martes, 28 de septiembre de 2021

 

UNOS ALMERIENSES QUE, DESPUÉS DE PASAR POR AMÉRICA, SE ESTABLECIERON EN VILLARDOMPARDO

 

La familia “Cerrillo” es originaria de Arboleas, un pueblo almeriense que actualmente supera los 4500 habitantes y se sitúa en el valle del río Almanzora. Hace más de un siglo, el río se desbordó en varias ocasiones y causó daños importantes en las tierras que dicha familia poseía en sus orillas, así que muchos de los hijos, ocho en total, se vieron obligados a buscarse la vida por diferentes lugares de España y del mundo. Uno de los hermanos, llamado Juan, emigró con su primo José Ramón a Francia, trabajando los dos en una compañía que hacía trabajos viales (carreteras y ferrocarriles) en dicho país y en Marruecos. La compañía se traslada a Argentina, y allá que se fueron los dos primos para trabajar en el tendido ferroviario de la Patagonia y Uruguay. Posteriormente, Juan fue contratado como barrenero por un empresario catalán afincado allí. Tras ver el buen trabajo que realizaba, dicho empresario le propuso explotar una mina de cuarzo cerca de Montevideo.

    La estabilidad europea estaba revuelta y se acercaba la Gran Guerra de 1914, así que el padre de Juan,
residente en Almería, decide mandar para América a otros de sus dos hijos: Antonio (que contaba con sólo 15 años) y Alfonso, temiendo que fueran llamados a filas y metidos en la guerra, aunque luego España no se vio involucrada en la contienda. En esta ocasión ambos embarcaron desde Francia en 1912.

    Antonio y Alfonso volvieron a España en una ocasión, con su padre ya fallecido. Juan, el hermano mayor, no volvió, llegó a casarse y se estableció en Uruguay donde tuvo diez hijos. Allí viven sus descendientes que tras estudiar diferentes carreras disfrutan actualmente de una cómoda posición.

    Las cosas seguían mal en España, así que decidieron volver a América saliendo esta vez desde el puerto de Cádiz. En esta ocasión Alfonso tenía 35 años y ya estaba casado (según se aprecia en el documento de la foto) y Antonio era menor que él y permanecía aún soltero. Llegaron a Nueva York el 16 de noviembre de 1923 y debieron estar en América pocos años trabajando en carreteras y ferrocarriles, porque en 1926 ya se encontraban los dos en España trabajando en la carretera de la Virgen de la Cabeza y viviendo de alquiler en una casa de Escañuela. Con sus ahorros compraron en 1927 el cortijo de “Hilario”, en el término de Torredelcampo, con unas veinte fanegas de tierra, y que luego sería conocido como el cortijo de los de “Almería”. Allí pasaron la Guerra Civil de una forma relativamente cómoda, incluso ayudaron a familias del pueblo que estaban pasando necesidad. Los dos hermanos terminaron estableciéndose en Villardompardo. Alfonso compró una casa de Ramón Prados situada en la C/ Los Molinos, donde hace algunos años se situó el “Bar Cerrillo”, y Antonio la casa de la calle Arjona. Alfonso tuvo un solo hijo llamado Antonio, que regentó el bodegón de la calle “Larga”, y cuyos hijos son Alfonso y Nati. Antonio también tuvo un solo hijo llamado Antonio, que se dedicó al campo, y sus hijos son Isabel, Manuela y Antonio.

Gracias a Alfonso Cerrillo, Inmaculada Serrano y Rubén (Uruguay) por esta curiosa historia.

 

                                                                                                        Carlos Ramírez Perea

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