martes, 2 de agosto de 2022


CAPÍTULO XX

ACONTECIMIENTOS OCURRIDOS EN VILLARDOMPARDO DESDE 1861 a 1863

  Seguimos con los últimos años del reinado de Isabel II, periodo en el que Villardompardo, de unos mil habitantes en 1861, experimenta un cambio muy importante en su economía y en su urbanismo, gracias a las desamortizaciones y desvinculación de los mayorazgos. Esto hizo posible que se pudiesen vender las tierras de los Condes de Villardompardo y que se repartieran los terrenos propiedad del ayuntamiento.

   El 1 de enero de 1861 se reúnen los antiguos cargos del ayuntamiento para constituir la nueva corporación municipal: D. José Rísquez y D. Bernardo Armenteros como alcalde y teniente de alcalde salientes. Los concejales que cesan son: D. Pedro Becerra, D. Francisco Serrano, D. Manuel González y D. Juan Peragón. Estos cuatro concejales serán sustituidos por: D. Francisco Fernández, D. José Manuel Hernández, D. Atanasio Medina y D. Juan García Ortega, que tomarán posesión. El nuevo alcalde será D. Bernardo Armenteros y el teniente de alcalde D. José Rísquez (simplemente intercambian sus puestos). El señor gobernador nombrará todos estos cargos del nuevo ayuntamiento. Posteriormente se eligen los demás oficios del consistorio.

 

PROBLEMA CON LA CONSTRUCCIÓN DEL CEMENTERIO “VIEJO”

    En febrero de 1861, el señor gobernador autoriza la construcción del nuevo cementerio, dando su visto bueno para que la corporación efectúe la permuta del terreno que fue del Marqués de Regalía, y ahora es de Juan Medina, en el sitio de San Antonio, que sería el lugar elegido para construirlo por pensar que era el más adecuado. También se pide que se subaste la obra para terminarla lo antes posible por ser
muy necesaria. Pero las cosas cambiaron, ya que buena parte de la corporación no estaba de acuerdo con este sitio y sí con el lugar de la Cruz de Arjona, ante lo cual, el alcalde y el teniente de alcalde expusieron una serie de inconvenientes: en primer lugar, la Cruz de Arjona estaba muy cerca del único pilar público, además era la desembocadura del camino de Arjona y por último, estaría demasiado cerca de la población; tres inconvenientes importantes. Sin llegar a un acuerdo claro, se levantó la sesión de aquel día.

    La Cruz de Arjona no estaba donde se encuentra hoy. Su situación era la confluencia entre la C/ Arjona y C/ Pilar, donde estaba la antigua tienda de Juliana. Por ese motivo tenía sentido exponer esos tres inconvenientes.

   En abril se pide opinión al señor facultativo (médico) sobre la construcción del cementerio en la Cruz de Arjona, y éste responde que no hay ningún problema para la salubridad del pueblo ni afectaría a la fuente pública, pues está a una distancia adecuada. Así que se decide dar el visto bueno para construirlo en ese emplazamiento y se ordena sacar edictos para subastar la obra antes del día 20 de este mes.

    En mayo se comunica que, en el lugar de la Cruz de Arjona, donde se decidió construir el cementerio, se había encontrado una “tosca muy dura a media vara* de profundidad”, que impedía la apertura de sepulturas. Enterada la corporación, se decide permutar el terreno de Juan de Moya, en San Antonio, por otro de igual extensión en el Ejido del Pilar (en febrero se dijo que el terreno era de Juan Medina, debe haber un error). Así es como en 1861 se termina construyendo definitivamente el cementerio “Viejo” en el lugar que muchos hemos conocido (foto anterior) y que no llegó a durar un siglo, puesto que en el año 1955 se prohibió en él la sepultura de difuntos por inaugurarse el “Cementerio Nuevo”, aunque el culto a los antepasados en ese lugar se prolongó durante muchos años.

*vara: antigua medida de longitud que equivalía a 0,835 m

AUMENTA LA PETICIÓN DE TERRENOS PARA CONSTRUIR CASAS.

    En marzo, José Fernández y Francisco Medina Rísquez, solicitan terrenos para la construcción de casas. A Fernández se le concede el solar que había frente al pajar de la casa de D. José Espiga y no donde él quería, ya que por ahí iba trazada una futura calle (la que va al castillo, foto). A Francisco


Medina no se le concede el solar que pide porque en ese lugar, que no se especifica, se construirá un local para el maestro de instrucción primaria.

