UNOS ALMERIENSES QUE, DESPUÉS DE PASAR POR AMÉRICA, SE ESTABLECIERON EN VILLARDOMPARDO
residente en Almería, decide mandar para América a otros de sus dos hijos: Antonio (que contaba con sólo 15 años) y Alfonso, temiendo que fueran llamados a filas y metidos en la guerra, aunque luego España no se vio involucrada en la contienda. En esta ocasión ambos embarcaron desde Francia en 1912.
Antonio y Alfonso volvieron a España
en una ocasión, con su padre ya fallecido. Juan, el hermano mayor, no volvió,
llegó a casarse y se estableció en Uruguay donde tuvo diez hijos. Allí viven
sus descendientes que tras estudiar diferentes carreras disfrutan actualmente
de una cómoda posición.
Las cosas seguían mal en España, así que
decidieron volver a América saliendo esta vez desde el puerto de Cádiz. En esta
ocasión Alfonso tenía 35 años y ya estaba casado (según se aprecia en el
documento de la foto) y Antonio era menor que él y permanecía aún soltero.
Llegaron a Nueva York el 16 de noviembre de 1923 y debieron estar en
América pocos años trabajando en carreteras y ferrocarriles, porque en 1926 ya
se encontraban los dos en España trabajando en la carretera de la Virgen de la
Cabeza y viviendo de alquiler en una casa de Escañuela. Con sus ahorros
compraron en 1927 el cortijo de “Hilario”, en el término de Torredelcampo, con
unas veinte fanegas de tierra, y que luego sería conocido como el cortijo de
los de “Almería”. Allí pasaron la Guerra Civil de una forma relativamente
cómoda, incluso ayudaron a familias del pueblo que estaban pasando necesidad. Los
dos hermanos terminaron estableciéndose en Villardompardo. Alfonso
compró una casa de Ramón Prados situada en la C/ Los Molinos, donde hace
algunos años se situó el “Bar Cerrillo”, y Antonio la casa de la calle
Arjona. Alfonso tuvo un solo hijo llamado Antonio, que regentó el bodegón
de la calle “Larga”, y cuyos hijos son Alfonso y Nati. Antonio también
tuvo un solo hijo llamado Antonio, que se dedicó al campo, y sus hijos son
Isabel, Manuela y Antonio.
Gracias a Alfonso
Cerrillo, Inmaculada Serrano y Rubén (Uruguay) por esta curiosa historia.
Carlos Ramírez Perea
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