CAPITULO XI
HISTORIA DE VILLARDOMPARDO Y SUS PERSONAJES
E
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n las últimas publicaciones, no
hemos seguido el orden cronológico que llevábamos en anteriores capítulos de la
“Historia de Villardompardo”, el motivo ha sido el descubrimiento de
algunos acontecimientos curiosos que
merecía la pena contar, como: “El Convento de la Virgen de Atocha”, “la Guerra de los Moriscos” o “Cervantes a su
paso por Villardompardo”.
A partir de este capítulo XI
retomaremos de nuevo ese orden cronológico, comenzando por donde nos quedamos
en el capítulo X. Así que empezaremos en el año 1800 y acabaremos en el 1808,
año en el que comienza la Guerra de la Independencia contra Napoleón.
Fue una época muy complicada a
nivel europeo, ya que Napoleón invadía buena parte del continente provocando
guerras y penurias, aunque también extendió las ideas de la Revolución Francesa
por toda Europa.
Dos meses más tarde, Napoleón
llama a Carlos IV, Fernando VII, Godoy (que sale de la cárcel) y el resto de la
corte, a la ciudad francesa de Bayona,
donde son obligados a abdicar y renunciar a sus derechos dinásticos. Napoleón
cede la corona española a su hermano José Bonaparte, que reinará como José I.
Cuando el 2 de Mayo de 1808 el
pueblo de Madrid se entera de los acontecimientos, estalla una revuelta popular
que dará comienzo a la Guerra de la Independencia contra la ocupación francesa
en España, y que durará hasta 1814.
El resto de acontecimientos los
contaremos en el siguiente capítulo.
Por aquella época, el Conde de
Villardompardo era D. Juan de la Cruz Belvís de Moncada y
Pizarro, que nació el 4 de diciembre de 1756 en Madrid y murió el 20 de octubre de 1835,
con 78 años de edad. Este señor sería el XI
Conde de Villardompardo, además de una larguísima lista de títulos que
heredó de sus padres.
Fue
un absolutista convencido, que estuvo en Cádiz durante la guerra contra
Napoleón. Fue depuesto de sus cargos en el Trienio Liberal y repuesto al acabar
dicho trienio, jubilándose de sus cargos en 1833, poco antes de la muerte del
rey.
Como
hemos comentado en capítulos anteriores, Villardompardo era un Señorío
Jurisdiccional, es decir, el Conde era el encargado de nombrar cada año los
cargos más importantes del ayuntamiento, además de otros muchos privilegios
como el uso obligatorio de su molino y su horno por el resto del pueblo.
El
Concejo proponía a finales de año un grupo de personas que ocuparían los cargos
para el año siguiente, siempre se hacía una propuesta doble, y el conde elegía
a los que mejor le parecían. Como no conocía a nadie personalmente, siempre
elegía a los de la primera propuesta.
LAS ACTAS CAPITULARES A
PARTIR DE 1800
Los
cargos concejiles fueron nombrados por el conde el 17 de Diciembre de 1799 para que ejercieran sus oficios a partir
del 6 Enero de 1800. En este día se
reúnen en las “Casas Capitulares” (ayuntamiento) los cargos salientes y
entrantes. A los alcaldes entrantes se les entregaba el bastón de mando y
juraban su cargo, y así todos los demás. Los nombrados fueron los siguientes:
Para
alcaldes ordinarios a Pedro Becerra y
Antonio Ximénez (Jiménez), para Regidores a Francisco Patricio García, Juan de Ortega y Francisco Gómez Morillas,
para alcaldes del campo a Manuel de
Jesús Garrido y Francisco Gay Moya, para apreciadores a Julián Becerra y Miguel de Rísquez Úbeda y
para Padre General de Menores a Juan
Antonio Gómez. Estas personas votaron más tarde a un Diputado, que salió
elegido Bernardo José Armenteros, y
un Síndico del Común: Bonoso de Amor.