    En abril se solicitan otros tres solares para construir viviendas. Diego Béjar pide doce varas de terreno en el Ejido del Pilar que alinda con la casa de Juan Arjona. Juan Alonso Rísquez también solicita cuatro varas junto a un solar suyo en el mismo ejido, para hacerse otra casa. Antonio Rísquez también pide otro en el mismo lugar. El ayuntamiento concede los solares solicitados, pero lo tiene que aprobar el gobernador. Una vez aprobado, se les harán sus correspondientes escrituras y deberán construir la casa en el periodo de un año y con las correspondientes normas de seguridad y ornato públicos.

    En mayo se recibe una orden del gobernador para que se suspenda la obra iniciada por José Fernández en el solar que se le concedió, ya que inmediatamente comenzó a construir sin esperar el permiso del ayuntamiento. Ese solar no se le dará hasta 1863, como luego veremos. El gobernador se interesa por saber cuáles fueron los motivos que tuvo esta corporación para conceder un solar a José Fernández en la calle del Hospital (C/ Virgen de Atocha). La corporación no dio muchas explicaciones, le concedió el terreno pero no se le dio permiso para edificar, y él comenzó a hacerlo.

    En junio se constituyen la Junta Escolar y la de Beneficiencia, ya que estaban incompletas por haber fallecido algunos de sus miembros. La Junta Escolar la formarían: D. Fernando de Torres, D. Francisco Medina Rísquez, D. Manuel García, el síndico del ayuntamiento, el alcalde y el párroco como vocal. La Junta de Beneficiencia estaría formada por: D. Juan Manuel de la Fuente, el síndico, el médico titular, el alcalde, el teniente alcalde y el párroco.

Esta junta de Beneficiencia es la que decidía qué vecinos deberían tener asistencia médica gratuita por ser pobres, y la Escolar decidía qué niños no pagarían al maestro por el mismo motivo.

    En septiembre se forma la Comisión de Ornato. Por votación salieron elegidos los regidores: D. Manuel González, D. Francisco Fernández y D. Juan García. Esta Comisión de Ornato tenía como función velar por la limpieza, buen trazado de calles y mantener la armonía en las nuevas construcciones.

     En octubre se reúne la corporación municipal e igual número de los mayores contribuyentes para conceder tres solares. Curiosamente son los mismos que se pidieron en abril de este año y que no se habrían concedido aún, tal vez esperando la decisión de la ubicación del cementerio. Ahora se especifica mejor el lugar de esos terrenos. Se dice que Diego Béjar solicita las doce varas de terreno para hacer su casa en el Ejido del Pilar. Se trataba de la última casa de la calle Arrabal, actual C/ Arjona, la


corporación accede con la condición de que deje ocho varas por debajo de la casa de Juan Arjona para trazar una calle (se refiere a la Calle Pilar, foto). La casa la debería tener terminada para fines de 1862, si no la tuviese acabada para esa fecha, el terreno quedaría libre para otra persona que lo solicitase.

    No hay ninguna novedad respecto a los solares solicitados por Juan Alonso Rísquez y Antonio Rísquez, todos en el Ejido del Pilar, Calle Arrabal (actual C/ Arjona).

    En noviembre se solicitan otros cinco solares para construir casas por parte de algunos vecinos. José María Domínguez pide un solar en el Ejido del Pilar y Francisco Moya Peinado en la zona del castillo-calle del Hospital (C/ Atocha y alrededores). A Domínguez no se le concede por no ser vecino del Villar, a Moya sí, pero con la condición de que para San Juan debe obrar el primer cuerpo de la casa.

    Juan Manuel Tirado solicita otras doce varas para construir una casa en el lugar nombrado como Castillo-calle Hospital y se le concede con la condición de que el primer cuerpo también esté construido para San Juan. Otra solicitud de Ramón Cano pidiendo diez varas de solar en el Ejido del Llano a espaldas del corral de D. Carlos Torres, se le concede con las mismas condiciones anteriores. Juan Antonio Gómez solicita un solar en el Ejido del Pilar, en la calle Ancha frente a la fábrica de tejas (estaba en el actual nº 59 de la calle Ancha, donde vive Cosme) pide veinte varas para construir una casa, pero se le conceden doce, con las mismas condiciones anteriores. Se redactan todos los expedientes de dichas solicitudes para que los apruebe el señor gobernador.

