugar, procedente de las ruinas de la antigua ermita.

ALGUNOS ACUERDOS CURIOSOS DE DIFERENTES AÑOS

    En febrero de 1865 se habla de abrir un expediente para solicitar subvención para construir casas para los profesores, también se habla de construir más adelante una carnicería y un matadero por no haber en este pueblo, pero no de forma inmediata, ya que este pueblo es muy pobre y no puede proyectarse todo a la vez. Se pide al señor gobernador que colabore para llevar a cabo todos estos proyectos.

    Todos los años, algún cargo del ayuntamiento llevaba a los quintos a Jaén. Normalmente lo hacía el señor alcalde, como fue el caso de este año de 1865, que los llevó el 19 de junio.

    El 22 de enero de 1866 Francisco Moya pide la concesión de un solar para hacerse una casa en la zona del castillo, de 9 varas de fachada y 23 de fondo, por la derecha alinda con la casa de    Alonso Mozas, y por detrás con terreno baldío. La corporación considera que la construcción de la casa es útil para el ornato público (embellecimiento del pueblo)

    En este año de 1866 se comunica que Francisco Fernández no podrá llevar a los quintos a Jaén por encontrarse regular de salud, así que lo hará el alcalde D. Ildefonso Zafra

    El 20 de agosto de 1866 el secretario, D. Manuel Chamorro Serrano, pide un aumento de sueldo, él mismo dice el gran trabajo que tiene y el acierto con que despacha todos los asuntos, además del gran desarrollo que se le ha dado al pósito… el consistorio accede a su petición.

    El 7 de septiembre de 1867 se redacta un acta importante. A primeros de octubre la hacienda pública de la provincia concluye los trabajos de liquidación de los bienes de propios enajenados por el estado (tierras que fueron del ayuntamiento y se repartieron) había que nombrar a un apoderado para que se presentara en Madrid y abone los intereses de dichos bienes enajenados. Para ello autorizan a D. Ramón Núñez de la capital.

    El 22 de febrero 1868 se forma la Junta Parroquial, según se ordena en el boletín, sin especificar su función. Estaba formada por: Pascual Béjar Romero y José María Sánchez como mayores contribuyentes, además del regidor Juan García Gámez, el párroco y el alcalde.

    El 23 de mayo de 1868, el alcalde Atanasio Medina llevará a los quintos a la capital.

LA GRAN SEQUÍA DE 1868

    El 7 de junio de 1868 se reúne la corporación, con Atanasio Medina como alcalde, y los mayores contribuyentes, para comunicar la pérdida total de cereales y otras semillas por la escasez de agua. El pueblo estaba consternado y en ruina, por lo que se busca una solución. Se consulta la ley del 20 de diciembre de 1847, concretamente sus artículos 26 y 27, que trataban sobre perdonar las contribuciones por calamidades públicas. La corporación confía en que el señor alcalde se ponga manos a la obra para seguir los trámites pertinentes.

    El 18 de junio, en una sesión extraordinaria, el señor alcalde expone de forma brillante ante la corporación y mayores contribuyentes, los artículos 26 y 27 de la ley sobre calamidades públicas de 1847, y promete cumplirlos lo más ampliamente posible. Se lee el listado de los 337 contribuyentes del pueblo y el valor de su riqueza imponible que ascendía a 21.318 escudos y a los que, según el repartimiento de la contribución, corresponderían 4.216 escudos.

    En las actas siguientes no se dice exactamente qué medidas se tomaron, ni para qué se utilizó el listado anterior. Lo que sí es cierto es que para la sementera de octubre, el pósito repartió una buena cantidad de grano a los labradores, lo que me da a entender que había buenas reservas de trigo para aguantar la escasez por la sequía.

NUEVO AYUNTAMIENTO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN “GLORIOSA”

    Tras la revolución de septiembre-octubre de 1868 (foto[9]), la reina Isabel II tiene que exiliarse a París de donde jamás volverá. Los ayuntamientos son disueltos y se forman Juntas de Gobierno. El 3 de octubre se reúnen en el ayuntamiento los individuos elegidos por el pueblo (no se dice de qué forma se eligen) para que compongan dicha Junta de Gobierno, formada por: un presidente, Atanasio Medina
García; un vicepresidente, Carlos Torres y Carrillo y seis vocales: Juan Antonio Gómez, Fernando Torres Oñate, Ildefonso Zafra Hernández, Juan García Ortega, Antonio Moya Jiménez y Juan Gay Amor. El secretario seguiría siendo Manuel Chamorro Serrano. Este nombramiento es comunicado a la Junta Revolucionaria Provincial.