El
día siguiente, 7 de Enero, los elegidos se volvieron a reunir para nombrar a los
componentes de la Junta de Propios, Junta del Pósito, Comisario de Fiestas,
Procuradores de Pleitos, Depositario del papel sellado, Repartidor de la Bula y
Toldero de la Sal. A estos cargos podían pertenecer algunos de los ya nombrados
en oficios anteriores u otras personas.
Los
ciudadanos que ocupaban estos oficios eran todos varones, mayores de 25 años y
con cierto nivel socioeconómico, así que en un pueblo tan pequeño, una buena
parte de las personas que cumplían estos requisitos ocupaban algún cargo en el
municipio y era muy complicado renovarlos de un año para otro.
El 7 de marzo de 1800
se elabora una lista con los habitantes de Villardompardo y los forasteros que
poseían propiedades en el pueblo o su término, acompañados del valor de su
hacienda en Reales de Vellón, con el fin de pagar de manera proporcional los
300 millones “mandados formar por su Majestad” (se entiende que era a repartir
por todo el país). Este listado es un auténtico reflejo socioeconómico del
pueblo a principios del XIX. Cada número que aparece al lado del nombre, es el
valor de sus posesiones. De él obtenemos conclusiones muy curiosas:
El
total del valor de todas las haciendas (posesiones) tanto de habitantes del
pueblo como de forasteros, ascendía a 1.470.777 Reales de Vellón. Podemos
concluir que en general los vecinos del pueblo eran mucho más humildes que los
forasteros, a juzgar por el valor de las posesiones de unos y otros. Entre
todos destacaba el Conde de Villardompardo, con un valor de sus posesiones muy
por encima de los demás. Sin embargo, la nobleza estaba exenta de pagar
impuestos, al igual que la iglesia, así que no me explico que hace aquí el
nombre del Conde y el Marqués del Cadimbo (el último).
El
listado anterior fue elaborado por los dos alcaldes ordinarios ya nombrados, y
el Prior de la iglesia de Villardompardo: D. Juan Francisco Colmenero. Este
último sería quien realmente lo haría
porque los dos alcaldes ordinarios no “veían escribir”.
El 1 de Junio de 1800
se reúnen los miembros del Cabildo para nombrar a D. Francisco de Gálvez y León
como médico de la Villa. Las condiciones fueron las siguientes:
-
Debería permanecer en esta Villa durante al menos un año y asistir a sus
vecinos enfermos. Este tiempo se podría prorrogar si el médico y los vecinos
estaban satisfechos.
-
Cobraría trescientos ducados anuales pagados por los vecinos, esa paga la
recibiría en tres partes. También se le cederían dos cuerdas de tierra de buena
calidad.
-
Podría visitar enfermos de otros pueblos, siempre que en Villardompardo no
hubiese alguien urgente.
El
1 de Diciembre 1800 se reúnen los cargos del ayuntamiento
para cumplir una orden del Señor Intendente de la Ciudad de Jaén. Dicha orden
obligaba a cultivar una parte de la “Dehesa Rasa” para el sustento de algunos
vecinos. Dicha porción debería ser repartida en “suertes” entre ellos. La otra
parte de la dehesa llamada “El Chaparral” debería quedar como pasto para el
ganado.
Poco
antes, el 27 de octubre de 1800,
Carlos IV había promulgado una Ordenanza para el anual reemplazo del
“Exército”, con la que se vuelven a fijar entre otros asuntos:
-
El modo de formar y rectificar el padrón del vecindario de los pueblos para el
servicio del reemplazo del “Exército”.
-
El modo de hacer las Justicias el alistamiento de todos los mozos.
-
Modo de rectificarlo en el Ayuntamiento y de medir a los mozos para el desecho
de los inútiles.
-
Las formalidades que han de observarse en el acto del sorteo para el juicio de
excepciones de los mozos alistados.
-
Los exentos del sorteo para el servicio del reemplazo; el encantaramiento de
las bolas, sorteo y personas que han de asistir a él.
-
La prohibición de poner substituto los sorteados.
-
Modo de proceder contra los prófugos del sorteo, así como su pena y de los que
les auxiliaren.