    El Ejido del Pilar ocupaba toda la zona que hoy se extiende desde la calle Arjona y calle Ancha hasta la actual Cruz de Arjona. Estas dos calles acababan más arriba de la C/ Pilar. Era una zona muy apetecible por su proximidad a la única fuente del pueblo.

UN NUEVO SECRETARIO

    En noviembre cesa el secretario Amando Aguilera y la corporación municipal nombra como secretario interino a D. Manuel Pérez. Se comunica al gobernador la vacante para que sea cubierta lo antes posible. Se dará un plazo de treinta días para presentar solicitudes con el fin de cubrir la vacante. A finales de diciembre se reúne la corporación municipal para estudiar las solicitudes a la secretaría del ayuntamiento. Se presentan tres candidatos: Manuel Pérez (vecino del Villar), Juan Antonio Ruiz Díaz (vecino de Jaén) y Andrés Pérez García (vecino de Fuerte del Rey). Como era de esperar, la corporación elige a Manuel Pérez, vecino de Villardompardo, lo que rápidamente se comunica al gobernador para su aprobación, pero la cosa no quedará ahí.

AÑO DE 1862

    A principios de enero de este año, la corporación municipal es la misma que la del anterior, pero se nombran otros cargos, que son:

-        Depositario de Propios: Juan Antonio Gómez.

-     Depositario del Pósito: José Manuel Hernández.

-        Claveros: Francisco Fernández y Juan García.

-        Peritos del Campo: Miguel Ortega y Ortega y Manuel García Cámara.

-        Bulero: Pedro Ruiz Gay.

-        Encargado del reloj: Juan Medina Rísquez.

    En este mismo mes llega una orden del señor gobernador para que se nombre a una “Junta para guardar la leña de olivo”, es la primera vez que se nombra este tipo de junta. Estaría formada por: Bernardo Armenteros, José Manuel Hernández y Atanasio Medina, por parte del ayuntamiento; y como propietarios estarían: Miguel de Zafra, Pascual de Béjar, Juan José Hernández y Francisco Medina.

    También en enero se reúnen la corporación municipal e igual número de contribuyentes, para nombrar dos guardas del campo para la custodia del término (foto). Se presentan cuatro candidatos, y
por mayoría de votos salieron nombrados: Miguel Damián Fernández y Manuel de Águila. El día 23 juran el cargo y toman posesión. A Manuel se le asigna la demarcación del Salado “para acá” (parte B) y a Miguel Damián, del Salado “para allá” (parte A). Las dos partes eran casi iguales.

PROBLEMAS CON EL NOMBRAMIENTO DEL SECRETARIO

    Todo es bastante confuso, porque en enero se vuelve a hablar del nombramiento del secretario y se dice que se presentaron cuatro candidatos y no tres como se comentó en diciembre: dos de Villardompardo, uno de Jaén y otro de Fuerte del Rey. Se vuelve a decir que la corporación votó en su mayoría a D. Manuel Pérez Ruiz, vecino del Villar y que ya era secretario interino. El resultado se mandó al gobernador para que lo aprobase.

    El 31 de enero llega un comunicado del señor gobernador diciendo que no aprobaba el nombramiento de D. Manuel Pérez como secretario, ya que no tenía la edad requerida, así que se nombró a D. Manuel Chamorro Serrano, vecino de Martos (curiosamente esta persona no presentó candidatura inicial, aunque aquí se diga que sí, las irregularidades estaban a la orden del día). Este señor tomará posesión de su cargo como secretario del ayuntamiento a mediados de febrero, y será nombrado por el gobernador provincial.

    En febrero se reúnen la corporación municipal y un igual número de mayores contribuyentes para estudiar la forma de cubrir el déficit del presupuesto del ayuntamiento. Los gastos ascendían a 14.808 reales, y los ingresos ordinarios de propios a 400 reales, así que prácticamente todo el presupuesto habría que cubrirlo. Recurren a los arbitrios ordinarios, contribución territorial y otros impuestos para conseguirlo.

