HISTORIA DE LA FAMILIA LANAGRÁN EN
VILLARDOMPARDO
El apellido Lanagrán en Villardompardo comienza con Blas Lanagrán
Soriano, de padre arjonero y madre escañolera. Era un joven apuesto, de
constitución gruesa y con carácter afable. Vino a trabajar a Villardompardo en
la panadería de sus futuros suegros donde conoció a su esposa Bonosa Cámara
García. Se casaron cuando ambos tenían 23 y 18 años respectivamente. Del matrimonio
nacieron 12 hijos de los cuales vivieron 8 (Lola, Manuel, Lucas, Mateo, Blas,
Manolita, Carmen y Enrique) y los otros fallecieron con muy corta edad. Blas trabajó
con sus suegros hasta el comienzo de la guerra. Cuando acabó, su suegro le
cedió el horno que pertenecía a Doña Eufrasia. Estuvieron de alquiler hasta que
años más tarde se lo compraron a Carmen Sánchez Rísquez, heredera de doña
Eufrasia.
Amasaban el pan a mano y refinaban la masa con la ayuda de un burro al
que los niños llamaban “PELETE”. Los chicos eran tan pequeños que Blas les
ponía una silla o una caja de vino para que llegaran a la refinadora del pan.
Durante la postguerra, el pan se racionaba y después quedó libre. Muchas
mujeres iban al horno a por levadura y hacían el pan en sus casas,
posteriormente lo traían al horno para cocerlo. Lo guardaban en orzas, lo
tapaban y les duraba unos días.
Cuando no había agua potable en las casas, los hermanos más pequeños hacían
cola en el pilar para cogerla. La gente se quejaba porque siempre había algún
“TARRAN “esperando su turno en el caño del pilar, ya que los más pequeños se
ponían en cola y los mayores acarreaban el agua con el borrico.
El 1 de marzo de 1948 (día del Ángel de la Guarda) bajó Bonosa a
despachar a una mujer dejando a la pequeña Carmen en la cama, en esos momentos
se derrumbó parte del tejado de la casa, dejando a la niña sepultada entre los
escombros. Todo el pueblo fue a ayudarlos y fue Atanasio Jiménez, más conocido
como el “dios”, junto con la mayor de los hijos, Lola, quienes sacaron a la
pequeña sana y salva.
En 1956 empezaron a vender tortas por el pueblo, a los más pequeños:
Manolita, Carmen y Enrique les daban unas cestas y las vendían por las calles.
Blas empezó a hacer viajes a Málaga donde compraba pescado, lo enviaba a
Torredonjimeno en el tren y los mayores de sus hijos, acompañados del tío
Francisco, más conocido como el Feligrés, iban a recogerlo. Su hija Lola lo
vendía en la puerta de la casilla (del actual bar)
En 1957 abrieron su segundo negocio en la actual calle Ancha, “El Bar
Lanagrán”, negocio que empezaron trabajando los hijos mayores, aunque los
pequeños siempre ayudaban en lo que podían. Blas viajaba a Valdepeñas a comprar
vino para el negocio, que traía al pueblo en barriles muy grandes. Una anécdota
muy recordada fue una ocasión en la que, descargando los barriles, uno de ellos
resbaló, cayendo contra el suelo y derramando gran cantidad de vino por la
calle Ancha hacia abajo, mientras Blas gritaba ¡qué ruina!, ¡qué ruina!
A partir de 1958, durante muchos años, se quedaron con la barra de la
caseta municipal en las fiestas patronales.
En 1964 derribaron todo el edificio familiar y lo levantaron nuevo,
quizás fuese de las primeras casas del pueblo construidas con vigas de hierro y
hormigón. Estaba formada por dos bajos comerciales y cuatro pisos, dos por
planta. Uno de los pisos de la primera planta quedó diáfano con una pequeña
barra al fondo. Se utilizaba en aquella época de disco- bar y para la
celebración de bodas. Tenían un pequeño tocadiscos y vinilos de la época. Era
el lugar donde la juventud venía a divertirse, y también el lugar donde surgió
el amor entre muchas parejas que posteriormente celebraban aquí su matrimonio.
Blas enfermó en ese mismo año de 1964. No había Seguridad Social, y para
poder hacer frente a los gastos de la enfermedad y su tratamiento, sus hijos:
Blas, Mateo y Manolita emigraron a Alemania, aunque dos años después, en 1966,
el abuelo falleció. La abuela Bonosa quedó por tanto al mando de los negocios. Mujer
emprendedora que supo conciliar la vida laboral con la vida familiar. ¿Quién no
la recuerda sentada en la puerta del horno cobrando el pan? Unos años más
tarde, sus hijos regresaron de Alemania y montaron dos granjas. La primera de
gallinas y después una de cerdos. Ellos mismos mataban los cerdos y
hacían morcillas y chorizos que después vendían al público. Al mismo tiempo,
seguían con la granja de gallinas y con la venta de huevos y gallinas en el
pueblo.
Los hijos fueron creciendo y formando sus familias. Lola, Lucas, Mateo y
Manolita se quedaron en Madrid, donde todos tuvieron negocios relacionados con
el pan. Blas estuvo muchos años en Alemania, pero finalmente regresó al pueblo.
Carmen vivió muchos años en Torredonjimeno, pero al enfermar su madre, volvió
al pueblo para cuidarla. Enrique y Manuel se hicieron cargo de los negocios
familiares, el bar y la panadería. Hoy en día, ambos negocios siguen
funcionando a cargo de la tercera generación de la familia Lanagrán.
Sin duda, Blas y Bonosa, inculcaron en sus hijos y nietos ese espíritu
emprendedor y trabajador que hoy siguen sus descendientes.
Gracias a Mari Carmen Linares
Lanagrán por contarnos esta historia.
FOTO DE LA FAMILIA LANAGRÁN: En el centro los padres: Bonosa Cámara García y Blas Lanagrán Soriano. Detrás sus hijos: Blas, Mateo y Manolita Lanagrán Cámara. Los niños que hay delante de sus padres son: Carmen y Enrique Lanagrán Cámara. La foto ha sido cedida por Mari Carmen Linares Lanagrán. La imagen no ha podido ser restaurada por fallos en el programa de ordenador, pero se reconoce a todos.
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