-
El destino de los quintos de una provincia o partido a un mismo cuerpo y su
conducción a los Regimientos.
Por
este motivo de elegir a los quintos, se elabora la siguiente lista del
vecindario que difiere bastante de la anterior, ya que en ésta aparecen todos
los vecinos y en la anterior sólo los que poseían algún bien.
Este
padrón, con 154 vecinos, se presentó en el ayuntamiento el 30 de Marzo de 1801 y fue realizado por una comisión formada por
Antonio Ximénez, Juan José de Águila y el Prior de la Iglesia de
Villardompardo: D. Juan Francisco Colmenero. El 31 de Marzo de 1801 fue aprobado
en un pleno del ayuntamiento al comprobar que no faltaba ningún vecino. También
se hace constar que no hay ningún “Hijo Dalgo” (hidalgo) que gozase de exención
alguna.
El
7 de Abril, el Padrón es remitido al
Señor Corregidor de Jaén. El acta es firmada por el escribano (secretario) D.
Bernardo de Domingo Arranz (vivía en la casa de Ramón Prados).
En 1802
no aparece nada interesante, sólo los nombramientos y juramentos de los cargos
concejiles realizados como era costumbre.
En
En
Otro
acuerdo curioso fue el siguiente: Antonio Morillas poseía un “caballo padre”
sano y apto para la monta de yeguas, así que el 27 de marzo, en un pleno del
ayuntamiento, se llega al acuerdo de que cada propietario de yeguas que deseara
que su animal fuese montado por dicho caballo, debería pagarle 70 reales.
En el año 1804
el señor conde envía desde Madrid el documento de todos los años, mitad impreso
y mitad manuscrito, nombrando los cargos concejiles. En otro documento diferente
se envía el de Alguacil Mayor, que este año recayó en Juan Rodríguez. En un
pleno del 21 de Enero se realiza la ceremonia de entrega de bastones de los
cargos salientes a los entrantes, y se les toma juramento. En otros plenos se
nombran a otros cargos en los que no intervenía directamente el conde. Hubo un
problema al nombrar como Síndico Personero a Jerónimo de Gámez, ya que éste
tenía un pleito pendiente con el ayuntamiento.
El 22 de Enero de 1804
se reúne el pleno del ayuntamiento con el fin de contratar a un nuevo médico,
ya que el año obligatorio del anterior doctor (D. Sebastián) ya estaba cercano
a concluir. El nuevo médico titulado sería D. Cristóbal Cáliz. Hacemos mención
a este acuerdo porque vienen muy bien especificadas las condiciones del contrato.
Eran las siguientes:
-
Se le debería pagar quinientos ducados
al año menos ciento cincuenta y seis reales.
-
De esa cantidad, dos mil doscientos
reales los debería pagar el Reglamento de Propios (el ayuntamiento) y los tres
mil ciento cuarenta y cuatro restantes los pagarían los vecinos mediante un
sistema llamado Igualas. Estas
iguales las cobrarían las justicias del pueblo en tres plazos y el dinero
recaudado se lo llevarían al médico.
-
Si el médico se establecía en el
pueblo, habría que pagarle además otros ochocientos reales de vellón.
El
sistema monetario no era decimal, por lo que era difícil calcular las
equivalencias, ya que un real equivalía a 34 maravedís y un ducado a 375
maravedís. Así que un ducado eran 11 reales (casi tres antiguas pesetas). Para
hacernos una idea, el médico pedía 1336 pesetas anuales, es decir, algo más de
8 Euros actuales.
Las igualas era
una cantidad de dinero que cada vecino debería pagar al médico para que pudiese
ser atendido en caso de enfermedad, pero no era algo obligatorio. Lo podríamos
comparar con “un seguro médico” actual. Por este motivo, se hace una lista con
todo el vecindario (ya es el tercer listado en lo que va de siglo) con una
cantidad anotada al lado de cada uno, imagino que es lo que tendría que pagar.
No todos contribuían con igual cantidad, por ello deduzco que cada vecino
pagaría en función de su riqueza. La cantidad más pequeña que aparece es de 4
reales y la mayor de 40 reales, muy pocas personas decidieron no pagar. En la
foto tenéis un detalle de ese listado.