UN CAMBIO HISTÓRICO EN LA ECONOMÍA Y POSESIÓN DE LA TIERRA

    En marzo de 1862, se da una clara explicación de las consecuencias de la supresión de los mayorazgos y de la Ley de Desamortización para los vecinos de Villardompardo. En esta sesión extraordinaria, se habla de la nueva situación económica del vecindario debido a una serie de circunstancias que seguidamente comentaremos. En primer lugar, la gran cantidad de tierras del Marqués de Regalía (del que hablaremos a continuación) situadas en este término, habían sido vendidas en su mayor parte al Exmo. Sr. D Francisco Serrano Domínguez (el famoso General Serrano), y otra parte menor a forasteros que se dedicaron a cultivarlas ellos mismos. El General Serrano decidió dejar las tierras incultas y acotarlas, por lo que los labradores que antes las trabajaban tuvieron que vender los mulos por no tener trabajo que realizar.

    Por otra parte, los crudos inviernos de esa época hicieron que la leña de encina comenzara a
escasear, por lo que algunos labradores sacaron los olivos para abastecer sus casas de ese combustible. También desapareció el monte bajo, seguramente debido a la desamortización que dejó al ayuntamiento sin la dehesa de la “Carnicería” (foto), porque la dehesa “Rasa” ya se había repartido en 1818, con lo cual disminuyó el número de ovejas que se alimentaban en ella. Toda esta información se remitió a la Hacienda Pública para que vieran como había cambiado el número de animales y la clase de trabajadores del pueblo de un tiempo a esta parte.

    En junio de nuevo se hace referencia al cambio de la economía del pueblo. Se recibe una comunicación del Señor Administrador General de Hacienda según la cual, había algunos reparos a lo que se dijo en marzo y que se ha expuesto más arriba. Por ello se reúne de nuevo la Junta Pericial para hacer las siguientes aclaraciones: se dice que la situación del pueblo había cambiado mucho desde el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 (hacía más de un siglo). De nuevo se dice que los labradores habían arrancado muchos olivos para calentarse en aquellos inviernos tan “crudos que nos manda Dios”. Había desaparecido del término el monte bajo y alto, además los propietarios de tierras de términos limítrofes ya no dejaban pastar al ganado. A esto se sumaba que los propietarios de tierras de este mismo término, guardaban rigurosamente sus propiedades para que los animales no pastasen en ellas (se refiere sobre todo al General Serrano).  Por ello, muchos ganaderos se vieron obligados a vender sus animales. Por estas razones el valor de la riqueza del pueblo (que parece ser que se refería a la de 1752) estaba tan desfasada, que la localidad se veía muy perjudicada en el pago de la Contribución.

 

EL MARQUÉS DE REGALÍA Y EL GENERAL SERRANO

    El Marqués de Regalía era D. Nicolás Álvarez de Abreu y Mora (1817-1894) que se casó con Dª María del Carmen Álvarez de las Asturias Bohorques y Belvís de Moncada (1819-1867). Esta señora era descendiente de los Condes de Villardompardo-


 Aunque ella no heredó el título de condesa, sí heredó las tierras del término del Villar y de Escañuela, ya que los mayorazgos  habían sido suprimidos desde 1841 y los nobles eran libres para repartir las tierras entre sus hijos o venderlas. Así que ella era la verdadera dueña de las tierras y no el Marqués de Regalía (primera de la tercera fila del árbol genealógico anterior). Se ve que no les interesaba mantener las fincas aquí y vendieron la mayor parte al General Serrano. Este señor hizo una fortuna mientras ocupó la Capitanía General de Cuba entre 1859 y 1862. Los labradores se las apañaban bastante bien mientras las tierras fueron de los Condes de Villardompardo, pero al pasar al General Serrano la cosa cambió a peor. El General Serrano (D. Francisco Serrano Domínguez, foto de abajo) fue nombrado Duque de la Torre por Isabel II en noviembre de 1862 y estuvo muy vinculado a la ciudad de Arjona, ya que sus antepasados eran de allí, aunque él nació en San Fernando (Cádiz). Seguramente vio una magnífica oportunidad y compró casi todas las tierras de los Condes de Villardompardo


cercanas al término de Arjona y supongo que también las que poseían en el término de Escañuela, pero por ahora no dispongo de documentación que confirme esto último. Su gran casa de labor la instaló en el Cortijo de la Torre, situado a 3,3 km de Escañuela; 5,6 km de Arjona y a 7 km de Villardompardo.