    Lo primero que hace la junta el 7 de octubre es visitar el estanco para pedirle al estanquero que bajase el precio del tabaco a la mitad de lo que lo vendía, y se nombra como regidor síndico a Fernando de Torres. Parece ser que no hubo acuerdo con el estanquero porque el 10 de octubre la junta lo cesa (era Antonio Medina Rísquez) y pone en su lugar a Pedro Becerra Gay. Este hecho se comunica a la Junta Provincial.

LA JUNTA REVOLUCIONARIA DE GOBIERNO DEL AYUNTAMIENTO, ES SUSTITUIDA

    El 18 de octubre se nombra el Ayuntamiento Provisional con Juan Antonio Gómez como alcalde primero y Carlos Torres como teniente de alcalde. Los regidores serán por este orden: Fernando Torres Oñate, Juan Gay Amor, Antonio de Moya, Francisco Fernández, Francisco Gay Becerra y Juan García Cámara. En ese mismo día toman sus bastones de mando y prestan juramento de fidelidad, pero lógicamente no es a la reina.

    El 14 de noviembre se presenta el vicepresidente y el depositario Pedro Becerra Casado de la corporación anterior a la revolución. El primero, entrega los efectos a la secretaria de este ayuntamiento, y el segundo presenta las cuentas desde julio a esta fecha. Había ciertos descubiertos en el ayuntamiento (deudas) de las que eran responsables los señores de la anterior corporación, presidida por Atanasio Medina, los cuales deben ingresar esas cantidades.

    También se reparte el trigo del pósito para la sementera (siembra de otoño) que ascendían a 752 fanegas.

    Se dice que la corporación anterior no cobró el primer trimestre de Consumos, así que la nueva no está obligada a hacerlo y no se responsabiliza de los apremios que puedan venir.

    En el boletín del pasado 20 de octubre viene la orden para nombrar guardas de campo, se pagará un sueldo de cinco reales, pero si hay muchos solicitantes se pagarán cuatro. Se pondrán anuncios para que la gente solicite el puesto.

    El 5 de diciembre se leen las cuentas del alcalde anterior D Atanasio Medina y el depositario Pedro Becerra Casado correspondientes a 1867-68. El ayuntamiento examina las cuentas y las encontraron arregladas (correctas) así que las aprobaron, se expusieron al público durante 15 días y se mandó copia al gobernador. El 12 de diciembre se nombran guardias municipales a Manuel Díaz y Díaz, Antonio García Perea y José Pascual Domínguez Fernández.

A partir de aquí comienza el Sexenio Democrático (1868-1874) un periodo muy interesante de la historia de España, con la Regencia de Serrano, el corto reinado de Amadeo I y la I República.

FUENTES CONSULTADAS

-        Actas Capitulares de esos años.

-        Capítulo publicado en el blog  http://condadodevillardompardo.blogspot.com/

          Carlos Ramírez Perea

      (Cronista Oficial de Villardompardo)

                                                                                                                                              



[2] Foto del autor. Sello de las actas capitulares.

[3] Foto del autor, cerro de Picayuelo.

[4] https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Isabel_II_escudo_14852.jpg

[5] Foto del autor. Una cuartilla, cuarta parte de una fanega.

[6] Foto del autor. La flecha roja indica la dirección del antiguo camino Real Jaén-Córdoba, y la azul la del nuevo ramal que se pretendía construir.

[7] https://www.alamy.es/grabado-representando-a-un-medico-a-ser-visitado-por-su-esposa-en-su-cirugia-fecha-del-siglo-xix-image186390951.html

[8] Foto prestada por Juani Susi García

[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_1868#/media/Archivo:Alegoria_Revolucionaria_La_Gloriosa.jpg

 

HISTORIA DE MANUEL ZAFRA JIMÉNEZ, CONOCIDO COMO “EL ÚRSULO”

Ha sido complicado averiguar quién era realmente esta persona, ya que desconocía si “Úrsulo” era nombre o apodo. Realmente era un apodo que tomó de su madre llamada Úrsula, como ahora veremos en su acta de bautismo.

La pista para saber algo de su vida me la dio María Isabel Gay Gay, ya que la persona de la que hablamos era antepasado indirecto de su marido Juan de Dios Domínguez Gómez. Su suegra, Soledad Gómez, le contó algunos detalles de la vida de “el Úrsulo”, que a partir de ahora lo llamaremos Manuel, que era su verdadero nombre.