DESLINDE ENTRE LOS TÉRMINOS DE VILLARDOMPARDO Y TORREDELCAMPO.
Con este apartado no pretendo
abrir viejas rencillas entre dos pueblos vecinos y más aún si tenemos en cuenta
que todo acabó en 1932, después de 128 años de desacuerdos y malos entendidos.
Antes de nada, quisiera agradecer al ayuntamiento de Torredelcampo su
colaboración al enviar al de Villardompardo toda la información que poseía
respecto al deslinde de ambos términos.
Todo comenzó el 10 de Junio de 1804, cuando
Torredelcampo consiguió la independencia de Jaén por Carta Ejecutoria de S.M.
Carlos IV. En esa misma fecha se nombra a D. Joaquín de Guzmán el Bueno y
Sánchez Barrero, como Juez para el señalamiento y amojonamiento del territorio
que correspondía a Torredelcampo, para ello se citó a
los señores componentes del ayuntamiento de Villardompardo: regidores, síndico,
diputado del común, alguacil mayor y escribano.
El deslinde se llevó a cabo entre el 12 y 13 de Julio de 1804 atendiendo a
unos documentos que poseía Torredelcampo sobre el antiguo término. A partir del
“Cerro la Zahúrda”, la comisión de Villardompardo expresó su disconformidad, y
en ese momento se le pidió documentación que avalara el deslinde que proponía
nuestro pueblo, pero carecían de ella, así que se continuó con la labor atendiendo
a los documentos que poseía Torredelcampo. Cuando acabó el proceso, D. Domingo
de Izaguirre levantó acta. La comisión de Villardompardo sólo se limitó a esa
protesta verbal, pero no consta que dicha protesta se hiciese por escrito,
además, todos firmaron el acta. El 17 del mismo mes, el juez da por concluido el deslinde y otorga a
las autoridades de Torredelcampo la posesión real, actual, civil y natural de
dicho término.
A
partir de este momento comienzan los problemas para Villardompardo, ya que al
no presentar su protesta por escrito y
firmar el acta, ésta servirá como antecedente para otros deslindes que
se hicieron en épocas posteriores, atendiendo a las distintas leyes que fueron
apareciendo a lo largo de la historia, como veremos en siguientes capítulos.
No
sabemos de dónde sacó Torredelcampo los documentos antiguos que hablaban sobre
los límites del término con Villardompardo. En nuestro pueblo parece ser que no
existían papeles que certificaran dichos límites, sólo se sabían por tradición.
Al no poseer copia de ese acta de 1804, no podemos afirmar nada con rotundidad.
En
el mes de Noviembre de 1804, el
conde de Villardompardo envía al ayuntamiento la carta fotografiada al margen,
firmada de su puño y letra, advirtiendo al concejo la necesidad de mandar a
primeros de Diciembre los nombres de las personas que deberían ocupar los
diferentes puestos concejiles para el
año siguiente, con el fin de hacer la elección con tiempo suficiente, no como
otros años que se había remitido demasiado tarde.
El 19 de Diciembre
de ese año se remiten al señor conde la propuesta de cargos concejiles para
1805.
En 1805 todo
es igual, sólo hay un problema en el mes de Julio con el abastecedor del jabón,
que era Manuel Rodríguez, vecino de Torredelcampo. Parece ser que no cumplía
con su obligación, así que se le llamó la atención y se le “envió recado” para
que no faltase jabón en el pueblo.
INAUGURACIÓN DEL
CEMENTERIO DE LA VIRGEN DE ATOCHA
El primer
intento de ubicar los cementerios fuera de los muros de las parroquias surge el
3 de abril de 1787, cuando se ordena mediante una Real Cédula dictada pos
Carlos III, la construcción de los cementerios en lugares ventilados y cercanos
a las iglesias. Su fin era evitar los malos olores en su interior y la transmisión de epidemias.