    En el capítulo de octubre de 2019 os dije que, en una tesis doctoral escrita en 1995, se afirmaba que las tierras del Conde del Villar fueron donadas al ayuntamiento con fecha 12 de febrero de 1849, y la ubicación del documento que lo demostraba estaba en el Tomo V de los Documentos Administrativos del archivo del ayuntamiento. También os comenté que fue imposible encontrar dicho documento. Sencillamente la información que se aporta en dicha tesis no es cierta y la donación jamás existió, como queda demostrado en estas actas capitulares del ayuntamiento de Villardompardo.

MÁS REPARTOS DE TERRENOS PARA LA CONSTRUCCIÓN

    El 11 de marzo se vuelven a repartir terrenos. Esta vez se dice claramente que se dan  gratuitamente a los vecinos por ser terreno comunal (del ayuntamiento). Se habla de nuevo de: Manuel de Moya Peinado que recibe diez varas de fachada, y de profundidad lo que dé el terreno; a Juan de Béjar Águila doce varas, a Juan Antonio Gómez veinte varas, a Ramón Cano diez varas y a Antonio Rísquez quince varas. Hay nuevas solicitudes como la de Ginés Rodríguez que pide un terreno de doce varas de fachada por veinte de profundidad, y D. José de Rísquez que solicita ocho varas. La comisión de ornato estará al tanto, para que cuando se abran los cimientos, las calles guarden la debida alineación. Se dice que algunas de las personas anteriores ya habían solicitado estos solares, pero como la petición no se hizo con arreglo a la ley, es ahora cuando realmente tenían validez. En este caso no se especifica en qué lugar se concedían los solares, información muy valiosa para saber por dónde crecía el pueblo.

    En Julio se reúnen en el ayuntamiento una comisión para buscar la forma de cubrir el déficit del ayuntamiento para el año 1863. El presupuesto ascendía a 20.093 reales y los Ingresos de propios ascendían a 6380 reales, así que el déficit era de 13.712 reales. Dicho déficit lo cubrirían con el 10% de la Contribución Territorial, 15% sobre el subsidio, 50% sobre los consumos y un recargo a la contribución del 20%. Aún así, quedarían 124 reales que los cubrirían “haciendo economía”.

    En agosto el señor gobernador propone la residencia permanente de un notario en este pueblo. Desde el ayuntamiento se le dice que no conviene que resida aquí de forma permanente, debido a la carestía de los comestibles y a los pocos documentos que tendría que hacer. Por eso, esta localidad se ayudaría del que hubiese en Torredonjimeno, el pueblo más inmediato. Hicieron muy bien porque lo tendrían que haber pagado del presupuesto local, y no estaba el “horno para bollos”.

DEUDAS EN EL PÓSITO DE VILLARDOMPARDO

    El 8 de agosto se personó en el ayuntamiento el subdelegado para la visita de los pósitos D. Francisco Romero Ruiz. Este señor puso ciertos reparos sobre la gestión del pósito. Dijo que se debían: 2 fanegas del año 1859, 6 de 1860 y 400 de 1861; más 17 por “creces” (intereses en grano) hacían un total de 425 f.

    También dice el señor subdelegado que se deben adquirir los formularios para llevar bien las cuentas del pósito. Por último, comenta que la habitación donde están las llaves y que era aneja al almacén del pósito, estaba en malas condiciones y se le debería hacer mejoras, ya que el estado de ella era importante para la buena conservación del grano.

    Los Pósitos eran almacenes de grano que se utilizaban para abastecer al pueblo en caso de escasez, y para prestarlo a los agricultores para la siembra, luego tenían que devolverlo con “creces” al recoger las cosechas. Su ubicación no está muy clara.

VISITA DE ISABEL II A LA PROVINCIA

    La reina Isabel y su familia llegan a Despeñaperros el 13 de septiembre de 1862 visitando algunos pueblos como: Navas de Tolosa, Guarromán, La Carolina, Carboneros o Andújar. Posteriormente se dirigió a Córdoba, Sevilla y Cádiz. En su viaje de vuelta, el 6 de octubre, visita Bailen, y al día siguiente llega a Jaén capital entrando por el arco construido en la Puerta Barrera, subiendo por la Carrera hasta llegar a la Plaza de Santa María donde se alojaría en el Palacio Episcopal. El séquito real era acompañado en todo momento por el fotógrafo Charles Clifford. Al llegar a Jaén, el fotógrafo local Higinio Montalvo también participaría en dejar buena documentación gráfica del acontecimiento. Jaén fue debidamente decorado a lo largo del recorrido real por arcos conmemorativos, fabricados en madera y cartón piedra. Los dos fotógrafos dejaron magníficas imágenes del Jaén de 1862. No es de extrañar la masiva afluencia de público de la capital y de pueblos cercanos que acudirían a ver el acontecimiento. En las actas capitulares de Villardompardo no se menciona nada de la visita, pero sería lógico el desplazamiento de algunos vecinos del pueblo hasta Jaén (por el Camino Jaén son algo más de 20 km). En estas fotos de Charles Clifford tenemos los arcos de la Puerta Barrera (visto por los dos lados) de estilo gótico, y el instalado en la Carrera, de estilo mudéjar.



