miércoles, 7 de agosto de 2013

HISTORIA DE LA ERMITA DE SAN ROQUE

HISTORIA DE LA ERMITA DE SAN ROQUE

Según la tradición, San Roque nació en Montpellier (Francia) hacia el año 1295, mientras que otras versiones lo trasladan al siglo XIV, entre los años 1348 y 1350. Durante su vida, se despojó de sus riquezas y peregrinó a Roma. En su viaje por Italia, se hizo famoso por su entrega y dedicación con aquellos enfermos de peste. Tras su muerte, aumentó la devoción hacia él, y en muchos pueblos se levantaron ermitas e iglesias en su honor. Era considerado el Santo protector de las epidemias.
La primera referencia a la ermita de San Roque en Villardompardo, data del 27 de Marzo de 1593. En el cabildo de ese día, se da la orden de que no pasten cerdos, yeguas, ni ganado vacuno desde “las zahúrdas” al cerro San Cristóbal, y desde la ermita de San Roque hasta el camino de la venta. La venta estaba en el actual cortijo de Uribe o tal vez en lo que todos conocemos como “estacares segundos”, antes llamado Fuensomera, que era propiedad del conde. Así que el camino de la venta llevaría una trayectoria igual o parecida a la carretera actual.
Desde 1593 no se hacen más menciones a la ermita de San Roque en ningún documento encontrado, hasta el año 1866. En el Catastro del Marqués de la Ensenada (1751), dónde se declaran todas las edificaciones del casco urbano y extramuros de la localidad, no se habla de ella, pero sí de las ermitas de la Virgen de Atocha y San Antonio de Padua, hoy desaparecida. Así que es casi seguro que la ermita de San Roque ya estaría en estado ruinoso, aunque la imagen y el culto al Santo seguían conservándose.
Un acontecimiento curioso, ocurrido en la segunda mitad del siglo XIX, saca de nuevo a la luz la antigua edificación. Parece ser que dos hermanos, José y Manuel García Ortega (respectivamente el más bajo y el más alto en la foto siguiente), antepasados de algunas familias que hoy llevan el apellido García, venían del campo por el camino de Fuensomera, con los animales de labor (antes se utilizaban los bueyes) y les sorprendió una fuerte tormenta. A partir de aquí hay dos versiones: una habla de que se refugiaron en una oquedad de piedra que había en una pequeña cantera cercana a la actual ermita, y la otra versión habla de que se refugiaron en lo poco que quedaba de las ruinas. Lo debieron pasar tan mal que prometieron reconstruirla si no les ocurría nada.
A partir de aquí ya tenemos documentación clarísima de su reconstrucción. El cinco de noviembre de 1866, se presentan en la notaría de Torredonjimeno, por una parte D. Francisco Zurita Puetra, párroco de Villardompardo, y por otra D. Manuel García Ortega (uno de los sorprendidos por la tormenta, niño más alto de la foto) representando a su madre: Dª María Dolores Ortega Cámara (viuda, mujer sentada de riguroso luto). Esta señora propone al obispado que le conceda la gracia de reedificar la ermita que “se encuentra completamente destruida” a condición de que se la declare en propiedad una vez terminada la obra. Al mismo tiempo se compromete a mantener el edificio y a sostener el culto divino en ella. Ese compromiso se hacía extensivo a todos sus descendientes.
Es seguro que en 1890 ya estaba reconstruida, porque aparece en un plano del pueblo de ese año. Lo más lógico es que se utilizaran los mismos cimientos, y la piedra que había en el lugar procedente de la antigua ermita.
Hoy en día, aquel compromiso sigue vivo, y lo hemos podido comprobar en el buen trabajo de restauración realizado hace poco tiempo por sus descendientes, que han convertido al pequeño edificio y su entorno, en uno de los rincones más entrañables de Villardompardo. ENHORABUENA.
Los villariegos debemos sentirnos orgullosos de tener un patrimonio histórico tan antiguo y de que por fin empezamos a valorarlo.

Fuentes Consultadas:

- Actas Capitulares de 1593
- Catastro M. de la Ensenada.
- Tradición oral, contada por Juani Susi y Enrique García.
- Acta Notarial cedida por Enrique García Arjona
- Foto cedida por Juani Susi García, debe ser anterior a 1866.

Carlos Ramírez Perea


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