Esta normativa no se cumplió en la mayoría de los lugares, ya que era muy difícil
convencer a una población tan aferrada a sus costumbres, de los problemas de
salud que suponía enterrar a sus difuntos en un lugar cerrado y donde diariamente
acudía mucha gente. Habrá que esperar al reinado de su hijo Carlos IV para que
el 26 de abril de 1804, en una circular y utilizando mucho ingenio, diga que:
“no se pueden convertir los templos, que son la casa de Dios, en depósitos de
pudredumbre y corrupción”.
La
normativa de Carlos IV para construir los cementerios fuera de las iglesias
debería de cumplir una serie de requisitos, como por ejemplo:
●Levantar a su alrededor un muro lo
suficientemente alto como para impedir la entrada de animales o personas que
pudiesen ocasionar actos de profanación.
●Los cementerios deberían ser
levantados en lugares ventilados, fuera del poblado, y donde no hubiese aguas
subterráneas que pudieran ser contaminadas por los cadáveres.
●Aprovechar las ermitas que hubiesen en las afueras de los pueblos como capillas
cementeriales.
Atendiendo al testimonio de algunas
personas mayores que aseguran lo frecuente que era encontrar
restos humanos por
los corrales de esa zona, y trazando un terreno equivalente a un celemín sobre
ellos, podríamos aproximarnos a la localización del antiguo cementerio (foto
del margen).
*Los cercados para vacas y bueyes se
llamaban tinados o tinaos y eran muy
abundantes en aquella época.
En 1806 sólo
aparece el nombramiento de los cargos concejiles y del alguacil mayor, que sigue
siendo Juan Rodríguez.
En 1807
igual, nombramiento de cargos concejiles y alguacil mayor, esta vez se nombra a
Juan de Alcalá.
El 13 de Agosto se reúne
el concejo de la villa para contratar como médico a D. Vicente Roldán, médico
titular de Torredonjimeno. Las condiciones eran que tenía que venir dos veces
por semana en los meses de invierno, y tres veces en los meses de Agosto,
Septiembre y Octubre. Se le pagarían 1700 reales procedentes de la igualas de
los vecinos, que se las cobrarían de una vez en Agosto, y 2200 de la Dotación
de Propios (ayuntamiento). Si tenía que venir a una urgencia desde
Torredonjimeno, el médico asumiría el gasto y manutención de sus caballerías.
El 13 de Octubre
de ese año se recibe una orden del señor intendente de Jaén, para que se nombre
en el pueblo una comisión que cobre el impuesto de cuatro maravedís por cada
cuartillo de vino de consumo, que debía pagar este pueblo cada año a su
Majestad.
El 10 de Noviembre
de ese año se reúne el concejo para cumplir una orden enviada el 17 de Octubre
por el Señor D. Manuel de Asprer, intendente de la ciudad de Jaén. La orden era
nombrar a una comisión para informar de los ganados y yuntas de labor que había
en el pueblo. Sin duda soplaban vientos de guerra y esta información era importantísima.
No disponemos de ese informe sobre el ganado, que sería muy curioso.
Debemos
tener en cuenta que el 27 de Octubre de
1807 se firma el Tratado de
Fontainebleau entre España y Francia, según el cual se dejaría paso libre a
las tropas francesas por territorio español, con el fin de invadir Portugal y
repartirlo entre ambos estados. España también contribuiría a la manutención
del ejército francés y a su apoyo logístico, de ahí la importancia de saber el
número de animales para alimento y carga con los que se podría disponer en todo
el territorio nacional, siendo el preludio de la Guerra de la Independencia que
contaremos íntegramente en el siguiente capítulo.
FUENTES
CONSULTADAS
- Actas Capitulares de esa época. Archivo Histórico del Ayuntamiento
de Villardompardo.
- Actas de defunción del Archivo de la Iglesia Parroquial de
Villardompardo.
- Documentos judiciales sobre el deslinde entre los términos
municipales de Villardompardo y Torredelcampo.
- Diversas páginas de internet sobre historia de España.
- Relatos de algunas personas mayores sobre
el cementerio de Atocha y su ubicación.
Carlos
Ramírez Perea
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