                             

 

 

 















AÑO DE 1863

    El 6 de enero se reúne la corporación municipal presidida por el alcalde saliente: D. Bernardo Armenteros, para constituir la nueva corporación. El alcalde, teniente alcalde y algunos concejales cesaban, y otros continuaban. Los nuevos componentes tomaron posesión de su asiento y juraron la Constitución y fidelidad a la reina Isabel II. La corporación quedó compuesta por: Alonso García Ortega (alcalde), Atanasio Medina (teniente alcalde), Juan García, Pedro Ruiz, Ildefonso Zafra, Francisco Fernández, José Manuel Hernández y Antonio Moya, como concejales.

    El 8 de enero se reúne la corporación para tratar sobre la cantidad que debería pagar el pueblo en concepto de contribución territorial, la cantidad resultó ser de 19.234 reales y 3 céntimos. Dicha cantidad fue aprobada y durante ocho días se expondrían las listas de los vecinos para que vieran lo que le correspondía a cada uno y pusieran quejas si lo estimaban oportuno.

    En febrero se reúne la corporación para estudiar la forma de cubrir el presupuesto del ayuntamiento que ascendía a 20.536 reales y 75 céntimos. Como los ingresos de propios eran de 4600 reales, el déficit ascendía a 16.336 reales y 75 céntimos. Esta cantidad se cubriría con los arbitrios ordinarios, el 10% de la contribución territorial, el 15% sobre el subsidio y el 50% sobre los consumos. Como aún quedaban 8.340 reales, habría que hacer un recargo extraordinario del 22% sobre la contribución territorial. Aún así, faltarían más de 300 reales para equilibrar el presupuesto, que lo conseguirían “haciendo economía”.

    En marzo se constituye la Junta Pericial cuya misión era poner al día las riquezas de cada vecino para rectificar el amirallamiento. Dicha junta estaría formada por: Pascual de Béjar, Ramón de Béjar, Juan Medina y Antonio de Murcia, que continuaban, Benito Cañas y Antonio Mozas entraron nuevos. El señor gobernador puso a Matías Begué de Torredonjimeno y Pedro Padilla Parras, de Martos.

SE CONCEDEN MÁS SOLARES PARA CONSTRUIR

    El 28 de abril se reúnen la corporación y los mayores contribuyentes para conceder los solares solicitados por algunos vecinos: a Cristóbal Hernández Fernández se le concede en el Ejido del Pilar un solar de trece varas de fachada y de fondo lo que dé el terreno. A Antonio de Rísquez Medina otro solar en el Ejido del Pilar que hace linde con la casa de su hermano Juan Alonso. A José Fernández Rodríguez por fin se le concede un solar de doce varas de fachada y veintiséis de longitud en la calle del Hospital, linde a la entrada del castillo (se refiere a la esquina de la calle Atocha con la calle


Castillo). A Juan Manuel Jurado doce varas de fachada y veintiséis de fondo, linde con el solar anterior de José y dirección hacia “la Atocha”. A Juan Francisco Águila otro solar igual a los anteriores y dirección hacia la Atocha. Todos deberían cumplir las reglas, conservando la armonía y alineación. Si en el plazo de un año no edificaban las casas proyectadas, perderían el derecho sobre el terreno y sería concedido a otro. Está muy claro que se refiere a la acera de la izquierda de la calle Atocha según bajamos. Esa acera no existía porque el cementerio de Atocha estaba muy cerca, pero al construir el nuevo cementerio de San Antonio, la cosa cambió. Son las tres casas de la foto anterior.