María Isabel me facilitó la única referencia de la que hemos podido averiguar quién era realmente Manuel, cuyo nombre desconocíamos en un principio. Estábamos seguros de que su hermano se llamaba Antonio Zafra Jiménez y fue sacerdote coadjutor en la iglesia de Bailén (foto del margen), así que sólo conocíamos los apellidos del protagonista de nuestra historia: “Zafra Jiménez”. En un censo de 1894 encontré por casualidad el nombre de un tal Manuel Zafra Jiménez de 62 años, que vivía en la calle Real (calle Larga) y que muy probablemente era hermano del sacerdote Antonio, ya que no aparecía nadie más con esos apellidos. También lo encontramos en otro censo de 1900 con 68 años y que indudablemente era la misma persona.

El siguiente paso era buscar en las actas bautismales de la parroquia a una persona con ese nombre y apellidos, y que naciera entre 1830 y 1832, porque no son muy fiables las edades que se anotaban en los censos de aquella época. La suerte hizo que apareciera un niño llamada Manuel Ignacio Cecilio Zafra Jiménez, nacido el 1 de febrero de 1830 y bautizado el día 3 de ese mismo mes. Su padre era Miguel de Zafra Ortega y su madre Úrsula Ximénez (Jiménez) Calahorro, así que el nombre de la madre nos dio la pista de que estábamos ante la persona que buscábamos. Resulta que, si nace en esa fecha, tendría dos años más de lo que aparece en los dos censos, errores bastante frecuentes en esa época por no existir aún registros en los juzgados.

La tradición oral nos dibuja un señor con un carácter particular y un comportamiento muy rudo, sin duda unas características exageradas con el paso de los años y alimentadas por las burlas de las gentes de aquella época (y a veces de ésta). No lo debería ser tanto cuando en los censos de 1894 y 1900 aparece marcada la casilla de saber leer y escribir, cuando en aquella época más de la mitad de la población no sabía hacerlo, ni siquiera muchos de los concejales.

Se cuenta de él que trajo desde el Monte hasta el pueblo, el tronco de una encina que cada día arrastraba poco a poco, este hecho coincide con la roturación (desmonte) de esta zona alrededor de los años 60 o 70 del siglo XIX, época en la que debieron existir muchos troncos y tocones de encina por aquellos parajes. En esta época Manuel tendría entre treinta y cuarenta años.

Pero lo más característico de la historia de Manuel fue su largo noviazgo con Ana María, que al final no llegó al matrimonio. Según me cuentan, cuando él decía de casarse, el padre de ella siempre le contestaba que no había prisa, ya que realmente no quería que su hija se casara con Manuel, y así pasó el tiempo hasta que ambos murieron solteros. Este hecho hizo que aquella situación de eterno noviazgo quedara como refrán en el pueblo, para referirse a las parejas que no encuentran la ocasión para casarse.

El siguiente dato para asegurarnos de si Manuel es la persona que creemos, es buscar en el Juzgado de Paz su acta de defunción y comprobar si murió soltero. Lógicamente había que buscar después de 1900 (porque aún vivía según el censo de ese año)

En esta búsqueda hemos encontrado datos curiosos de su familia. Manuel era el mayor de los hermanos y nació cuando su madre tenía unos 22 años, así que tuvo hermanos con edades muy distanciadas de él. Parece ser que sólo tenía un hermano varón con unos veinte años menos que Manuel (Antonio el sacerdote) que murió en 1901 a los 51 años. Otra hermana llamada Marina, que era soltera y murió con 42 años en 1892. También una hermana que murió a los pocos días de la anterior, llamada Isabel, era casada con 48 años y dejó dos hijas. En el acta de defunción de Isabel se dice que aún vivía la madre de ellos (Úrsula Jiménez) con 84 años. Otra hermana llamada Ana Francisca que murió con 60 años en 1894 y que dejó una sola hija. Una hermana llamada Carmen que murió en 1920 con 79 años de edad, era también casada y dejó cuatro hijos y una hija. Por último, otra hermana llamada Dolores que muere en 1929 con 81 años de edad, estaba casada y dejó dos hijos y dos hijas. Todos los nombrados eran hermanos de Manuel con toda seguridad, ya que los padres son los mismos, aunque no descartamos que existieran más hermanos fallecidos antes de 1892

Manuel, el protagonista de esta historia, muere el 22 de noviembre de 1910 en su domicilio de la calle Arjona (no se especifica el número). En el acta de defunción se dice que tenía 82 años, pero si nos atenemos a su acta bautismal serían realmente 80 (casi con 81) de estado civil soltero y la causa de su muerte fue bronquitis crónica.

Fue enterrado el día 23 en el cementerio “Viejo” y el sepelio fue oficiado por el cura D. Antonio López Navarro.

 

 

                                                                                   Carlos Ramírez Perea