domingo, 25 de septiembre de 2022

 

HISTORIA DE MANUEL ZAFRA JIMÉNEZ, CONOCIDO COMO “EL ÚRSULO”

Ha sido complicado averiguar quién era realmente esta persona, ya que desconocía si “Úrsulo” era nombre o apodo. Realmente era un apodo que tomó de su madre llamada Úrsula, como ahora veremos en su acta de bautismo.

La pista para saber algo de su vida me la dio María Isabel Gay Gay, ya que la persona de la que hablamos era antepasado indirecto de su marido Juan de Dios Domínguez Gómez. Su suegra, Soledad Gómez, le contó algunos detalles de la vida de “el Úrsulo”, que a partir de ahora lo llamaremos Manuel, que era su verdadero nombre.

María Isabel me facilitó la única referencia de la que hemos podido averiguar quién era realmente Manuel, cuyo nombre desconocíamos en un principio. Estábamos seguros de que su hermano se llamaba Antonio Zafra Jiménez y fue sacerdote coadjutor en la iglesia de Bailén (foto del margen), así que sólo conocíamos los apellidos del protagonista de nuestra historia: “Zafra Jiménez”. En un censo de 1894 encontré por casualidad el nombre de un tal Manuel Zafra Jiménez de 62 años, que vivía en la calle Real (calle Larga) y que muy probablemente era hermano del sacerdote Antonio, ya que no aparecía nadie más con esos apellidos. También lo encontramos en otro censo de 1900 con 68 años y que indudablemente era la misma persona.

El siguiente paso era buscar en las actas bautismales de la parroquia a una persona con ese nombre y apellidos, y que naciera entre 1830 y 1832, porque no son muy fiables las edades que se anotaban en los censos de aquella época. La suerte hizo que apareciera un niño llamada Manuel Ignacio Cecilio Zafra Jiménez, nacido el 1 de febrero de 1830 y bautizado el día 3 de ese mismo mes. Su padre era Miguel de Zafra Ortega y su madre Úrsula Ximénez (Jiménez) Calahorro, así que el nombre de la madre nos dio la pista de que estábamos ante la persona que buscábamos. Resulta que, si nace en esa fecha, tendría dos años más de lo que aparece en los dos censos, errores bastante frecuentes en esa época por no existir aún registros en los juzgados.

La tradición oral nos dibuja un señor con un carácter particular y un comportamiento muy rudo, sin duda unas características exageradas con el paso de los años y alimentadas por las burlas de las gentes de aquella época (y a veces de ésta). No lo debería ser tanto cuando en los censos de 1894 y 1900 aparece marcada la casilla de saber leer y escribir, cuando en aquella época más de la mitad de la población no sabía hacerlo, ni siquiera muchos de los concejales.

Se cuenta de él que trajo desde el Monte hasta el pueblo, el tronco de una encina que cada día arrastraba poco a poco, este hecho coincide con la roturación (desmonte) de esta zona alrededor de los años 60 o 70 del siglo XIX, época en la que debieron existir muchos troncos y tocones de encina por aquellos parajes. En esta época Manuel tendría entre treinta y cuarenta años.

Pero lo más característico de la historia de Manuel fue su largo noviazgo con Ana María, que al final no llegó al matrimonio. Según me cuentan, cuando él decía de casarse, el padre de ella siempre le contestaba que no había prisa, ya que realmente no quería que su hija se casara con Manuel, y así pasó el tiempo hasta que ambos murieron solteros. Este hecho hizo que aquella situación de eterno noviazgo quedara como refrán en el pueblo, para referirse a las parejas que no encuentran la ocasión para casarse.

El siguiente dato para asegurarnos de si Manuel es la persona que creemos, es buscar en el Juzgado de Paz su acta de defunción y comprobar si murió soltero. Lógicamente había que buscar después de 1900 (porque aún vivía según el censo de ese año)

En esta búsqueda hemos encontrado datos curiosos de su familia. Manuel era el mayor de los hermanos y nació cuando su madre tenía unos 22 años, así que tuvo hermanos con edades muy distanciadas de él. Parece ser que sólo tenía un hermano varón con unos veinte años menos que Manuel (Antonio el sacerdote) que murió en 1901 a los 51 años. Otra hermana llamada Marina, que era soltera y murió con 42 años en 1892. También una hermana que murió a los pocos días de la anterior, llamada Isabel, era casada con 48 años y dejó dos hijas. En el acta de defunción de Isabel se dice que aún vivía la madre de ellos (Úrsula Jiménez) con 84 años. Otra hermana llamada Ana Francisca que murió con 60 años en 1894 y que dejó una sola hija. Una hermana llamada Carmen que murió en 1920 con 79 años de edad, era también casada y dejó cuatro hijos y una hija. Por último, otra hermana llamada Dolores que muere en 1929 con 81 años de edad, estaba casada y dejó dos hijos y dos hijas. Todos los nombrados eran hermanos de Manuel con toda seguridad, ya que los padres son los mismos, aunque no descartamos que existieran más hermanos fallecidos antes de 1892

Manuel, el protagonista de esta historia, muere el 22 de noviembre de 1910 en su domicilio de la calle Arjona (no se especifica el número). En el acta de defunción se dice que tenía 82 años, pero si nos atenemos a su acta bautismal serían realmente 80 (casi con 81) de estado civil soltero y la causa de su muerte fue bronquitis crónica.

Fue enterrado el día 23 en el cementerio “Viejo” y el sepelio fue oficiado por el cura D. Antonio López Navarro.

 

 

                                                                                   Carlos Ramírez Perea

 

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