    En mayo se habla de nuevo de la forma de cubrir el déficit del presupuesto del ayuntamiento, el procedimiento a seguir es el mismo que ya hemos comentado en otras ocasiones. El mismo día se subasta la venta de la “carne de hebra” (era casi exclusivamente carne de ovino, de borrego) durante seis meses, desde el 1 de junio al 30 de noviembre.

    El resto del año 1863 no presenta acontecimientos importantes, sólo dos:

    El veinte de noviembre la corporación dice no poner ninguna objeción a la importación de harinas nacionales o extranjeras para abastecer a las islas de Cuba y Puerto Rico

    El último día del año, se reúne la corporación municipal para renovar por cinco años más el contrato del médico D. Francisco Morales. Se dice que gozaba de muchas simpatías en el pueblo y además había hecho “muy buenas curas”, también se temía que volviera un brote de cólera-morbo y se encontrara el municipio sin facultativo. Recibiría la cantidad de dos mil doscientos reales anuales, además del dinero cobrado por las Igualas (una especie de sello que se pagaba para ser atendido). Otras de las condiciones es que atendería gratuitamente a los pobres de solemnidad (lo decidía la Junta de Beneficiencia) y no podría ausentarse del pueblo sin el permiso del ayuntamiento.

FUENTES CONSULTADAS

 

-         Actas capitulares del ayuntamiento de Villardompardo 1861-1863

-         Fotos originales del autor excepto la del General Serrano y las del antiguo Jaén, bajadas de internet.

-      Para el árbol genealógico: https://www.geni.com/people/Mar%C3%ADa-del-Carmen-%C3%81lvarez-de-las-Asturias-Bohorquez-y-Bellvis-de-Moncada-XV-Marquesa-de-Mondejar/6000000079505562512


      Carlos Ramírez Perea

     Cronista Oficial de Villardompardo                                                                               

 

 

 

 

 FOTO CONTRAPORTADA DEL PROGRAMA DE LAS FIESTAS DE LA JUVENTUD 2022

Foto realizada en 1952 o 1953 en la puerta del bar de Lagal situado en el Llano. Los que aparecen en primer plano y de izquierda a derecha son:

José Perea Muñoz, Antonio Jiménez Gay, Manuel Contreras Peinado, Benito Perea Anguita, José Béjar García (Pepito de Pascualito), Francisco Liébana García y Juan Fuentes Béjar. Los niños no han sido reconocidos. Los que se asoman a la puerta del bar son: Jacinto Fernández Liébana y Alberto Gay Hernández. Foto prestada por Carmen Perea Muñoz. Puede que haya errores en algunos nombres y apellidos.


 

HISTORIA DE LA FAMILIA LANAGRÁN EN VILLARDOMPARDO

    El apellido Lanagrán en Villardompardo comienza con Blas Lanagrán Soriano, de padre arjonero y madre escañolera. Era un joven apuesto, de constitución gruesa y con carácter afable. Vino a trabajar a Villardompardo en la panadería de sus futuros suegros donde conoció a su esposa Bonosa Cámara García. Se casaron cuando ambos tenían 23 y 18 años respectivamente. Del matrimonio nacieron 12 hijos de los cuales vivieron 8 (Lola, Manuel, Lucas, Mateo, Blas, Manolita, Carmen y Enrique) y los otros fallecieron con muy corta edad. Blas trabajó con sus suegros hasta el comienzo de la guerra. Cuando acabó, su suegro le cedió el horno que pertenecía a Doña Eufrasia. Estuvieron de alquiler hasta que años más tarde se lo compraron a Carmen Sánchez Rísquez, heredera de doña Eufrasia.

    Amasaban el pan a mano y refinaban la masa con la ayuda de un burro al que los niños llamaban “PELETE”. Los chicos eran tan pequeños que Blas les ponía una silla o una caja de vino para que llegaran a la refinadora del pan. Durante la postguerra, el pan se racionaba y después quedó libre. Muchas mujeres iban al horno a por levadura y hacían el pan en sus casas, posteriormente lo traían al horno para cocerlo. Lo guardaban en orzas, lo tapaban y les duraba unos días.

    Cuando no había agua potable en las casas, los hermanos más pequeños hacían cola en el pilar para cogerla. La gente se quejaba porque siempre había algún “TARRAN “esperando su turno en el caño del pilar, ya que los más pequeños se ponían en cola y los mayores acarreaban el agua con el borrico.

    El 1 de marzo de 1948 (día del Ángel de la Guarda) bajó Bonosa a despachar a una mujer dejando a la pequeña Carmen en la cama, en esos momentos se derrumbó parte del tejado de la casa, dejando a la niña sepultada entre los escombros. Todo el pueblo fue a ayudarlos y fue Atanasio Jiménez, más conocido como el “dios”, junto con la mayor de los hijos, Lola, quienes sacaron a la pequeña sana y salva.

    En 1956 empezaron a vender tortas por el pueblo, a los más pequeños: Manolita, Carmen y Enrique les daban unas cestas y las vendían por las calles.

    Blas empezó a hacer viajes a Málaga donde compraba pescado, lo enviaba a Torredonjimeno en el tren y los mayores de sus hijos, acompañados del tío Francisco, más conocido como el Feligrés, iban a recogerlo. Su hija Lola lo vendía en la puerta de la casilla (del actual bar)

    En 1957 abrieron su segundo negocio en la actual calle Ancha, “El Bar Lanagrán”, negocio que empezaron trabajando los hijos mayores, aunque los pequeños siempre ayudaban en lo que podían. Blas viajaba a Valdepeñas a comprar vino para el negocio, que traía al pueblo en barriles muy grandes. Una anécdota muy recordada fue una ocasión en la que, descargando los barriles, uno de ellos resbaló, cayendo contra el suelo y derramando gran cantidad de vino por la calle Ancha hacia abajo, mientras Blas gritaba ¡qué ruina!, ¡qué ruina!

    A partir de 1958, durante muchos años, se quedaron con la barra de la caseta municipal en las fiestas patronales.

    En 1964 derribaron todo el edificio familiar y lo levantaron nuevo, quizás fuese de las primeras casas del pueblo construidas con vigas de hierro y hormigón. Estaba formada por dos bajos comerciales y cuatro pisos, dos por planta. Uno de los pisos de la primera planta quedó diáfano con una pequeña barra al fondo. Se utilizaba en aquella época de disco- bar y para la celebración de bodas. Tenían un pequeño tocadiscos y vinilos de la época. Era el lugar donde la juventud venía a divertirse, y también el lugar donde surgió el amor entre muchas parejas que posteriormente celebraban aquí su matrimonio.

    Blas enfermó en ese mismo año de 1964. No había Seguridad Social, y para poder hacer frente a los gastos de la enfermedad y su tratamiento, sus hijos: Blas, Mateo y Manolita emigraron a Alemania, aunque dos años después, en 1966, el abuelo falleció. La abuela Bonosa quedó por tanto al mando de los negocios. Mujer emprendedora que supo conciliar la vida laboral con la vida familiar. ¿Quién no la recuerda sentada en la puerta del horno cobrando el pan? Unos años más tarde, sus hijos regresaron de Alemania y montaron dos granjas. La primera de gallinas y después una de cerdos. Ellos mismos mataban los cerdos y hacían morcillas y chorizos que después vendían al público. Al mismo tiempo, seguían con la granja de gallinas y con la venta de huevos y gallinas en el pueblo.

    Los hijos fueron creciendo y formando sus familias. Lola, Lucas, Mateo y Manolita se quedaron en Madrid, donde todos tuvieron negocios relacionados con el pan. Blas estuvo muchos años en Alemania, pero finalmente regresó al pueblo. Carmen vivió muchos años en Torredonjimeno, pero al enfermar su madre, volvió al pueblo para cuidarla. Enrique y Manuel se hicieron cargo de los negocios familiares, el bar y la panadería. Hoy en día, ambos negocios siguen funcionando a cargo de la tercera generación de la familia Lanagrán.

   Sin duda, Blas y Bonosa, inculcaron en sus hijos y nietos ese espíritu emprendedor y trabajador que hoy siguen sus descendientes.

 

         Gracias a Mari Carmen Linares Lanagrán por contarnos esta historia.


FOTO DE LA FAMILIA LANAGRÁN: En el centro los padres: Bonosa Cámara García y Blas Lanagrán Soriano. Detrás sus hijos: Blas, Mateo y Manolita Lanagrán Cámara. Los niños que hay delante de sus padres son: Carmen y Enrique Lanagrán Cámara. La foto ha sido cedida por Mari Carmen Linares Lanagrán. La imagen no ha podido ser restaurada por fallos en el programa de ordenador, pero se reconoce a todos.